
— Su primer libro “Empire´s Crossroads” recorre la historia del Caribe desde Cristobal Colón hasta nuestros días ¿Qué le atrajo de esa región del mundo?
— Mi interés por el Caribe tiene raíces diversas. En primer lugar, nací en el Sur de Estados Unidos, un lugar marcado por la herencia de la esclavitud, y he tenido, desde siempre, interés por los temas de esclavitud y raza. Sin embargo, siendo veinteañera, me trasladé a Londres, dónde conocí la cultura británico-caribeña, con la que no había tenido contacto en EEUU. Además estudié español en el bachillerato. Estos tres factores se unieron cuando empecé mi doctorado, que versó sobre el Caribe español durante la época de las revoluciones haitianas (siglos XVIII y XIX). Tras acabar el doctorado, tuve la oportunidad de escribir este libro, y reflejar en él mi propia investigación, añadiendo asimismo mi conocimiento sobre los británicos, franceses, holandeses y daneses. El Caribe es una llave para entender el mundo moderno. Es decir, el mundo tal y como lo entendemos hoy se desarrolló a través de la triangulación de Europa, África y las Américas.
— ¿Qué diferencias y similitudes encuentra Vd entre Cuba, República Dominicana y Puerto Rico?
— Gracias a las Leyes de Indias podemos ver una gran cantidad de puntos comunes en el diseño urbano de estas ciudades. Hay hermosas plazas, bellas catedrales, fuertes impresionantes. La topografía y el tamaño son, por supuesto, mucho más variados. Cuba terminó ocupando un lugar muy relevante en el imperio español en el siglo XIX, mientras la historia de la República Dominicana sufría un giro diferente. Fue dominada por Haiti entre 1822 y 1844 y combatió por su independencia contra los haitianos. Puerto Rico sigue siendo una colonia, esta vez de EEUU. Por supuesto el idioma español los conecta, pero a la vez son todos ellos muy diferentes cada uno en su estilo.
— ¿Y entre esos países y Haití? ¿Y Jamaica?
— Hay una historia compartida de disminución dramática de las poblaciones originarias de las islas tras la llegada de los europeos, ya fuese por enfermedad, explotación o guerra. También comparten el hecho de haber estado bajo dominio europeo siglos y en un sistema de desarrollo vinculado al modelo de plantaciones para cultivar caña de azúcar, y también café e indigo y otros productos. Haiti y Jamaica, como República Dominicana y Cuba son hoy países independientes, con un cierto número de retos. El entorno urbano y construido es muy diferentes entre Haiti y Jamaica, y, entre ellos y los vecinos hispánicos. La comida también es distinta. Algunas son comunes, como los plátanos, pero el estilo es muy diverso, siendo la comida jamaicana muy célebre por las especias y el picante.
— ¿Son esas diferencias y similitudes las mismas que hay entre los imperios que las generaron?
— Esa es una pregunta muy vasta para este pequeño espacio. Lo que yo diría es que aunque los sistemas francés, británico y español compartieron algunos elementos, los momentos fueron muy distintos. Casi podemos verlos como olas. Primero Francia, tomando la mitad de la Hispaniola por un tratado, y convirtiéndolo después en la más brutal y rentable de las colonias de esclavos en el mundo, conocido entonces como Saint Domingue. También está Jamaica, que fue una sociedad rentable de plantación. Pero Santo Domingo (hoy República Dominicana) no fue lo mismo. La riqueza en ellos vino de vender pieles de animales al lado francés. También hubo contrabando y comercio ilícito. Santo Domingo tuvo esclavos, pero en una mucho menor escala que Saint Domingue. Cuba no entra en el negocio del azúcar hasta muy tarde, tras el colapso de ese sector en Saint Domingue, tras la revuelta de esclavos que llevó a la formación del Haiti independiente de 1804. Luego, en 1833, los británicos promueven la abolición de la esclavitud, y Cuba permanece en una posición que le permite capitalizar eso económicamente. De la misma forma el tema de la religión llega en ciclos. Como es bien conocido la evangelización fue un elemento clave de la colonización española desde el principio, pero los misioneros protestantes no llegan al Caribe británico hasta el siglo XIX, y algunos estuvieron muy implicados en el movimiento abolicionista, y la naturaleza de su intervención es bastante distinta de la de los religiosos españoles del siglo XVII. Esta es una manera muy breve de decir que puede haber similitudes, pero que no siempre fueron simultáneas.
— Su segundo libro, esta vez traducido al español es El Norte, la epopeya olvidada de la Norteamérica hispana ¿Los EEUU recuerdan sólo su ascendencia WASP (White Anglo Saxon Protestant)?
