
El Peronismo empleó a Eva Perón para intentar prestigiar el nombre de Argentina en Europa a través de una gira que le llevó por varios países con un éxito desigual. España formó parte de la ‘gira del arco iris’ –nombre que recibió el periplo de Evita por el viejo continente- y en 1947 aterrizaba en un país sumido en el desasosiego y la incertidumbre por el aislamiento al que Europa le había sometido tras la II Guerra Mundial por sus conexiones con la Alemania nazi.
El general Franco hubo de recurrir a Argentina para paliar el grave déficit de materias primas que padecía España, y no dudó en plegarse a las exigencias de Perón para enviar a su esposa y solicitar para ella honores de jefe de estado. Así, en todas las capitales por las que pasó en su visita española, pudo comprobar la “adhesión inquebrantable” de los miles de españoles que le tributaron una multitudinaria acogida, a caballo entre la obediencia debida y la curiosidad de un pueblo ávido de disfrutar de la presencia de una mujer a quien se le atribuían poderes casi divinos.
Entre las ciudades elegidas, el programa señaló Segovia; una vieja capital castellana que vivía con estoicismo la herida abierta de la aún reciente Guerra Civil, y que se sumó de forma inequívoca a las celebraciones y recibimientos tributados a la dama argentina; con EL ADELANTADO DE SEGOVIA como testigo y cronista.
El 11 de junio fue el día elegido para la visita de Eva Perón, y un mes antes, el Gobernador Civil Joaquín Pérez Villanueva daba a conocer la noticia, y anunciaba la intención de la ciudad de obsequiarle a su llegada con “un rico traje de alcaldesa segoviana” valorado en 340 pesetas, así como expresaba su deseo de que el homenaje de la ciudad “adquirirá el máximo relieve y la más alta emoción”.
Pasaban los días, y poco a poco se iban dando a conocer más detalles de la visita. El 9 de junio, EL ADELANTADO desvelaba que Carmen Polo, esposa del dictador, acompañaría a Evita en su viaje a Segovia, y llegarían a primera hora de la tarde del 11 de junio tras disfrutar previamente de un almuerzo en Medina del Campo. Además, se aseguraba que visitaría los monumentos más significativos de la ciudad y sería recibida en el Azoguejo, bajo los arcos del Acueducto.
El día que se publicaba esta noticia, Evita ponía el pie en suelo español tras hacer escala en Villa Cisneros y Las Palmas del largo viaje transoceánico. En su primer mensaje al pueblo español a través de Radio Nacional de España, trasladaba el saludo “de los trabajadores argentinos, de esas fuerzas proletarias que en esa tierra surgen y se organizan no con la idea de la lucha fratricida, sino con la idea d.e la paz y el trabajo constructivo”. En la víspera de la llegada, el alcalde de Segovia César Zubiaur publicaba un bando para exhortar a sus convecinos a tributar un caluroso recibimiento a Evita, expresando su convencimiento de que Segovia “sabrá poner una de las más bellas páginas de la unión con un país con quien nos unen los vínculos de la religión, de la cultura y el idioma”.
Para facilitar la participación en la recepción, la Delegación de Trabajo instó a las empresas para conceder “permiso a sus trabajadores en las horas que fije la disposición gubernativa, teniendo dichas horas carácter de abonables y no recuperables”.
Y llegó el dia. A las ocho menos cuarto de la mañana, un repique general de campanas, salvas de artillería y disparo de cohetes despertaban a la ciudad para anunciar la llegada de las egregias visitantes, aunque no se las esperaba hasta primera hora de la tarde. De hecho, la comitiva llegó una hora más tarde con respecto al horario inicialmente previsto, ya que Eva Perón venía desde Ávila pero decidió trasladarse a Medina del Campo para almorzar.
El retraso no redujo en absoluto el ánimo de los segovianos que abarrotaban el Azoguejo y las calles adyacentes, cuyo entusiasmo les llevaba a saludar con vivas a Franco y a Perón cualquier noticia sobre la proximidad de la comitiva; pero no sería esta la primera sorpresa del viaje. Para distraer los momentos de espera, los grupos de danzantes del Frente de Juventudes de Armuña interpretaron una selección de danzas tradicionales segovianas, como aperitivo a lo que habría de ser la recepción.
En torno a las 17,30 horas, el vehículo en el que viajaban Eva Perón y Carmen Polo de Franco llegaba al centro del Azoguejo, donde fueron recibidas por el alcalde, el Gobernador Civil, el obispo Daniel Llorente y el resto de autoridades locales. Vestida con un elegante traje de color crema, tras el protocolo oficial, Evita recibió un ramo de flores, al igual que la esposa de Franco a los sones de los himnos argentino y español. Evita rompió el protocolo oficial para acercarse a un grupo de jóvenes vestidas con el traje segoviano y llegó a aproximarse a las inmediaciones de las escaleras del Postigo, donde se congregaba una enorme multitud que ovacionaba el gesto de la dignataria argentina.
Pero no hubo tiempo para mucho más. El ‘planning’ de la jornada había superado el horario previsto, y la visita a la ciudad quedó simplemente en el saludo de Evita desde el Azoguejo y el encuentro con las autoridades.
La ‘fugacísima permanencia’ de Eva Perón -como así la definió la crónica de EL ADELANTADO- no decepcionó y sirvió, en palabras del cronista para “poner de relieve de una manera especialísima el patriotismo de que ha dado muestras el pueblo segoviano y el acendrado amor demostrado hacia la hermana nación argentina en la persona de su gentil embajadora”.
Pese a la brevedad de su visita, Eva Duarte no olvidó el recibimiento del pueblo segoviano, y el día después de su visita enviaba por medio del Gobernador Civil un saludo expreso a Segovia, en el que manifestaba su “emoción más viva por el efusivo recibimiento de un pueblo que en su totalidad sabe comportarse tan patrióticamente, llenando de sentimiento inolvidable su breve estancia entre nosotros”.
75 años han pasado desde aquel 11 de junio de 1947 –el año en que murió ‘Manolete’- y pocos son los segovianos que recuerdan la visita de Eva Perón; pero quienes lo hacen, mantienen en su memoria el porte y la elegancia de una mujer para la historia. “¡Cómo se nota que ha sido artista!”, aseguraban quienes la vieron.
La primera dama que creía en las causas sociales y aborrecía la política
Pese a su corta existencia, la vida de Eva Perón (Junín, 1919-Buenos Aires 1952) ha servido para crear un buen número de publicaciones, películas, series de TV e incluso musicales basados en su intensa experiencia vital. Hija ilegítima de Juan Duarte –un padre con el que apenas tuvo relación- desarrolló su infancia y gran parte de su adolescencia en la pobreza, hasta que a los 16 años decidió dar el salto a Buenos Aires para probar fortuna como actriz. Fue la radio quien aupó a Evita a la celebridad como intérprete de algunos populares seriales radiofónicos, que le llevaron a alcanzar notoriedad como actriz e incluso a participar en el reparto de alguna película. En ese periodo fue cuando conoció a su esposo Juan Domingo Perón y su vida dio un giro definitivo hacia la política. En 1946, el general Perón ganó las elecciones que le llevaron a la presidencia de la nación argentina. Mientras, Eva Perón insistió en su labor social creando una fundación financiada con fondos públicos que sirvió para mejorar las condiciones de vida de los más necesitados.