Juan López Velasco lleva desde niño su pasión por el mundo del motociclismo.

A los cuatro años de edad ya se subía a una motocicleta, una Montesa Cota de 25 centímetros cúbicos. Desde entonces, Juan López Velasco, sigue pilotando cada vez que tiene ocasión.

Recuerda con claridad sus primeros inicios sobre aquella Cota 49, con la que se sentía todo un adulto y al que miraban con envidia el resto de chavales. Eran los años 70. Entonces la pasión por el mundo del motor se extendía por toda España. Prosperaban las fábricas de motos en el país: Montesa, Bultaco, Puch, Derbi, Ossa, Sanglas. Los padres inculcaban a sus hijos la afición. Compraban las pequeñas motos a los pequeños de la casa para darles la oportunidad que ellos no pudieron disfrutar en su niñez. “Los grandes aficionados eran nuestros padres”, recuerda Juan López, que con 53 años también ha logrado transmitir el amor por el mundo de las dos ruedas a su familia.

Hoy jueves arrancan las actividades de ‘La Leyenda Continúa’ en Cantalejo, que se prolongarán hasta el próximo domingo. Hará que las motos se muevan por toda la provincia.

Por eso, desde hace días, Juan anda ‘como una moto’ de un lado para otro preparando su participación en la concentración motera de su pueblo. Hace siete años que la ciudad briquera se convirtió en una de las mecas para los aficionados al motociclismo.
Juan López participará, no sólo como aficionado, sino también como presidente del motoclub ‘Motrancos’. Este colectivo nació precisamente el año anterior al de La Leyenda Continúa. Pero sus inicios tienen más antigüedad. “Éramos cuatro chavales que practicábamos el motocross y nos juntamos para compartir nuestra afición”. “Fundamos la asociación Motodeportiva El Vilorio”. Crearon un circuito donde practicar y hacer ejercicios con sus motos. “Al final me salí de ella, pero varios jóvenes continúan con la asociación”, afirma. En aquellos tiempos se llegaron a organizar destacadas carreras, algunas de ellas una puntuables en competiciones de Castilla y León. “Venía gente de muchos sitios a competir”, recuerda.

Su pasión por las motos es tan grande que ni un aparatoso accidente sufrido y que le mantuvo con un pie fracturado durante un año, le ha robado ese amor hacia el mundo del motor. Tan sólo ha cambiado el tiempo que dedicaba al motocross y lo ha acrecentado realizando viajes en moto de carretera. Del campo al asfalto.

Así nació el actual motoclub Motrancos, que cuenta con casi un centenar de socios, la mayoría de Cantalejo. Pero también de otras localidades cercanas.

Durante todo el año preparan rutas y viajes por distintos puntos de España y Portugal, y están organizando un viaje de varios días a los Alpes. El club había arrancado de forma espontánea, pero poco a poco fue creciendo y hubo un momento en que fue preciso redactar y aprobar unos estatutos, con una directiva en cuya cabeza está Juan López.

Los miembros del club acuden a distintas concentraciones moteras como la que estos días se monta en Cantalejo. Con el motoclub devuelven a los compañeros viajeros esa acogida que reciben cuando conducen hasta otros puntos de concentraciones.

“Nuestro motoclub no obliga a nadie a estar en él. Admitimos a todos y muchas veces se hacen viajes para compartir el gusto por viajar en moto”, asegura.

Impulsor de la afición motera

Valora mucho que exista una concentración motera de prestigio en Cantalejo. Reconoce que desde que se decidió implantar La Leyenda en la localidad, el nombre de Cantalejo figura en los mapas de todos los moteros españoles. “Ahora son muchos los aficionados que pasan por aquí a lo largo de todo el año, no sólo estos días de enero”, sostiene.

“En Cantalejo ha subido mucho la afición a las motos y nuestro club también trabaja en esta labor de compartir ese sentimiento que nos une a los moteros”, dice con semblante serio, ese que pocas veces mantiene el presidente de los Motrancos.

De su experiencia en la visita a otras concentraciones moteras, extrae una conclusión: “La de Cantalejo es más fraternal, más tranquila, de gente más madura y sosegada”, en contraposición, por ejemplo, a Motauros, que se celebra la próxima semana en Tordesillas, en la provincia de Valladolid, y donde son más numerosas las motocicletas de campo.

El motoclub Motrancos tiene reservado desde hace unos días su espacio en el pinar de Cantalejo. Cuenta con su propia carpa en la que los socios compartirán comidas, impresiones y habrá proyecciones audiovisuales de algunos de los momentos vividos y disfrutados por los socios en sus viajes.

Juan dice que ser motero es un modo de vida y un modo de actuar. Sobre el asfalto también se tiene un comportamiento diferente. “Yo cuando voy en coche soy distinto a cuando voy en moto”, asegura. “Un motero nunca está solo cuando se queda tirado por alguna avería en carretera. Siempre habrá otro dispuesto a ayudarte; los coches… pasan de largo”.