Interior de la ermita desde los pies. Al fondo se aprecia la cabecera con el arco triunfal doble apuntado.
Interior de la ermita desde los pies. Al fondo se aprecia la cabecera con el arco triunfal doble apuntado.

Rebollo es un pequeño municipio segoviano situado a 43 kilómetros de la capital provincial en dirección nordeste. El trayecto más recomendable para acceder desde Segovia a esta localidad de la Comunidad de Villa y Tierra de Pedraza consiste en circular por la carretera de Soria (N-110), tomando un desvío hacia la carretera de Sepúlveda una vez pasada La Salceda (SG-P-2322) y otro más en La Velilla (SG-V-2313) que permite enfilar hacia nuestro destino. Una vez en Rebollo, al seguir por la carretera SG-V-2511 que comunica con La Matilla, el viajero se topa a la izquierda con una pequeña elevación del terreno situada unos 600 m al este del casco urbano. Allí, rodeada de tierras de labor, se asienta una de esas pequeñas joyas con las que acostumbra a sorprendernos la Segovia más profunda: la ermita románica de Nuestra Señora de las Nieves.

Este edificio medieval llegó a finales del siglo XX en un estado de conservación lamentable, casi de ruina, a lo contribuyó sobremanera la ausencia de cubierta desde tiempos inmemoriales y su utilización como cementerio local durante la mayor parte de la pasada centuria. Para revertir ese funesto escenario se abrió un proceso que garantizara su protección y posible recuperación, un proceso excesivamente dilatado en el tiempo que dio comienzo en 1982, con la incoación del expediente de declaración de Monumento Histórico-Artístico por parte del Ministerio de , y que culminó en 1996 con la declaración del edificio como B.I.C. con la categoría de Monumento, ya con las competencias en materia de patrimonio trasferidas al ámbito autonómico.

Vista exterior de la ermita desde el ángulo suroeste, donde se aprecia la fachada del mediodía con su portada (arquivoltas en zigzag e impronta del antecuerpo).
Vista exterior de la ermita desde el ángulo suroeste, donde se aprecia la fachada del mediodía con su portada (arquivoltas en zigzag e impronta del antecuerpo).

Una vez provisto de esa figura de protección, la Junta de Castilla y León emprendió una intervención en el edificio durante el bienio 2000-2001 que condujo a la consolidación de sus principales estructuras arquitectónicas y al cierre de su perímetro, logrando frenar el estado de deterioro que presentaba hasta ese momento y devolviéndolo un aspecto más o menos digno desde el punto de vista constructivo. Aunque también estaba previsto completar la intervención con la instalación de una cubierta, esta segunda fase, sin embargo, nunca llegó a ejecutarse. Este inexplicable cierre en falso no pudo poner fin a uno de los principales problemas que habían acuciado secularmente al edificio, su exposición a la intemperie, perpetuando así la afección de los rigores climáticos sobre los materiales de su fábrica, principalmente sillería y mampostería caliza y, por ende, comprometiendo su conservación futura.

Tampoco fue acertado el sistema ideado para reordenar el espacio interior de la ermita a ras de suelo, salpicado de sepulturas. Se optó por la colocación de varias isletas separadas por corredores y delimitadas por bordillos de hormigón, a modo de parterres, un sistema que al disponerse en un edificio sin cubrición ha provocado de manera recurrente embalsamientos de agua, especialmente durante los días o periodos lluviosos, conduciendo a la inundación del suelo y acrecentando los problemas de humedades por capilaridad en las partes bajas del edificio, especialmente en pilares y columnas.

Expuesto someramente el reciente devenir histórico y la problemática que presenta en la actualidad la ermita de Nuestra Señora de las Nieves, conviene traer a colación algunas de las características arquitectónicas y escultóricas que atesora. En ese sentido, el conocimiento del edificio se debe a José Manuel Rodríguez Montañés, quien llevó a cabo un estudio del templo enmarcado en los trabajos de elaboración de la Enciclopedia del Románico en Segovia. En base a ese estudio, complementado con un reciente trabajo de campo personal, ha podido determinarse que esta ermita románica es fruto de dos campañas constructivas.

En un primer momento, fechable al final del primer tercio del siglo XII, el templo constaría de una sola nave con orientación canónica. De ese primitivo edificio aún pervive la capilla mayor, compuesta de un tramo recto presbiterial cerrado con bóveda de cañón y un ábside semicircular cubierto con bóveda de horno. Su arco triunfal, apuntado y doblado, reposa sobre dos parejas de columnas con capiteles de hojas nervadas. A esta primera campaña constructiva también correspondería el tramo oriental de la nave mayor que precede a la cabecera, donde la presencia de dos arcos ciegos formeros de medio punto y el arranque de un arco fajón revelan, según Rodríguez Montañés, la existencia de una torre o cimborrio de planta rectangular, de características muy similares al de la iglesia de la Santísima Trinidad en Segovia.

