Estampas de aldea, de nuevo en un libro

Obra de Pablo de Andrés Cobos en 1935, su nueva edición se compone de relatos que, escritos inicialmente como lectura infantil, se han convertido en un documento etnográfico de Segovia en las primeras décadas del siglo XX

El diputado de Cultura, José María Bravo, y la coeditora de ‘Arqueología de imágenes’, Ainhoa Zufriategui, en la presentación ayer de la nueva edición.
El diputado de Cultura, José María Bravo, y la coeditora de ‘Arqueología de imágenes’, Ainhoa Zufriategui, en la presentación ayer de la nueva edición.

Como si de un trabajo de recuperación arqueológica de los paisajes de la provincia en los primeros años del siglo veintiuno se tratase, la editorial Arqueología de Imágenes, de la que son responsables Aku Estebaranz y Ainhoa Zufriategui, recuperó en el año 2015 el libro ‘Estampas de Aldea’, escrito por el segoviano Pablo de Andrés Cobos en 1935; una publicación que ahora, y con la colaboración del Instituto de la Cultura Tradicional ‘Manuel González Herrero’ de la Diputación, da a luz a su segunda reedición, presentada hoy en rueda de prensa por el diputado de Cultura, Juventud y Deportes, José María Bravo, y por la propia Zufriategui.

“Esta obra es un viaje por un sinfín de textos que recogen esas vivencias durante esa época en la que hubo también una transición en la escuela española y en la que eclosionó mucho la escuela rural”, afirmaba José María Bravo en su intervención, reconociendo el valioso trabajo realizado por la editorial para recuperar una publicación que, como coincidían en señalar Bravo y Zufriategui, tuvo un éxito tan grande como efímero, debido al comienzo de la Guerra Civil. No en vano, y tal y como relataba esta mañana la editora, cuando, tanto ella como Aku Estebaranz, dieron con el título del conjunto de relatos escritos por Pablo de Andrés Cobos, lograron hacerse con un libro muy desgastado de cuya existencia no se tenía constancia. “Supimos que sólo había un ejemplar en la Biblioteca Nacional de Madrid; el libro estaba totalmente desaparecido”, apuntaba la editora, reconociendo que aquel descubrimiento dio lugar a un trabajo de investigación en el que participó la única hija con vida del autor, Soledad de Andrés, y que centró la primera reedición de una publicación que en su origen fue concebida como un libro para ser leído por los niños en la escuela.

Y es que, discípulo de Blas Zambrano y contertulio de los intelectuales de la época como Antonio Machado, de quien llegó a ser biógrafo, Pablo de Andrés Cobos fue, además, uno de los maestros de aquellos años que revolucionó los métodos pedagógicos. No obstante, ‘Estampas de aldea’, que se ha convertido en un verdadero documento etnográfico, estaba relegado a un segundo plano hasta por su propia familia, según detallaba en la presentación Ainhoa Zufriategui, quien confesaba que “era a lo que menos importancia se había dado de la obra de Pablo de Andrés, porque los estudios sobre Antonio Machado habían sido publicados en la década de los sesenta y los setenta con mucho éxito y difusión”.

Por ello, con el objetivo de poner en valor una obra que recoge con “mucho humor y mucha dulzura” testimonios de lo que fue la infancia del autor en Carrascal de la Cuesta, haciendo hincapié en las tareas del campo, el día a día de las aulas, la relación entre las familias, los momentos especiales como los toros de Turégano o la feria de San Andrés, la Diputación colabora con esta segunda reedición, que, como señalaba Zufriategui, mantiene el aspecto original del libro, incluidas las ilustraciones del prestigioso dibujante Miguel Prieto, con un ligero cambio: la ampliación en su cuerpo de texto para que sea más accesible a personas mayores y a lectores infantiles. Además, esta nueva edición, como concluía Ainhoa Zufriategui, “incluye dos pequeñas biografías de Pablo de Andrés Cobos y Miguel Prieto, que permiten al lector situarse en la época y en el porqué de elaborar un libro escolar en un momento en el que lo único que tienen los niños para leer son unos pocos libros de los autores clásicos; pero no existe un concepto de literatura infantil muy desarrollado y mucho menos una literatura infantil que evite la fantasía y se centre en la realidad de los niños”.