Gómez Darmendrail y Cascos.
Gómez Darmendrail y Cascos.

Este breve escrito pretende explicar, aunque sea someramente, la razón de la ubicación de la actual estación; todos los que piensan que la estación del AVE está muy lejos, deberían recordar que el primer tramo que el gobierno socialista había proyectado para el trazado de la nueva línea del norte de España, era Madrid-Valladolid sin parada en Segovia. Los segovianos no estábamos de acuerdo y estábamos dispuestos a pelear para conseguir una estación.

Por eso, debo manifestar en primer lugar, que en cuanto a infraestructuras segovianas se refiere, tuve que dedicar mucho tiempo, mucho esfuerzo, muchas reuniones en el ministerio -donde algunos nos daban un trato un tanto displicente por ser diputados de la oposición- y sobre todo topé con el PSOE que estuvo incomprensiblemente en contra de la parada del tren en Segovia. Pero el PSOE no sólo se opuso a la estación del AVE, también se opuso a la creación de una universidad pública, a la autopista AP-61 y pretendió llevarse de Segovia la Escuela de Magisterio. Por eso les recordé, privada y lo más afectuosamente posible, que en 1520 el procurador de la ciudad, Rodrigo de Tordesillas, por votar a favor del rey Carlos I en las Cortes de La Coruña, a su vuelta fue apaleado y después ahorcado por los segovianos. Eran otros tiempos, de acuerdo; aunque si hubiéramos simplemente reaccionado como en el s.XIX contra los diputados que no supieron defender el trazado del ferrocarril por Segovia, habría tenido una gran ayuda, pero nada sucedió. En relación a lo que pasó en el s.XIX, recomiendo encarecidamente la lectura del libro “Segovia contra Segovia” de Javier Monjas Blasco. En él se puede leer como en 1855 “Segovia era una olla a presión de frustración y tensiones por la pérdida del ferrocarril” tras la decisión del Gobierno y el Congreso de llevar la línea del ferrocarril del Norte por Ávila y no por Segovia. Los segovianos entendieron que sus diputados no estuvieron a la altura de las circunstancias y se revolvieron contra ellos. El motín frente al cuartel de la Milicia Nacional (en la actual plaza de Los Huertos), exigiendo a su comandante, Valentín Gil Vírseda, la dimisión como diputado por Segovia, inició unos meses de gran agitación en la ciudad “completamente aturdida por su propio fracaso, sometida a una crisis política sin precedentes”.

Ahora nos encontrábamos a finales del siglo XX en una situación similar: se pretendía unir Madrid y Valladolid a través de Somosierra, cruzando la provincia sin parada alguna, aislando otra vez Segovia. Cuando vi que el problema del s.XIX se podía volver a repetir y quedarnos fuera del trazado, procuré documentarme en el archivo sobre aquella triste y frustante situación planteada en Segovia por la pérdida del ferrocarril. Pero hoy, gracias al trabajo serio y riguroso de Javier Monjas hemos podido recuperar toda la verdad de aquel episodio. Y es muy de agradecer.

Por fortuna, pese a la postura contraria del PSOE, estaban a favor de la parada del tren todas las instituciones segovianas: la Diputación, el Ayuntamiento, la Cámara de la Propiedad Urbana, la Cámara de Comercio, la F.E.S., la Cámara Agraria, la Agrupación de Industriales de Hostelería, la Asociación de Transportistas (ASETRA), los diferentes colegios profesionales y también la Junta de Castilla y León que siempre estaba dispuesta a ayudar. Pero es justo destacar de manera singular a El Adelantado de Segovia, que apoyaba sin fisuras el cambio de trazado para que no subiera hacia Somosierra, contribuyendo además a hacer del problema una causa común e implicar a toda la sociedad segoviana.

En Segovia son muchos los que afirman ser impulsores del tren de alta velocidad y de la nueva estación de Juarrillos bautizada de forma absurda Segovia-Guiomar. Ya se sabe que la imaginación es la loca de la casa porque el que pudo hacerlo y lo hizo se llama José María Aznar y todos se lo reconocemos. No obstante, todas las instituciones segovianas que se involucraron en la defensa de nuestros legítimos intereses, pueden dar cumplida información de su colaboración para conseguir una parada del tren en Segovia. En lo que a mí respecta, solo cumplí con mi deber de defender los intereses de los segovianos que me habían otorgado su confianza y por eso me corresponde aquí contar la que fue mi humilde participación, y cómo utilicé la representación que me dieron mis conciudadanos para ayudar a conseguir el objetivo final de tener una estación en Segovia dentro del nuevo trazado y que no se repitiera la funesta situación que se produjo en el S.XIX. Pues a ello voy.

El trazado que defendían los socialistas, se dirigía desde Madrid hacia la parte norte de Somosierra y cruzaba la provincia a 60 kilómetros de la capital, para llegar a Valladolid. En mis dos primeras legislaturas las negociaciones sobre el trazado del AVE fueron un infierno. En el ministerio había quien me trataba con desagrado e indiferencia por ser diputado de la oposición, sin tener en cuenta el respeto debido a un representante de la soberanía popular; todo eran pegas ante mis propuestas y me sentía francamente mal. La verdad es que en los tiempos de la mayoría socialista en ciertos sectores actuaban con un sectarismo totalmente inapropiado y contrario a las buenas prácticas democráticas. Pero lo cierto y verdad es que el gobierno del PSOE defendía el trazado Madrid-Valladolid y los segovianos estábamos empeñados en que la línea fuese Madrid-Segovia-Valladolid.