— ¡Depende a quien le pregunte Vd! Una persona de ascendencia hispana probablemente conocerá más que sólo George Washington o la Revolución americana. Pero en términos amplios de la imaginería popular o de las referencias culturales cotidianas, el pasado hispánico permanece casi siempre excluido. He escrito este libro para explicar por qué y ¡hay muchos motivos!.
— ¿Cree Vd como Samuel Huntington que la “Inmigración hispánica es una amenza a la identidad de EEUU?”
— La única forma en que el controvertido argumento de Huntington permanecería en pie es si creyese que la identidad “americana” consiste en ser blanca y protestante. Dado que la mitad de mi familia es de origen italiano tras la segunda guerra mundial y un cuarto fueron católicos irlandeses del siglo XIX, yo misma no me hallo en el estereotipo de Huntington sobre EEUU. Y millones de estadounidenses tampoco lo estarían, por no hablar de las comunidades indígenas que también omite, que tienen raices que contradicen esa supuesta identidad de EEUU.
‘Hispanic immigration’ no es una amenaza, es un “hombre del saco” que los políticos y polemistas como Huntington usan para desviar la atención de otros temas, y, siendo franca, para sembrar la semilla de la discordia. Los hispanos son el 20% de la población de EEUU. Los Huntingtons del mundo deben encontrar una forma de aceptar esto y dejar de hablar de la tontería del “choque de civilizaciones”.
— ¿Qué opina de la frase irónica atribuida a algunos mexicanos de que “no cruzaron la frontera, sino que la frontera les cruzó a ellos” ?
— ¡No es irónico, es verdad! Unas 100.000 personas, en los años posteriores al tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848 se encontraron -para usar otra expresión- “extranjeros en su propia tierra”. Hay familias que han sido parte de Texas o Nuevo México o California que son anteriores a la creación de EEUU. Escogieron quedarse y forjarse una nueva vida en la nueva nación, y sin embargo, a menudo son tratados como ciudadanos de segunda categoría.
— ¿Cómo fue su infancia en EEUU?
— Nací en Ohio, en el norte del Medio Oeste, conocido por sus campos de maíz y su industria, aunque muchas de las fábricas han cerrado desde entonces
El trabajo de mi padre nos llevó a Tennessee y Georgia cuando era joven, luego crecí sobre todo en el Sur. Hay muchas diferencias entre los estados del norte y los del sur, incluso hoy, incluyendo la política, la religión, la comida. Pero uno de los más relevantes para mí era vivir en un lugar con una historia muy complicada. Ohio no tuvo esclavitud y plantaciones como Tennessee y Georgia, y la herencia de esa época de la historia estaba presente siempre. Aún lo está. Las ciudades siguen segregadas a pesar de las leyes que lo proscriben, con varios grupos (blanco, negro, hispánico) viviendo en sus propios barrios. Sigue habiendo mucho racismo, tanto sútil como evidente. Pero el sur está cambiando y siendo obligado a cambiar gracias a la migración interna y a la inmigración. Ciudades como Atlanta, Georgia o Nashville, Tennessee eran capitales de estado adormecidas; hoy en día son mucho más dinámicas, diversas e internacionales.
— ¿Cuales son las contribuciones más importantes del pasado hispánico a la historia de EEUU?
— Hay muchas contribuciones importantes, pero supongo que una que es clave es el idioma. Y no es poca cosa la topografía, los nombres de los lugares: Los Angeles, Las Vegas, Nevada, California, Tejas, y demás – ¡la lista es muy larga!. Para mi gran disgusto el castellano no es un idioma oficial en EEUU. La idea de que Estados Unidos es “English only” es absurda en una nación de emigrantes, y es muy importante que el castellano se siga hablando. El idioma también permitiría a EEUU conectarse con sus vecinos hispanoparlantes y pensar en las conexiones culturales que comparten, en lugar de en las diferencias entre ellos.
— En este libro Vd. viaja a través del tiempo y del espacio ¿Cuales son las etapas más significativas de su recorrido?
— Fue una verdadera delicia y un privilegio viajar tan ampliamente para este libro. De todos los lugares que visité, unos cuantos destacan. El primero es Nootka Sound, en la isla de Vancouver Canada. Gran Bretaña y España casi llegaron a la guerra en este lugar (aunque tendrán que leer el libro para saber por qué). También he seguido la Ruta de las misiones de California desde abajo hasta arriba, y fue fascinante, en parte para ver las iglesias pero también el maravilloso paisaje que España llamó Alta California. Por último, pude pasar tiempo en la comunidad Pueblo de Nuevo México en lugares como Taos. Su historia está muy vinculada al pasado español.
— ¿Cuales fueron las fuentes y los documentos que usó para escribir su libro?
