Diego Ventura pasea una oreja. / PLAZA 1
Diego Ventura pasea una oreja en Las Ventas. / PLAZA 1

Volvieron los infalibles Diego Ventura y Ginés Marín a Las Ventas, que cortaron una oreja cada uno. El rejoneador tuvo enfrente dos buenos toros de Guiomar Cortés de Moura, con ritmo y clase; mientras que para la lidia a pie se lidiaron toros de Montalvo, con una seria y cuidada presentación, pero apenas colaboraron al espectáculo -sin opciones- y que pronto menguaron. Quizá quedaron mermados por tanto ‘baile’ al estar expuestos en La Venta del Batán los días previos, una iniciativa que se recupera por el bien del aficionado aunque el ganadero ya mostró su inconformidad. 

Por otro lado, se notó que era sábado. La conjunción entre el público de rejoneo, que acostumbra a inclinarse más por la espectacularidad y el triunfalismo, y los taurinos de fin de semana, que hacen de la previa una barra libre de combinados que traslada a los tendidos, creó un ecosistema poco venteño. De hecho, apenas hubo las habituales protestas por la pérdida de manos de los toros o en el picador. Eso o que no se anunciaban figuras de primer nivel a las que apretar.

El toro de Guiomar Cortés de Moura que abrió la tarde tuvo fijeza, celo y un galope que acompañó a las monturas de Ventura. Lo hormó el jinete con ‘Guadalquivir’ para después torear a dos pistas con ‘Fabuloso’ y clavar con ortodoxia. Al quiebro, realizando la batida al pitón contrario, colocó banderillas de mérito a un ejemplar que tuvo cierta clase en las embestidas. Ya a menos el astado, Ventura pisó terrenos comprometidos con ‘Lío’ y cerró faena con’ Guadiana’, con tres vistosas rosas y un par a dos manos. El pinchazo con el rejón de muerte dejó su labor en silencio.

Diego Ventura, con el primer toro de Guiomar Cortés de Moura. / PLAZA 1
Diego Ventura, con el primer toro de Guiomar Cortés de Moura. / PLAZA 1

El segundo de su lote tuvo tranco, ritmo y clase. A dos pistas Ventura, a lomos de ‘Nómada’, lo llevó cosido y aprovechó el buen galope y celo del astado para caldear el ambiente. La alta escuela de equitación del rejoneador permitió momentos muy toreros. Los cites, el embroque, la espera, y la medición de tiempos, dando ventaja al astado, fueron la base de la faena para colocar los rehiletes en alto con emoción. El público con él, pinchó en un primer momento para después cobrar un eficaz rejón de muerte. Esta circunstancia redujo el premio a una oreja para un infalible Ventura.

Paco Ureña, por gaoneras. / PLAZA 1
Paco Ureña, por gaoneras. / PLAZA 1

SIN OPCIONES PARA LOS TOREROS

Paco Ureña lleva tiempo encontrándose. Y seguro que a nivel personal ya lo ha hecho. Lo que pasa que en la plaza ya no es novedad y el público, como ocurre con todos los toreros, exige más. Lo que antes eran elogios, en una época en la que Madrid necesitaba un nuevo referente y por ello se permitía no poner su ojo clínico bajo los términos de aquello que llamaban ‘pureza’, ahora son cuentas echadas. La vara de medir también le ha llegado al murciano, que sin antes ser tanto ahora no es tan poco.

Serio, ensillado, con morillo fue el bien presentado segundo de la tarde, primero del hierro de Montalvo, que cumplió en el picador Ejerció su turno en quites Marín, con ajustadas chicuelinas, y Ureña replicó por ceñidas gaoneras, un turno que sirvió para conectar con los tendidos. El comportamiento del toro permitió buenos pasajes en el inicio de muleta, donde el murciano comenzó por estatuarios, lo mejor de una faena que no rompió. De frente y puro estuvo Ureña, pero tanto el diestro como la justa duración del toro no ayudaron a que la obra alcanzara cotas de conjunción. Metió la mano con eficacia para despachar al astado. Silencio.

El quinto de la tarde no dio opción ninguna y pasaba por los engaños de Ureña sin enterarse. Era para abreviar y Ureña, sin sentido, estuvo por estar.

Ginés Marín torea largo al primer toro de su lote de Montalvo. / PLAZA 1
Ginés Marín torea largo al primer toro de su lote de Montalvo. / PLAZA 1

Talento Marín, por encima

Otro toro serio fue el primero de Marín, que resultó parado, sin fuerza y soso, pese a tener nobleza. Intentó justificarse Marín durante la lidia, pero no tuvo opción alguna. Tiene Ginés Marín ese semblante para ser torero de ferias. Que ya lo es, y por motivos propios. Cumplidor, firme y con un concepto muy bueno. Así estuvo ante el que cerró plaza, un toro noble que por lo menos se dejó algo más que sus hermanos. Estuvo por encuma Marín, que toreó muy despacio sacando el poco interés que mostraba el animal. Fue todo talento y cobró un espadazo para cortar una oreja de peso.

Ficha

Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Cuarto festejo de la Feria de San Isidro. Lleno en los tendidos, con 22.342 espectadores. Toros de Guiomar Cortés de Moura  para rejones (1º y 4º), con clase y ritmo; y Montalvo para la lidia a pie, bien presentados pero sin opciones.

El rejoneador Diego Ventura, ovación y oreja. 

Paco Ureña, silencio y silencio.

Ginés Marín, silencio y oreja tras aviso.