Benito Carrero/Agencias/El Adelantado
Estela había salido a entrenar con su bicicleta como hacía diariamente. Era jueves, 9 de febrero de 2023, el último día de su vida.
A las seis y media de la tarde, cuando circulaba por la carretera nacional 620, en el punto kilométrico 232,250, en la salida del polígono industrial de Villares de la Reina, en las cercanías de Salamanca, un camión de dos ejes la arrolló y la mató en el acto. A esa hora el sol declinaba en el horizonte.
PROMESA DEL CICLISMO
Estela tenía dieciocho años. Hasta entonces había competido en varias carreras en la categoría cadete y en su palmarés había triunfos conseguidos con mucho sacrificio, esfuerzo y horas de entrenamiento: campeonato de Castilla y León de Ruta y BTT, tercera en la Copa España BTT Ciudad de Valladolid, Copa España de Ruta en Noja, Copa España Ciclocross en Pontevedra, medalla de bronce en el Campeonato de España de Ciclocross y subcampeona de España en contrarreloj por equipos con la Selección de la Comunidad. Era, según comentaristas y aficionados a este deporte, una joven promesa del ciclismo profesional. Pertenecía al equipo ciclista Sopela Women, un equipo femenino de categoría UCI con base en Sopelana (Vizcaya).
La pasión de Estela por este deporte era herencia paterna. Su padre, Juan Carlos Domínguez, había sido ciclista profesional entre los años 1995 y 2006. Su mayor éxito deportivo fue una victoria de etapa en el Giro de Italia en 2002, pero también había sido ganador en otras carreras menores, como la Vuelta Ciclista a Asturias, a la Comunidad Valenciana y a la Rioja, entre otras, que le labraron un nombre en el deporte de la bicicleta.
Juan Carlos dirigía, desde su retirada profesional, el club ciclista de Arroyo de la Encomienda, un municipio de 22.000 habitantes a ocho kilómetros de Valladolid. En esa ciudad se había criado Estela.
La joven había iniciado estudios en la Universidad de Salamanca de Recursos Humanos y Relaciones Laborales, y por ello realizaba sus entrenamientos en los alrededores de la ciudad salmantina.
EL INSTANTE FATAL
El hombre que conducía el camión, B.G.H., había salido a probar el vehículo después de una reparación en el taller que regentaba su hijo en el polígono de Villares. Circulaba a una velocidad de entre 54 y 60 kilómetros por hora, en un tramo con limitación a 60. Estela iba a 29 kilómetros por hora.
Según su relato, no vio a Estela circulando en su bicicleta. El sol le había deslumbrado y solo notó un ruido metálico extraño cuando arrolló a la joven, que él interpretó como la caída a la calzada de una pieza del vehículo. Continuó la marcha sin detenerse para volver al taller que distaba solo unos 300 metros y comprobar qué pieza podría haberse desprendido de los bajos del camión. Al cuarto de hora volvió al lugar en una furgoneta, según él para retirar la pieza y evitar que pudiera provocar un accidente.
Al llegar se encontró ya con un dispositivo numeroso de agentes de la Guardia Civil de tráfico, ambulancia, personal de primeros auxilios y curiosos. Los ocupantes de dos coches que circulaban detrás del camión y habían visto el accidente, se habían encargado de avisar rápidamente al 112.
El conductor del camión se dirigió a los agentes y reconoció ser el responsable del mortal accidente. Su primera versión sobre las causas, que ha mantenido hasta el final, era que no había visto a la ciclista por el deslumbramiento del sol.
Nada se pudo hacer por Estela. Había muerto instantáneamente.
MUERTE DE UNA HIJA
Estela era hija única de Juan Carlos y su mujer Yolanda. Se enteraron del accidente, cuando se encontraban de viaje en Zaragoza, por una llamada telefónica del novio de la joven que había sido el primero en saber lo sucedido a través de las redes sociales.
Juan Carlos relataba así los momentos en que recibió la noticia:
“Lo recuerdo de una forma muy trágica. Como algo que era irreal. Pienso que el cuerpo, en esos momentos, crea un mecanismo de defensa para ayudar a protegernos. Se va lo más preciado y es sumamente duro”.
Y un año más tarde, comentaba, siempre evocando la personalidad de Estela, su sentido de la responsabilidad, las horas que dedicaba al estudio, su futuro prometedor en el mundo del ciclismo:
“Después de que te confirman la muerte de tu hija estás un tiempo sin hacer nada. Como un zombi. Me ha ayudado a seguir adelante el hecho de saber que tenía que apoyar a mi mujer. Tardas más de medio año en asumirlo, no lo quieres aceptar. Al final está ahí y lo tienes que acabar asumiendo”.