— Para un libro como éste debo apoyarme sobre todo en el trabajo de otros, y leí cientos de estudios y artículos. Algunos trataban de España en Norte América, otros sobre México y luego había otro conjunto que trataba de los distintos grupos hispánicos en EEUU, como los mexicanos, los cubanos, los portorriqueños. También visité algunos archivos en España y en EEUU, y secciones especiales de archivos y bibliotecas.
— ¿Ha trabajado Vd en archivos españoles o mexicanos? ¿Cuáles son sus favoritos?
— No dispuse de tanto tiempo como me hubiera gustado en México, pasé la mayor parte del tiempo en museos. Sin embargo visité rápidamente el Archivo de la Nación en México DF porque está alojado en una antigua cárcel. ¡Si alguna vez todas nuestras cárceles se convirtieran en lugares de aprendizaje! En España he estado en el Archivo Genetral de Indias en Sevilla más veces de las que puedo contar, así como en el Archivo Histórico Nacional en Madrid. Lo dos son impresionantes, pero quizás el de Indias en Sevilla es mi favorito.
— ¿Cree Vd que el concepto de raza es importante en la historia de EEUU? ¿Por qué?
— Creo que en términos de la historia de EEUU, la raza es la cuestión esencial del momento. Está en el corazón de la desigualdad, tanto en EEUU como globalmente. Hay una gran necesidad de que la opinión pública entienda que las categorías raciales son una ficción, no hay base científica para la raza en el ADN. Los genes expresan cosas como el color de la piel de forma diferente, pero nuestra biología es la misma. Pero las categorías de humanos siguen presentes hoy en día. En segundo lugar esta opinión pública debe entender como esas categorías (blanco, negro, etc) han sido usadas para discriminar a ciertos grupos y el impacto multigeneracional de esta historia. Si queremos un mundo más igualitario, más justo, abordar este cuestión de la raza es esencial.
— ¿Qué opina Vd de la definición del término Hispánico del United Census Bureau“Una persona de cultura u orígen cubano, mexicano, portorriqueño, sur o centroamericano u otro origen cultural español, al margen de su raza y establece que los hispánicos o latinos pueden ser de cualquier raza, cualquier ascendencia, cualquier orígen étnico”?
— No es una definición muy clara, ¡eso es seguro!. Eso es lo que menciono cuando hablo de las ficciones de la raza. El Census Bureau refleja que los hispanos no deben ser considerados una raza, sino una identidad que incluye gente de algunos razas u orígenes étnicos. Entonces ¿Qué significa ser hispánico en este contexto? Aunque el Census trata de ser lo más inclusivo posible, también se arriesga a ser confuso. Por supuesto, los demógrafos quieren entender cómo la gente se define a sí misma en EEUU, pero una definición tan abierta genera interrogantes sobre qué significa ser hispano.
— ¿Ha leido Vd los trabajos de Charles Fletcher Lummis?
— ¡Lummis es un personaje! Escribo sobre él en mi libro porque fue un pionero promotor de California y un apasionado estudioso de su pasado hispánico. Sin embargo, me parece que la España y la California que Lummis y otros, afines a él, describieron fueron lugares con un halo romántico que era diferente de la realidad vivida en aquella época. Dicho esto, fue uno de los escritores que, de forma más temprana, tuvieron un interés por el pasado hispánico de EEUU y por divulgarlo a una audiencia nacional amplia.
— ¿Como se podría incluir el pasado hispánico en los libros de texto o en los materiales educativos en EEUU ? ¿Es recomendable?
— Si, es esencial que se incluya, Creo que sería de gran ayuda si se consagrara más tiempo a contextualizar el estado de Norte América y de este hemisferio alrededor de 1620, cuando el célebre Mayflower cruzó el Atlántico, destacando la extensión del compromiso español en otros lugares de las Américas- que en 1600, era, por supuesto, muy significativo. Y Bernardo de Gálvez y otros eventos en el Golfo de México necesitan ocupar un lugar mucho más destacado en la explicación de la Revolución americana de 1776. El rol de España en general es ignorado. Idealmente esto se debería incluir en los libros y textos de la escuela, pero dado que los contenidos en EEUU varían según el estado, es un gran reto.
— ¿En que investigación y nuevo libro está trabajando Vd. hoy?
— Mi nuevo libro será sobre la lucha por la abolición de la esclavitud en las Américas- de Jamaica a EEUU, a Cuba y Brasil- protagonizado por el pueblo esclavo y por el pueblo libre de color, a lo largo de más de cuatro siglos. El libro será también un análisis de las ideas sobre la raza, y una reflexión sobre el significado del concepto de libertad.
— ¿Cual es su recomendación a la nueva generación de historiadores?
— ¡Vayan a los archivos! Hay tanto trabajo por hacer, en tantos campos. Comprender el pasado es esencial para entender el presente.