Exterior de la cabecera de la ermita desde el este. Se conservan los ábsides de la capilla mayor y nave del Evangelio (en sillería). La reja de la izquierda muestra el perímetro semicircular del desaparecido ábside del lado de la Epístola.
Exterior de la cabecera de la ermita desde el este. Se conservan los ábsides de la capilla mayor y nave del Evangelio (en sillería). La reja de la izquierda muestra el perímetro semicircular del desaparecido ábside del lado de la Epístola.

La segunda etapa edilicia debió acometerse en las décadas finales del siglo XII, momento en el que el templo de una sola nave se transformó en otro de planta basilical con tres naves compartimentadas en dos tramos. La comunicación entre la central y las colaterales se resolvió mediante arcos formeros doblados, sustentados sobre pilares cruciformes con columnas en los frentes laterales y codillos en las esquinas. La ausencia de columnas en las caras norte y sur de dichos pilares y la escasa potencia de los muros, amén de la inexistencia de estribos en los muros perimetrales exteriores, indicarían que el cuerpo de naves de la ermita estuvo cubierto secularmente con armadura de madera.

Estas dos naves laterales se rematan a oriente mediante sendas capillas. De ellas, solamente pervive la del lado del Evangelio, que mantiene su perímetro murario de sillería hasta la línea de imposta. Por el contrario, de la cabecera de la nave sur sólo se conserva la cimentación del tramo absidal y el basamento sobre el que se apeaba el arco toral. Si bien ambas capillas han perdido sus cubriciones, las estructuras supervivientes revelan un esquema similar al de la capilla mayor, aunque a menor escala: bóveda de cañón para el tramo recto y bóveda de horno para el ábside.

A esta segunda etapa también corresponden las portadas de las fachadas norte y sur, ambas resueltas con un antecuerpo, del que apenas queda su impronta, en el que se enmarcaban cuatro arquivoltas de medio punto. En dichas arquivoltas se alternaba un motivo con molduras de triples boceles quebrados en zigzag con otro compuesto de boceles entre medias cañas, siguiendo un esquema decorativo similar al de los pórticos de las cercanas iglesias de San Pedro de Gaíllos y San Juan Bautista del Arenal (Orejana), o la de San Miguel de Sotosalbos. En el caso de Rebollo se conservan dos arquivoltas en la portada norte, mientras que en la meridional solamente ha pervivido la primera y la mitad occidental de la segunda. En cualquier caso, estamos ante una decoración formal genuina y disímil respecto a otras portadas románicas gracias al dinamismo de su elaborada geometría y sus consecuentes efectos de claroscuro.

En el apartado escultórico, circunscrito a los capiteles, se despliega un variado repertorio formal en el que predominan los motivos vegetales: hojas carnosas, hojas lisas de bordes rizados, tallos con ramajes de los que brotan racimos, piñas y bayas trabajadas al trépano. Aunque también hay cabida para dos escenas figuradas: una pareja de palomas afrontadas con sus cuellos vueltos para picar racimos, conformando una forma acorazonada, amén de otra con dos figuras humanas, una de ellas tocando un olifante.

Restos de la portada del mediodía de la ermita con dos de las cuatro arquivoltas que llegó a tener. Por encima la impronta de calicanto del antecuerpo que las cobijaba.
Restos de la portada del mediodía de la ermita con dos de las cuatro arquivoltas que llegó a tener. Por encima la impronta de calicanto del antecuerpo que las cobijaba.

En suma, nos encontramos ante un edificio con unas características arquitectónicas y un repertorio decorativo de notable singularidad dentro del románico segoviano. Pero también con una construcción medieval aislada y a la intemperie que presenta un elevado riesgo de deterioro a medio plazo, y ello a pesar de haber sido objeto de rehabilitación hace poco más de dos décadas. En este sentido, es evidente que la actuación de la que fue objeto la ermita a principios del siglo XXI, que frenó en parte el proceso de degradación secular al que se había visto sometida, comenzó hace tiempo a dar síntomas de agotamiento.

Para atajar de raíz esta problemática, creemos que sería muy indicado poner en marcha un proyecto de la entidad y el alcance suficiente como para abordar, por un lado, la rehabilitación arquitectónica del edificio y, por otro, dotarlo de una funcionalidad racional. Este potencial proyecto podría ser impulsado en primera instancia desde el Ayuntamiento de Rebollo, con la implicación añadida de la propia comunidad local. En un escalón más alto también sería deseable la adhesión al mismo de la Comunidad de Villa y Tierra de Pedraza y de la Asociación para el Desarrollo Rural de Segovia Sur, gestora de fondos europeos en la comarca. Por supuesto, un apoyo decidido por parte del Obispado y la Diputación Provincial de Segovia, ya en un nivel superior, supondría un espaldarazo definitivo.