Con Cascos en el Congreso.
Con Cascos en el Congreso.

Para ello preparé, con toda prudencia y humildad, una Proposición no de Ley (P.N.L.) con el fin de que “La futura línea ferroviaria de alta velocidad contemple una parada a no más de 10 km. de la capital”. ¡Cómo estaría la situación para conformarnos con que estuviese tan alejado! Lo planteé así porque no quería que Segovia se quedara fuera del trazado como ya sucedió en el s. XIX y por eso pedía “a no más de 10 km.” para dar la opción de atravesar Guadarrama por donde fuera preciso, porque de mis conversaciones en el ministerio había deducido con nitidez que ese gran túnel era considerado un serio problema. Por eso no me atrevía a forzar la marcha y pedir lo que finalmente haría el gobierno del PP: ese gran túnel de 27 km con un coste de 300.000 M. de pesetas, que fue la mejor decisión. Pero en aquel momento se trataba sobre todo de evitar que fuera por Somosierra ya que impediría una estación en Segovia y por eso sigo con el relato.

Presenté la Proposición no de Ley en nombre del grupo Popular el día 14 de marzo de 1995 -donde advertí que yo no era más que una modesta correa de transmisión del deseo de los segovianos-, pero la perdimos por un solo voto pese a que los socios parlamentarios del PSOE comprendieron la necesidad de esa parada y del cambio de trazado, asumieron que mis argumentos eran totalmente razonables y por eso no votaron con ellos. El PSOE fue el único que votó en contra y se tuvieron que retratar porque en Segovia aparentaban estar a favor, pero a la hora de la verdad se vio que no defendían la ciudad y preferían acatar órdenes de Madrid sin rechistar. Y siendo el tema de tanta trascendencia para los segovianos, sin embargo me vi obligado a debatir la P.N.L. con un diputado socialista que no era de Segovia, lo que me dejó absolutamente perplejo. En resumen, la Proposición no de Ley obtuvo 16 votos favorables (Partido Popular y C.I.U) y aunque logré que los tres de Izquierda Unida se abstuvieran, fue rechazada por los 17 votos en contra del PSOE. Conseguí que mis argumentos y mis largas e insistentes conversaciones con los diferentes portavoces, cambiaran el voto de CIU que iba a votar en contra y acabó votando a favor, y el de I.U. que pasó de votar en contra a la abstención. Pero no pude con el PSOE.

Es conveniente recordar esta votación porque complicó mucho las cosas y nos hizo luchar contra corriente durante mucho tiempo. El gobierno del PSOE demostró su escaso interés por Segovia porque ninguna infraestructura se debe a ellos y sí muchas trabas; el PSOE segoviano quedó retratado por su inacción, y el Ayuntamiento y la Diputación calificaron el resultado como un “duro golpe”. Incomprensiblemente, no hubo ninguna reacción en la provincia hacia el PSOE por votar en contra de algo tan importante para la ciudad. Y quiero subrayar que, a mi juicio, en el caso del AVE coincidían perfectamente el interés general de la nación con el interés particular de los segovianos. Por tanto, cuando algún diputado me criticaba porque según su opinión yo subordinaba el interés general a mi pequeña obsesión localista, les contestaba que no sólo mi obsesión no era “pequeña” sino que además era totalmente coincidente con el interés general que consistía no solo en no marginar a toda una ciudad como ya sucediera en el s. XIX, sino en que el trazado fuera lo más razonable y corto posible en beneficio de todo el norte de España.

Debo reconocer aquí que éste es un asunto al que me dediqué en cuerpo y alma desde mi elección como diputado a finales de 1989. Veíamos tan inalcanzable cambiar el trazado y tener una estación que todavía en 1994 pensábamos que podríamos estar ante una batalla perdida. Pero en Segovia teníamos claro cuáles eran nuestros objetivos y por eso tuve que pelear a fondo en el ministerio (encima estábamos en la oposición), donde los ingenieros eran absolutamente contrarios a hacer ese túnel. Y lo eran porque, además de las instrucciones políticas, argumentaban una serie de pegas como que el coste sería brutal, que no era fácil solucionar los problemas hídricos, ni el traslado y futura ubicación de los millones de toneladas de escombros ( al final fueron 9 millones de metros cúbicos de tierras y rocas)… y no sé cuantas dificultades y contratiempos añadidos con los que me volvían loco. Por suerte, la Comunidad de Madrid con Gallardón a la cabeza, aconsejaba salvar el Guadarrama a través de un gran túnel, lo que supuso un varapalo para los técnicos del ministerio pero una inyección de ánimo para nosotros, pese a que los pesimistas de siempre lo calificaran de obra faraónica que no se construiría nunca.

