Es Vd. investigadora asociada de la Fundación Gustavo Bueno, doctora y profesora de filosofía en la Universidad de Extremadura ¿En qué cátedra? — Soy profesora del Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres, dirigido actualmente por Alfonso Pinilla, todo un experto en la Transición española y gran compañero.

— ¿Qué asignatura imparte? ¿Dirige tesis?
Mi asignatura es la Historia de la Filosofía, que imparto en el primer curso de todos los Grados de la Facultad. Aún no he podido dirigir tesis porque no reunía los requisitos administrativos para ello, al llevar en la Facultad poco tiempo. Pero he recibido algunas solicitudes de alumnos y espero cumplir pronto con esa faceta tan importante.

— ¿Investiga a la vez?
— Así es. La docencia en la Universidad se combina con la investigación. Pero hay que decir que la Filosofía no es una disciplina científica, con lo que no hay una diferencia, como en otras materias, entre enseñar e investigar. En Filosofía, sea en el Instituto, sea en la Universidad, si no investigas es que no enseñas.

— ¿Qué objetivos y ambiciones tienen los alumnos de Filosofía? ¿Pueden cursar su asignatura desde otras carreras?
— En la Universidad de Extremadura no hay especialidad de Filosofía, de manera que imparto Filosofía para alumnos de otras carreras, en particular, de distintas Filologías, Historia, Geografía e Historia del Arte. Y tengo la suerte de encontrarme con alumnos que tienen mucho interés por la filosofía. De hecho, aunque no lo sepan, ellos hacen filosofía a su manera, especialmente en Historia, porque son disciplinas muy imbricadas con las Ideas, el campo de la Filosofía.

— ¿Es España un país con déficit de filósofos? Se suele presentar a Alemania primero y luego a Francia como países donde los filósofos son abundantes
— Depende de lo que se entienda por filósofo, porque creo que en España la filosofía la ejercen, más que los profesores de filosofía, los periodistas, los escritores o los divulgadores científicos. Más que un déficit de filósofos, lo que hay en España es una ausencia de debate público entre los filósofos, que haberlos, haylos. Gustavo Bueno ha sido el último gran filósofo que fue capaz de suscitar ese debate, pero no fue en la Universidad, sino en la televisión, en general en los medios de comunicación. Es verdad que en Alemania y en Francia la figura del filósofo tiene un prestigio que en España no existe, y a lo mejor con razón. Con todo, lo importante no es que haya muchos o pocos, sino que sean buenos, y en eso creo que tenemos suerte.

— ¿Quiénes son sus maestros?
— Mi maestro en filosofía sin duda es Gustavo Bueno, y a continuación, su hijo, Gustavo Bueno Sánchez. Actualmente, Enrique Moradiellos, con quien tengo la suerte de compartir el trabajo en la Universidad, también es para mi un maestro. Y los tres somos, en buena medida, condiscípulos del mismo maestro, quien dijo que la gran pregunta de la Filosofía, qué es el hombre, se responde sabiendo qué es España, lo cual se hace gracias a la Historia.

— Su tesis versó sobre Pedro Sánchez de Acre ¿Quién es?
— Pedro Sánchez de Acre es un humanista toledano de finales del siglo XVI, al cual un día me presentó Bueno Sánchez.

— ¿Cuál fue su obra? ¿Por qué es relevante?
— Escribió tres libros de Miscelánea renacentista, cuyos títulos son muy barrocos. Acortándolos son: Árbol de consideración y varia doctrina, Historia moral y filosófica y Triángulo de las tres virtudes.

Su relevancia se debe a escribir en español tanto de materias sutiles, que diría él, como de materias menos sutiles, cuando no directamente prosaicas, es decir, naturales. Con esa particular mezcla entre los asuntos divinos o teológicos y humanos tan característica de la época. Lo cual, según mi parecer, es muy relevante, porque elimina, para empezar, la barrera entre la teología y la filosofía, que estaba marcada por las diferentes lenguas en las que dichas materias se trataban, el latín y el español. La filosofía en español convivió con el latín y trasladó a la lengua vulgar las cuestiones académicas que sólo manejaban los expertos.

— ¿Cuál es la ética del trabajo de Sánchez de Acre?
— Yo aprendí con Sánchez de Acre que las loas al trabajo, contra la ociosidad, son características de la filosofía católica, rótulo este, por cierto, el de “filosofía católica”, que es como este autor denomina a su filosofía. Y que ese cuento de la ética protestante, por llamarlo de alguna manera, ya lo teníamos nosotros aprendido. Hay una expresión muy simpática de Pedro Sánchez de Acre que es que “no hay que estar mano sobre mano”.

— ¿Se puede decir que la ética del trabajo corresponde a los países protestantes?
En awbsoluto, si es que al decir “ética” estamos dándole un significado similar a “cultura” o “costumbre”. Hoy en día se habla de la “cultura del esfuerzo”, en expresión muy protestante, por cierto, porque para el católico lo que importa es el resultado, no si te ha costado mucho o poco. Y la diferencia entre católicos y protestantes en la cuestión del trabajo es importante, sin duda. La conocida tesis de Weber vino a sentar, con su interesada visión anticatólica, que todavía está vigente -y afortunadamente desmontada con toda eficacia por Elvira Roca Barea-, que en los países protestantes el desarrollo económico ha sido superior porque veían en el trabajo un camino para la salvación. Pero lo cierto es que la filosofía católica otorga al trabajo, que habría que definir (qué es el trabajo), su verdadero sentido en el conjunto de la vida humana, que es por la generosidad hacia los demás, y no por la angustia egoísta del que quiere salvarse a sí mismo. Como se suele decir, ¿trabajar para vivir, o vivir para trabajar?. Al confundirse el trabajo en general, con el trabajo asalariado, la visión protestante no deja de ser la ideología que edulcora la explotación de los imperios depredadores. Actualmente ya se reconoce que Felipe II estableció la jornada de ocho horas para los obreros, que ya hubieran querido para sí los de la Inglaterra del XIX.