En cuanto al primer objetivo, la rehabilitación arquitectónica integral del edificio, si bien ya se realizó un trabajo de consolidación en 2001, el paso del tiempo ha conducido inexorablemente a la necesidad de otra intervención de mayor calado. Dicha rehabilitación debe incluir la consolidación y restitución de los paramentos de la ermita y la aplicación de soluciones a los problemas de naturaleza erosiva en algunos elementos, como los fustes de algunas columnas, en las que son visibles vacuolas, por lo hablar de la erosión eólica en el aparejo de ciertos paramentos. En esa línea se deberían eliminar los parterres de delimitación para evitar los problemas de inundación y humedades.

Por supuesto, debe contemplarse la cubrición de la ermita, no realizada en su día, acción fundamental para su cerramiento integral y su consiguiente protección de las inclemencias climatológicas. La propuesta más lógica debería consistir en una armadura de madera de par y nudillo que emulara la existente durante el periodo de vida del templo.

No debemos pasar por alto el uso de la ermita como cementerio durante buena parte del siglo XX. Esta funcionalidad representa un factor limitante de primer orden para el proyecto, al tener que compatibilizar los trabajos de restauración y el uso futuro que se le otorgue al edificio con el respeto hacia los difuntos allí enterrados. La idea inicial no puede ser otra que la de preservar su memoria, para lo cual deberían mantenerse las placas, estelas y edículos existentes. En línea con este asunto, una de las soluciones para tratar de conciliar la presencia del anterior uso funerario con cualquier funcionalidad futura es la instalación de paneles de vidrio transitables sobre aquellas zonas que así lo requieran.

Detalle del arco de medio punto ciego (con enfoscados contemporáneos color sepia) y el arranque del arco fajón sobre los que se sustentaba probablemente una torre o cimborrio.
Detalle del arco de medio punto ciego (con enfoscados contemporáneos color sepia) y el arranque del arco fajón sobre los que se sustentaba probablemente una torre o cimborrio.

Finalmente, una vez dotado de la adecuada protección física, se deberían aplicar en el edificio protocolos de mantenimiento periódicos que garantizaran su conservación.

El segundo pilar de la propuesta, y no menos importante, es la puesta en valor de la ermita, lo cual pasa por dotarla de una nueva funcionalidad, atractiva y susceptible de disfrute por parte de la sociedad. Un uso, por otra parte, que contribuya a la dinamización del tejido socioeconómico de la comunidad local en la que se enclava y, en un ámbito de mayor alcance, de la propia comarca. Una funcionalidad idónea podría consistir en su uso como Centro de Interpretación, tipología empleada con notable éxito desde finales del siglo XX en el reaprovechamiento de numerosos edificios de nuestro patrimonio histórico. Se trataría de otorgar un uso racional a un edificio medieval rehabilitado, sustentado en un contenido expositivo de temática comarcal e incluso provincial de la suficiente calidad y repercusión. No debemos olvidar que Rebollo se encuentra a tan solo 10 km. de Pedraza, una de las localidades de la provincia con mayor capacidad de atracción turística a lo largo del año.

Ahora bien, llegados a este punto, ¿qué temática debería albergar un centro de estas características? Siendo sinceros, la respuesta a esta cuestión provoca una verdadera disyuntiva. Una opción interesante podría consistir en la apertura de un Centro de Interpretación sobre el Románico de Segovia. En la provincia hay catalogados más de 300 edificios de este estilo, una de las mayores concentraciones del románico en nuestro país, habiéndose identificado además diversos talleres con una personalidad muy definida en lo formal y estilístico. Hablamos de un enorme potencial para el que no existe a día de hoy un recurso de naturaleza turística o cultural que lo divulgue convenientemente entre los cientos de miles de turistas que visitan cada año la provincia. Un centro de esta temática proporcionaría al potencial visitante las claves para conocer y entender la expansión y distribución del románico en Segovia.

Otra opción igualmente válida sería la implementación de un Centro de Interpretación de Pedraza y su Comunidad de Villa y Tierra, entidad con raíces medievales conformada en la actualidad por 40 núcleos de población integrados en 18 municipios. Se extiende sobre un área de más de 400 km2 en la vertiente norte de la Sierra de Guadarrama y el curso alto del río Cega, verdadero eje vertebrador de este territorio, un privilegiado emplazamiento que aporta una enorme riqueza natural y paisajística, protegida gracias a la inclusión de sus municipios meridionales en los límites del Parque Nacional del Guadarrama. Esta panoplia, amén de los propios recursos del patrimonio cultural que atesora Pedraza y su comunidad de Villa y Tierra, constituirían un importantísimo activo, susceptible de divulgación entre el gran público a través de un contenido expositivo bien enfocado.

Capiteles con motivos vegetales y escenas figuradas.
Capiteles con motivos vegetales y escenas figuradas.


* Licenciado en Geografía e Historia y Diploma de Estudios Avanzados en Arqueología.