—¿Cómo y cuándo empezó a interesarse por la herencia hispana?
—Es interesante cómo las preguntas más sencillas aparentemente, son las más difíciles de contestar. No sería capaz de definir el cómo y el cuándo, es un proceso, una evolución personal, todo va sumando al desarrollo de idea de herencia hispana y de su tremenda importancia. El conocimiento de ella a través de los viajes peninsulares, y la inevitable comparativa que surge en los viajes intra-europeos con la herencia de otros países, en la que España siempre sale vencedora. Ningún otro país tiene la enorme herencia y diversidad cultural que tiene España. Idea que alcanza nivel planetario cuando se salta el Atlántico y se vive, como es mi caso, en la América que una vez fue española. Después las idas y venidas entre ambos destinos hacen que mi interés alcance el paroxismo.

—¿Su trabajo actual tiene relación con el hispanismo?
—Totalmente. A veces la relación es obvia, otras se encuentra difuminada y, aunque mi obsesión real es la de sacar a la luz la verdad oculta, lo cierto es que esta, casi siempre favorece al hispanismo. La Hispanidad lo impregna todo en América, probablemente por eso se intenta ocultarla a toda costa, aquí es donde más fuerte se encuentra la leyenda negra y dónde más necesarios son los apoyos para combatirla.

—¿Qué tiene Texas de específico en relación con otros estados como California, Nuevo México o Florida en lo que atañe al pasado virreinal?
—Tejas es un territorio de frontera que estuvo siempre en disputa. En disputa con el verdadero enemigo de España en América que durante mucho tiempo fue Francia. Al igual que sucede con la península Ibérica, Tejas es instrumental en eventos históricos mucho más amplios e importantes, como la misma independencia de los Estados Unidos. La defensa que España hizo de Tejas cortó de raíz las ansias expansionistas francesas que osaban amenazar incluso a la Nueva España. Sin olvidar procesos menos favorables para los intereses de España como la Independencia Mexicana u otros como la posterior Revolución Mexicana. Cada uno de los cuatro territorios que menciona tienen una fuerte identidad individual y diferenciadora, no ya solo medioambiental, por supuesto histórica. No hay que olvidar que los actuales Estados Unidos tienen el tamaño de Europa, y aunque comparten el idioma inglés en la oficialidad, y eso les da sensación de unidad, en el resto es innegable que pueden tener similares diferencias a las que hay entre españoles y nórdicos. Diferencias que provienen ya desde época virreinal cuando la Corona Hispánica se establece en cada uno de esos territorios, con un proceso y momento diferente, haciendo frente a diferentes desafíos y obteniendo diferentes resultados.

—Conoce bien las misiones de San Antonio. Háblenos de ellas y de quiénes las hicieron.
—En los alrededores de San Antonio se llegaron a establecer cinco misiones franciscanas, que hoy forman parte del Patrimonio Mundial de la Unesco. Hay que entender la misión como lo que es, el encargo que recibe y acepta el fraile de ir a evangelizar a los indios que vivían en un determinado territorio. Lo que vemos físicamente hoy día es el resultado de esa misión, aunque desgraciadamente, en la mayoría de los casos lo único que queda en pie son los edificios monumentales y esto, impide ver el alcance y verdadera función de ellas. Son los indios los que piden el establecimiento de una misión y en el caso tejano de San Antonio, la existencia de gran cantidad de naciones indígenas pacíficas y mayormente sedentarias, motiva a la Corona a hacer el esfuerzo de establecer hasta cinco muy próximas entre sí. A cargo de la misión había uno o a lo sumo dos frailes y habitualmente un soldado presidial que cuidaba de la seguridad del fraile.

—Vd. conoce bien la documentación de dichas misiones y tiene varios libros publicados sobre ellas ¿qué le parece relevante e interesante?
—Su función o, mejor dicho, lo que los indios obtenían con la misión era, en primer lugar, la protección frente a otros grupos mucho menos pacíficos como los Apaches, que los saqueaban de forma continua, llevándose con ello muchas vidas. También y no menos importante, un aporte continuado y diverso de alimentos del que, hasta la llegada española, carecían por efecto de las fluctuaciones climáticas. Los periodos secos hacían estragos llevando a las poblaciones al borde de la inanición, no menos que los provocados por las fuertes lluvias que podían arrasar sus precarios cultivos. El salto cultural que proponían los españoles, trayendo sistemas de regadío, nuevos animales domésticos, y, sobre todo, el concepto de acumulación del que estos pueblos carecían era quizá el menos valorado inicialmente pero, tras comprobar su efectividad, resultó ser el principal motivo por el que los indios aceptaron la Hispanidad en su conjunto. Tras el voluntario bautismo y la aceptación de un nombre español pasaban a ser sujetos de la Corona, con sus derechos y obligaciones.