Pero para nuestra desgracia, el 19-7-19997, ya estando el PP en el gobierno, técnicos de Fomento y Renfe desaconsejaron el gran túnel por su alto coste. Esa noticia supuso un gran disgusto y una tremenda decepción. En todo caso, no nos dimos por vencidos ni el PP, ni la Cámara de la Propiedad, ni la Cámara de Comercio, ni la F.E.S., ni la Cámara Agraria, ni los hosteleros, ni los transportistas, ni los colegios profesionales, ni el Adelantado de Segovia, donde Carlos Herranz Cano había tomado la excelente iniciativa de plantear una serie de mesas redondas sobre infraestructuras en Segovia; mesas que sirvieron de revulsivo a los segovianos ante el reto de la comunicación del s.XXI, con el resultado de la firma de un pacto de las fuerzas sociales para modificar el trazado del tren de alta velocidad. Dos años más tarde ganaríamos la batalla.

Con Aznar en Faes después de perder las elecciones de 2004.
Con Aznar en Faes después de perder las elecciones de 2004.

Pero después de esta triste noticia se producen todo tipo de especulaciones que están bastante reflejadas en los medios de comunicación. Cansado de intentar en el ministerio cambiar el trazado para que no pasase por Somosierra y sí por Segovia, y bastante molesto con los técnicos de Fomento y Renfe que desaconsejaron el gran túnel, decidí hablar directamente con el presidente Aznar e intentar provocar una decisión política. Y así, en un pleno donde vi como Rafael Arias Salgado, ministro de Fomento, salía detrás de Aznar para hacerle alguna consulta, bajé a toda prisa del escaño y me fui tras ellos. Antes de llegar a la zona de gobierno les dije que quería tener una breve conversación con los dos cuando terminasen su reunión. Entré en la zona de gobierno y esperé un rato hasta que Aznar me dijo que pasase a su despacho para exponer mi tema.

Conocía muy bien el problema porque lo había dado muchas vueltas y lo había estudiado en profundidad, por lo que de una manera resumida, les expliqué que no me parecía justo que el ferrocarril Madrid-Valladolid cruzara la provincia de SG y no parara, volviéndose a producir la injusticia del s.XIX, donde Segovia se quedó fuera del trazado. Injusticia que nos condenó a tener una estación de fondo de saco alejada de la línea, y a la utilización de dos ramales para sacar a Segovia de su aislamiento: uno a Medina del Campo (1884) para enlazar con norte y el noroeste, y otro a Villalba (1888) para enlazar con Madrid y por lo tanto con el resto de España. Por consiguiente, no parecía razonable que cuando se iba a conectar Madrid con Valladolid, y por tanto con todo el norte y noroeste peninsular, se atravesara toda la provincia de Segovia y no hubiera parada en la capital. Por otra parte, manifesté que el trazado por Somosierra era una aberración en todos los sentidos, porque no sólo perjudicaba a Segovia, sino que perjudicaba a todo el resto de las provincias en cuanto al tiempo y al kilometraje. Más o menos adornado, con más extensión y el mayor énfasis posible, pero en resumen eso fue lo que les dije.

Aznar sabía que yo llevaba ya mucho tiempo con este asunto y además se me debía notar la angustia y la ansiedad. Cuando terminé la exposición, Aznar hizo uno de esos silencios que se hacen cuando alguien está asimilando lo escuchado y tiene que dar una respuesta y, dirigiéndose al ministro Arias Salgado, le dijo: “¿has oído?, creo que Javier ha explicado con claridad el sentir de los segovianos; llegad a un acuerdo y tratad de ponerlo en marcha porque lo que piden en Segovia es lo más justo y razonable”. De todas formas, de la amable conversación que mantuvimos, deduje que el trazado por Somosierra tampoco le parecía el más idóneo. En todo caso, esto supuso un impulso definitivo porque los técnicos del ministerio intentaban insistentemente convencer al ministro Arias Salgado de no hacer el gran túnel bajo el Guadarrama.

Ellos se quedaron en la zona de gobierno y yo salí del Congreso y me dirigí al estanco de la calle Cedaceros donde me compré un puro espectacular. Volví al Congreso y cuando estaba llegando al edificio del hemiciclo se marchaba Aznar, y al verme con el puro (yo siempre he fumado cigarrillos), me dijo señalando al puro: “¿y eso?”; a lo que le contesté: si te parece que la noticia que me has dado no es para celebrarlo, ya me dirás. Me sonrió, contestó afirmando con la cabeza, y se subió al coche en dirección a la Moncloa.

De esto no dije una palabra a nadie, porque como dijo John Selden “los más efectivos en gobernar son los que menos ruido hacen”. No obstante, Rafael Arias Salgado y yo hablamos largo y tendido durante todas las vicisitudes que se presentaron sobre el nuevo trazado, sobre todo cuando debido a la presión del ministro los técnicos del ministerio lanzaron el paso por La Peñota (que nunca me gustó) y cuando se discutía si la financiación debería hacerse según el modelo alemán (algo que desmentí públicamente). El “modelo alemán” era un método utilizado en varios países para sortear los requisitos exigidos por Maastrich relativos a la obligación de reducir el déficit público.