CONDOLENCIAS Y HOMENAJES
Juan Carlos y su mujer tuvieron el consuelo de recibir innumerables muestras de condolencia de instituciones, deportistas y personas anónimas que se sintieron impactados por la noticia de la trágica muerte de su hija.
Al del club ciclista al que pertenecía Estela, el Sopela Women, se añadió el mensaje de condolencia de la Real Federación Española de Ciclismo que pedía además “por favor, respeto siempre al ciclista en carretera. En cada bici va una vida”; o el mensaje de pésame asimismo de la Universidad de Salamanca, y en general de ciclistas que lloraron la pérdida de Estela, como Alejandro Valverde que escribió a sus padres un sentido tuit: “No hay palabras que sirvan ante algo así. Todo mi cariño a los familiares y allegados de Estela Domínguez y especialmente a su padre con quien compartí pelotón en mis primeros años. DEP”.
Días después del suceso centenares de ciclistas recordaron a Estela en una marcha multitudinaria que partió del Multiusos Sánchez Paraíso de Salamanca a las 10 horas hasta el lugar del suceso, en la N-620. Allí, la comitiva homenajeó a la ciclista depositando flores y leyendo un manifiesto.
En la Plaza Mayor de Valladolid casi 500 ciclistas se concentraron para guardar un minuto de silencio en su memoria antes de trasladarse al monolito conmemorativo de los amantes de este deporte muertos en carretera, situado en la glorieta entre la Avenida Salamanca y la Avenida Zamora, donde su nombre aparecía ya con el de otros malogrados ciclistas.
Se ha dado el nombre de Estela Domínguez a la cima de los Lagos de Covadonga, la montaña más importante de la primera edición femenina de la Vuelta a España; la I Vuelta a las Arribes ‘Road Bike’ se abrió en la localidad de Lumbrales con un emotivo homenaje a Estela; en Arroyo de la Encomienda se celebró el Memorial Estela Domínguez, un homenaje de la Copa de Escuelas de BTT de Castilla y León, y la ciudad inauguró un parque que lleva el nombre de Estela.
Todos los integrantes del equipo español que competía en los Europeos en pista en Holanda, mostraron brazaletes negros en señal de duelo.
POR ESTELA
A partir de entonces comenzaría la lucha de Juan Carlos por establecer la verdad sobre el accidente sufrido por Estela y por lograr un cambio legislativo que proteja más eficazmente al “vulnerable”, al ciclista, en los accidentes de carretera.
En abril de 2023 Juan Carlos publicaba una carta en redes sociales dirigida a Estela que era en realidad un alegato reclamando “leyes penales más duras para los que arrebatan la vida a una persona”.
“A Estela no nos la van a devolver, pero no se puede permitir que vuelva a pasar y se vayan de rositas. Ir a la cárcel es duro, pero lo es más perder a una hija, marido, hermano o padre, que ya no volverán. Nuestro deseo es que ninguna familia más tenga que pasar por este sufrimiento”.
En la décimo novena etapa de la Vuelta Ciclista a España de 2023, con llegada en Íscar, localidad natal de Juan Carlos, este tuvo la oportunidad de comentar en directo la etapa y aprovechó para pedir a la Fiscalía de Salamanca que “lea muy bien el informe de la Guardia Civil, que lo ha hecho muy bien, y verán que no es solo una distracción puntual que puede tener cualquiera, sino que es una distracción durante mucho tiempo en la que yo creo que iba haciendo algo que no debería”, en referencia a la documentación presentada por el Instituto Armado sobre el comportamiento del conductor responsable del atropello mortal de su hija. Domínguez también aprovechó para pedir explicaciones sobre la legislación actual, puesto que ve incomprensible que “sea lo mismo robarte un beso que robar la vida de una persona, de uno a 5 años lo primero y de dos a cuatro años en el caso de mi hija”.
DOS MIL MUERTOS
Desde 1992 han muerto en carreteras interurbanas de toda España cerca de dos mil ciclistas. Si nos ceñimos únicamente a nuestra comunidad y a los accidentes con resultado mortal o con heridos graves los números asustan: cerca de 500 accidentes en carreteras principalmente secundarias desde el año 2000.
Las asociaciones ciclistas, que se agrupan en la Mesa Española de la Bicicleta, reclaman una modificación del Código Penal para los accidentes mortales y una normativa técnica en el diseño de las carreteras, con carriles específicos para bicicletas o bien amplios arcenes por donde puedan circular sin peligro.
