El diestro mexicano Leo Valadez. EFE/ Daniel González

“Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa”, apuntó Montesquieu. Pues bien, este domingo dos toreros obtuvieron el reconocimiento de Madrid. El mexicano Leo Valadez dio una lección de temple y limpieza y consiguió una oreja de ley en una tarde redonda -de las mejores en lo que va de San Isidro-; y el jienense Adrián de Torres hipotecó su corazón en una faena de tremendo valor en la que dio una vuelta al ruedo de mucho peso. Justicia de ley. Dos nombres que salen relanzados con una corrida seria del hierro de Fuente Ymbro, de imponente presentación -cuatro cinqueños-, con un toro bueno – tercero-, aunque en líneas generales tuvo falta de raza. También por la vía del valor dejó momentos de riesgo el francés Juan Leal, un diestro que se encuentra cómodo en las cortas distancias y donde llegar a pecar en exceso. 

Toro astifino, con morillo y cara de avanza edad fue el tercero. Imponía respeto. Tuvo acometividad en los vuelos del capote de Valadez, que dejó un vistoso recibo y un variado quite que despertaron interés entre el público. En esa línea continuó el mexicano, acoplado con buen sentido del temple, ante un astado que humilló con cierta clase por el pitón derecho. Hubo reunión y conjunción en una actuación completa y limpia. Cerró con manoletinas de rodillas y cobró un efectivo espadazo; ejecutando la suerte muy derecho. Una oreja de importancia.

Justicia de ley
El mexicano Leo Valdez con su primer toro durante el undécimo festejo de la Feria de San Isidro. EFE/ Daniel González

Bravo en varas fue el serio sexto al que Valadez dibujó un exquisito quite con zapopinas de corte ajustado y una media para coleccionistas. Se vino a menos el ejemplar de Fuente Ymbro al entromparse contra las tablas en banderillas. El mexicano volvió a destacar por el temple y por la pulcritud en los muletazos, aunque poco pudo sacar. Tanto el torero como el público se quedaron ganas de más.

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Adrián de Torres con su primer toro. EFE/ Daniel González

DE TORRES, DE VALOR

De Torres cogió la sustitución de David Fandila ‘El Fandi’ para honrar al toreo. Llegó a Madrid para jugarse la vida. Expuso su fina figura ante el serio y astifino toro que abrió plaza como si estuviera en un tiroteo. Realizó un quite de máximo ceñimiento por chicuelinas, pasándose los pitones del animal como si fueran un bisturí y se vio envuelto en esas dagas en un momento de tensión. Fue cogido y solo el capote, que hizo de chaleco antibalas, salvó al jienense de una cornada. Los estatuarios de inicio mantuvieron la expectación de la faena en la muleta. Se pasó muy cerca a un animal que tuvo complicaciones y fue bronco en la segunda parte de los pases. Por el lado derecho fue extremadamente difícil y exigente, pero no le importó al diestro de Linares. De hecho, volvió a ser prendido. Puro valor. Una armadura de kevlar. Muy de verdad. Un milagro que no corriera sangre. El traje rosa palo acabó siendo grana y oro. El dolor fue para todos. Se recompuso y optó por la suerte del encuentro para matar al ejemplar con emoción. Asomaron pañuelos, aunque el presidente no consideró que era de oreja al entender que no había mayoría. Vuelta al ruedo de ley. 

Justicia de ley
Adrián de Torres, cogido por el primer toro de su lote. EFE/ Daniel González

Tuvo que pasar por la Enfermería, donde le confirmaron traumatimos en la rodilla y en el tobillo derecho. Volvió como si no arrastrara molestias para lidiar el segundo de su lote, de buena hechuras, que se arrancó con alegría en el picador. De Torres dejó un buen quite por gaoneras y luego prosiguió entregado en la muleta donde el animal no tuvo calidad y pegaba gañafones a la salida del pase. Deslucido. Se pasó de faena en un trasteo sin conexión. Estar delante del toro era prolongar la desazón e incluso restar peso a su primera actuación.  Todo quedó en orden.

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El francés Juan Leal. EFE/ Daniel González

MÁS VALOR QUE ENTENDIMIENTO

Otro toro bien presentado fue el castaño segundo, que salía suelto y distraído con una embestida seca. Hizo lo que le dio la gana: como Irene Montero con la herencia de su padre. Embistió con fuerza en banderillas, donde Marc Leal se desmonteró tras parear con mérito, pero pronto se paró. Juan Leal fue todo disposición y valor, que quiso empezar la faena de muleta de rodillas en el epicentro de Las Ventas aunque tuvo que cambiar al tercio. Ahí vio que el toro ya se quedaba corto y aprovechó para poner en liza un toreo de cercanías sin rédito. Metió la mano de forma atravesada y su labor fue silenciada.   

Con el segundo de su lote, serio y amplio de cuerna, sí pudo pasárselo por la espalda desde la boca de riego. Emocionante pase cambiado, pero el toro pronto evidenció la falta de fuelle y le costó desplazarse en los engaños del francés, que por momentos estuvo un tanto embarullado pese a estar tremendamente firme. Lo ahogó en la distancia corta y el animal se quedó sin ver por el lado izquierdo donde tenía movilidad. Se le iba la actuación en cierta medida, y el valeroso Leal empeñó su tarde e incluso su vida tirándose de frente en la suerte suprema y fue cogido. Saludos de reconocimiento.

Ficha

Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). 11º festejo de la Feria de San Isidro. Dos tercios de entradas, con 18.067 espectadores. Toros de José Escolar, de imponente presentación, cuatro de ellos cinqueños. Bueno el tercero, aunque faltos de raza en líneas generales.
Adrián de Torres, que sustituyó a David Fandila ‘El Fandi’, vuelta al ruedo (un aviso) y silencio (un aviso).
Juan Leal, silencio y saludos (un aviso).
Leo Valadez, oreja y palmas.
Saludaron en banderillas Marc Leal y Curro Javier tras parear al segundo y el cuarto respectivamente.