—Háblenos de los libros sobre los archivos de las misiones
—Al igual que cualquier otro pueblo español de la época, las misiones llevaban unos libros registros de bautismo, enterramiento y matrimonio sobre todas las personas que residían en el pueblo o de aquellas que lo hacían en las proximidades y así lo pedían. En el caso de la Misión de San Antonio de Valero, estos son los tres primeros libros escritos en Tejas, y los documentos más antiguos que se conservan en San Antonio, siendo protegidos por el Archivo de la Arquidiócesis. En realidad, no son simples registros de personas, ya que imbuidos en los registros se encuentran capsulas de la historia, pequeñas referencias hechas por los frailes sobre aspectos y eventos de la vida local.

—El americano de hoy en día ¿conoce estas misiones? ¿Le interesan? ¿O se limitan a El Álamo?
—Hay, como en botica, de todo. El americano conoce su existencia, aunque la gran mayoría desconoce su importancia, y con el desconocimiento va la valoración que, en la actualidad, es mayormente turística. No tienen consciencia de que las misiones son parte de su historia, que para muchos de ellos y gracias a los libros de texto, empieza en 1836 con la batalla de El Álamo, viendo las misiones como algo externo, algo impuesto por una cultura extranjera que alguna vez pasó por allí, pero de la que, siempre según su idea, no queda otro vestigio sino el de unas ruinas.

—¿Hay descendientes de los primeros indígenas de las misiones?
—De hecho, se podría afirmar que los únicos descendientes de indios que hay en Tejas, son los de los indios de las misiones, evidentemente ya muy mestizados y que, a día de hoy, son una comunidad muy importante numéricamente. A la llegada de los descendientes de europeos no españoles a Tejas, las únicas vidas que se respetaron fueron las de los indios que ya estaban cristianizados e hispanizados, el resto fue muerto o expulsado. La Tejas independiente disfrutó de una excesiva libertad en el trato a los indios, algo que ni siquiera los Estados Unidos se permitió.

—¿Cómo se organizan y qué actividades promueven?
—A lo largo y ancho de los Estados Unidos hay organizaciones indígenas que defienden los intereses de las tribus, y San Antonio no es diferente. Lo que sí es diferente en el caso tejano es que la población con sangre indígena está profundamente mestizada e hispanizada, siendo católica en su gran mayoría y estando perfectamente integrada en la sociedad y en las instituciones. A excepción de un grupo que claramente tiene agenda política derivada de unos intereses económicos, el resto de los grupos se limitan a buscar sus orígenes, sus ancestros, y en muchos casos a mantener una herencia cultural que por supuesto es también mestiza e hispana.

—Por otra parte, es Vd. un estudioso de la frontera ¿Cómo se llama su libro sobre este tema?
—PRESIDIO. Soldados del Rey.

—¿Cómo se organizaba la defensa de los límites del imperio?
—Una vez que se estudian las misiones es inevitable estudiar el contexto y los otros actores en el territorio ya que todo va unido. En mi libro entro a analizar la conquista poblacional que la Corona Hispánica llevó a cabo desde Ciudad de México hacia el norte, en este primer volumen hasta el año 1700. Y digo poblacional porque, a diferencia de los sucedido en México-Tenochtitlán, en que la Conquista por parte de Cortés no tuvo otra opción más que la de ser conquista militar, o la que los Estados Unidos llevaron a cabo en el norte durante el siglo XIX, la conquista del norte novohispano, fue absolutamente poblacional, se establecía un pueblo de “españoles”, muy cerca se establecían uno o varios pueblos de indios, algunos eran misiones, otros eran visitas, y algunos simplemente pueblos, y entre ellos se establecía una compañía presidial que los protegía de los ataques de otros indios más agresivos. Y así pueblo tras pueblo se fue cristianizando, pacificando e hispanizando el norte.

—¿Se podría hacer una comparación entre el limes romano y las fronteras virreinales?
—España es romana, a todos los niveles, en su cultura, en su ADN, en su administración, y en los métodos empleados históricamente, y el limes romano no es diferente. Se empleó y fue evolucionado para adaptarlo a las necesidades y las peculiaridades del territorio.