En el plano penal, la primera batalla se ganó hace muy pocos años: en 2019, cuando se introdujo el delito de abandono del lugar del accidente. La segunda, en 2022, cuando lograron que el código penal definiera la “imprudencia menos grave”. La imprudencia grave es la que se realiza bajo la influencia de drogas, alcohol o con exceso de velocidad; la menos grave, la que no es grave pero cause la muerte de otro (en accidentes de tráfico). La imprudencia grave lleva pena de prisión de uno a cuatro años; la menos grave, solo multa.
En los juicios de la mayoría de estos accidentes los conductores salen prácticamente impunes, al considerarse los hechos como imprudencia menos grave penada sólo con multa y retirada del carnet de conducir por espacio de unos cuantos meses.
IMPRUDENCIA MENOS GRAVE
El juicio por la muerte de Estela se celebró a primeros de junio de este año. A él asistieron familiares y amigos de la víctima, testigos y solo una treintena de ciclistas autorizados de los cerca de doscientos que se arremolinaron a las puertas del juzgado con camisetas y carteles para reclamar justicia para Estela.
Entre los asistentes al juicio para apoyar a la familia estaba Goyo Negro de Paz, tan involucrado en el proceso que llegó a fletar autobuses para la gente que quisiera mostrar su solidaridad con Estela y protestar contra el sistema penal que apenas castiga a los causantes de accidentes mortales.
Negro de Paz es también un luchador incansable que persigue la modificación de la ley con recogida de firmas y visitas al Congreso y el Senado, desde que en febrero de 2016 su hermano Jesús, ciclista, muriera víctima del atropello de un camión que invadió el arcén de la ronda exterior VA-30.
A las puertas del juzgado de Primera Instrucción de Salamanca, Juan Carlos Domínguez se quejaba de la calificación por parte de la fiscalía del accidente de su hija como un delito de homicidio por imprudencia menos grave: “Calificar como delito leve el matar a una persona es irrisorio”. La familia había presentado recursos para elevar la consideración del delito y para sumar el abandono del lugar del accidente, que fueron desestimados.
En el trascurso del juicio la acusación particular trató de defender su versión del accidente alegando que el conductor del camión tuvo que haber visto a Estela previamente puesto que su bicicleta iba dotada de una luz parpadeante en la parte trasera que podía verse a 600 metros; a no ser que el hombre se hubiera distraído con un móvil o con cualquier dispositivo del vehículo para verificar su rendimiento después de la reparación.
En cuanto al deslumbramiento del sol, la acusación esgrimía el informe de la Guardia Civil que no había apreciado una molestia grave del reflejo solar dada la dirección del camión a aquellas horas de la tarde. El brillo del sol era lateral, aunque el parabrisas del vehículo estaba muy sucio lo que podría haber dificultado algo la visibilidad.
Los conductores de los dos coches que iban detrás del camión testificaron que el sol estaba bajo y molestaba, pero que no les impidió ver a Estela pedaleando en su bicicleta bastantes metros más adelante.
El conductor causante del accidente insistió en su declaración en la falta de visión y en que si hubiera sabido que había atropellado a la ciclista no se hubiera marchado del lugar.
Minutos antes de acabar el juicio y haciendo uso de su derecho a unas últimas palabras, presentó sus condolencias a los padres de Estela, lo que provocó gritos, protestas e insultos en la sala: “¡sinvergüenza, justicia, asesino!”. Entonces se le oyó decir desde el banquillo de los acusados: “lo que me tengáis que decir, me lo decís en la calle”.
Era la primera vez, año y medio después del accidente, que les dedicaba una frase que pudiera sonar a disculpa y arrepentimiento.
¡QUÉ BARATO SALE MATAR!
Antes del juicio, los padres de la joven fallecida fueron indemnizados por el seguro con 218.500 euros.
Cinco mil cuatrocientos euros de multa y dieciocho meses sin carnet de conducir fue la pena condenatoria impuesta al causante de la muerte de Estela. La pena máxima prevista en el Código Penal.
En la sentencia se recoge “que resulta plenamente probado que el día 9 de febrero de 2023, sobre las 18:30 horas, B.G.H. actúa de forma imprudente menos grave al no respetar las normas esenciales de atención a la circulación e incidencias del tráfico, dado que no adecuó ni redujo la velocidad del camión, llegando incluso a su detención, pese a que ello era necesario en atención a las concretas circunstancias de la vía de deslumbramiento por el sol y falta de visibilidad, por lo que colisionó por alcance contra una bicicleta visible, al menos, a trescientos metros, con lo que no evitó, pudiendo haberlo evitado, causar daños a la usuaria de la vía Estela, provocando su fallecimiento”.
La indignación se palpaba en la sesión en que se dio a conocer la sentencia.
El comentario general era “¡qué barato sale matar!”.