—Esos defensores de la frontera ¿eran también exploradores?
—Los tres términos, conquistadores, pobladores y exploradores, se confunden en su uso y en su significado sin poder etiquetar a las personas de forma categórica con alguno de ellos excluyendo el resto. Estas gentes poblaban el territorio, lo vivían, lo defendían, lo exploraban, y también lo conquistaban para la Hispanidad. Y teniendo en cuenta que la gran mayoría eran españoles de América, criollos los menos, mestizos la mayoría, indios hispanizados muchos, y donde también cabían negros y mulatos, no solo liberados sino también ciudadanos libres, la catalogación se vuelve absurda.

—¿Qué era y cómo funcionaba un presidio?
—En el caso español en la frontera norte de la Nueva España, las compañías presidiales también llamados presidios, eran un grupo de soldados que presidía el territorio, que lo controlaba. Debemos abandonar la falsa idea tan propagada de que eran castillos o fuertes como los empleados por los norteamericanos en su conquista hollywoodiense del Oeste. En algún caso, los soldados necesitaban de alguna protección en forma de muros y fortalezas, pero en la mayoría de los casos no era necesaria ni construida. Algunos de los presidios se establecían en los lugares más peligrosos como San Antonio o la misma Santa Fe, más de mil kilómetros dentro de territorio enemigo, y lo que allí construyeron fueron pueblos y no fuertes. Su función era básicamente policial en un entorno rural, lo que los convierte no en precursores sino en un precedente de la actual Guardia Civil. Su escasísimo número, no invitaba a conquistas militares sino a la negociación con el enemigo, estrategia básica empleada por España en esta conquista poblacional.

—¿Cómo se comunicaba la ciudad de México con estos lugares más remotos?
—A través de los Caminos Reales. Tres ejes fundamentales con ramales accesorios denominados Camino Real de Tierra Adentro que llegaba hasta Santa Fe en el Nuevo México, concluso a finales del XVI. Camino Real de los Tejas que comunicaba con los indios así bautizados por los españoles, y llegaba hasta la población de Natchitoches, en aquel momento municipio francés, establecido un siglo después. Y finalmente el Camino Real de las Californias, establecido en la segunda mitad del XVIII para la fundación de las misiones del norte californiano. Para hacernos una idea, la recua de mulas tardaba más de seis meses en recorrer los aproximados 2.500 kilómetros que separa la Ciudad de México de Santa Fe, y esta conexión se hacía cada tres años si la divina providencia lo permitía, que no siempre era el caso.

—¿Qué nos puede contar de Cristóbal de Oñate?
—Cristóbal de Oñate es uno de los grandes héroes de la épica española en América, fue de los primeros en ver más beneficios en la negociación con los indios que en la guerra, sus méritos, difuminados en la neblina negrolegendaria que todo lo cubre y lamentablemente, eclipsados por la alargada y controvertida figura de su hijo Juan de Oñate. Cristóbal de Oñate, una figura digna de estudio y de imperiosa necesidad de limpieza, vilipendiada por la Wikipedia globalizadora, como tantas otras del elenco español.

—¿Qué recursos necesitaría en San Antonio para proseguir con su tarea de revivir el pasado hispano?
—No solo revivir, sino corregir, cuando no está oculto es vilipendiado sin pruebas ni fundamento. Hace falta la implicación de las instituciones españolas, en los años que llevo aquí el único apoyo real y efectivo sin ser económico, ha venido de la Cónsul General de España en Houston, doña Julia Olmo y me costa que ha sido una implicación personal sin apoyo oficial. Necesitamos hispanistas honestos, que se remanguen sin ambiciones ni intereses personales, y estudien y cuenten una historia real, alejada de leyendas, de influencias cinematográficas, de presentismos. Ya solo encontrar a esas personas es tarea tremendamente complicada.

—¿Qué recomendaría a los españoles que viajan a San Antonio, Texas?
—Mente abierta. San Antonio, Tejas, y los Estados Unidos son tremendamente diferentes a lo que creen que saben sobre la ciudad, el país, las gentes. Olvídense de los estereotipos, de las ideas preconcebidas, aquí tienen otra forma de hacer las cosas y ver la vida. Y no olviden traer su máquina de viento manual, por otro nombre conocido como abanico, el sombrero lo podrán comprar aquí, en verano hace mucho calor y el sol es inmisericorde.