— Asimismo, ha escrito sobre Benito Arias Montano, hebraísta. España ¿prohibió traducir la Biblia? ¿Persiguió a los hebraístas?
— Tuve el honor de ser invitada el pasado verano a un curso dedicado a este eminente humanista, en su tierra natal, en Fregenal de la Sierra, y di una conferencia sobre su faceta de hebraísta, así es. Y no sólo era conocedor del hebreo, sino también del árabe, aparte del latín, el griego, y todas las lenguas vivas de la Europa del momento. Respecto al asunto de la prohibición de la Biblia, hay que decir que en la España del siglo XVI, debido a la herejía protestante, hubo una verdadera preocupación tanto por la educación de los fieles, como por la formación de los sacerdotes. Y desde luego, todo aquello que se publicaba debía recibir el visto bueno de las autoridades, como hoy en día, o así debería ser. La cuestión de la traducción de la Biblia se suele plantear de un modo equivocado, porque no es que se prohibiera la traducción de la Biblia a la lengua vulgar, sino que lo que se perseguía era el protestantismo, que negaba toda autoridad a la Iglesia para impartir la doctrina cristiana y podía utilizar la traducción para corromper el mensaje divino depositado en la Biblia. Ese es el quid de la cuestión. Así, no sólo no se persiguió el hebraísmo, sino que hubo eminentes estudiosos del hebreo, como del latín o del griego, profesores de Universidad que eran famosos judeoconversos, como Alfonso de Zamora, el primer catedrático de hebreo y arameo de la Universidad de Alcalá de Henares. Con él contó el cardenal Cisneros para la edición de la Biblia Políglota Complutense, el mayor monumento al respeto filológico de su tiempo.

— ¿Qué aportó Arias Montano?
— Hacer una valoración global de su obra sería atrevido por mi parte, puesto que estoy con su estudio en curso, pero sí puedo recoger lo que otros han dicho sobre él. Para empezar, resulta sorprendente lo poco que se le conoce y lo muy tergiversado que está lo poco que se conoce. Por ejemplo, nada más comenzar, nos encontramos con que se le niega la condición de filósofo, a pesar de que su discípulo más directo, Pedro de Valencia, hable de la filosofía del maestro. Como recoge acertadamente uno de los últimos estudios sobre él que he conocido, de Juan José Jorge López, hay que cuestionarse su definición como autor heterodoxo presente en la historia de la filosofía de Abellán, tan citada e influyente. Basado en la controvertida opinión de Ben Rekers, afirma que Montano, siendo sacerdote católico, se afilió a la secta de la “Familia Charitatis”, por su vinculación con el impresor Plantino de Amberes. Sin entrar en si ello es cierto o no, constituye un tópico recurrente el que a los filósofos católicos siempre se les busquen las vueltas pasados los siglos y se descubra que en realidad burlaron a las autoridades, basándose en cartas, o comentarios personales, y no en su obra escrita. Sin duda, la gran obra de Arias Montano es la Biblia Políglota de Amberes o Biblia Regia, por ser un encargo de Felipe II, pensada en su momento como una nueva edición de la Complutense de Cisneros, obra que, de nuevo, apenas es conocida por los españoles.

— ¿Cuál fue su participación en Trento?
— El obispo Martín Pérez de Ayala, sabedor de sus méritos, le nombra miembro de la delegación española para el Concilio de Trento, en el que sus intervenciones sobre el divorcio y sobre la comunión en las dos especies, le valieron su fama como gran teólogo y erudito. Como es sabido, en el Concilio de Trento se hubo de dilucidar la dogmática católica frente a la herejía protestante y Arias Montano estaba especialmente interesado en esta cuestión. Su posterior encargo de la edición de la Biblia Políglota de Amberes hemos de relacionarlo con esta labor.

— ¿Y su relación con Felipe II?
— Fue al volver de Trento cuando le nombra capellán real y pasa a cobrar una pensión por sus servicios a la Corona, lo cual ya es suficiente indicio de su estrecha colaboración. Pero si además tenemos en cuenta que el Rey le eligió para dirigir la edición de la Biblia de Amberes, así como, por último, ser el bibliotecario, nada menos, que de la Biblioteca de El Escorial, está dicho todo. Esa Biblioteca, se puede decir sin hipérbole, era para Felipe II la joya de la corona, el depósito del saber de toda Europa que representaba su figura como el “Rey prudente” y fue Arias Montano el responsable de hacer el acopio de los ejemplares que la iban a nutrir.
Visitó librerías para comprar libros antiguos, manuscritos, de todo tipo, por todas las ciudades importantes de Europa. El despliegue de sus emisarios que compraban sus encargos al mejor precio, igual que él mismo, está muy bien documentado por las cartas, en las que va informando al Rey de todo. Por último, hay que destacar su papel como consejero político en el importante asunto de la sucesión al trono de Portugal del propio Felipe II.

— ¿Qué diferencia el trabajo de Arias Montano otros como la Biblia del Oso?
— Básicamente la diferencia es su posición respecto a la ortodoxia religiosa, pues Casiodoro de Reina, el traductor al castellano de la Biblia conocida como “del Oso”, fue un monje jerónimo sevillano que se hizo protestante. El trabajo de Arias Montano, por otra parte, en cuanto a su calidad científica, contaba con un equipo muy grande de expertos en las diferentes lenguas originales de la Biblia (hebreo, arameo, latín y griego), en colaboración con distintas Universidades, además de haber sido revisada por la curia papal y por la inquisición española. Todo ello, además, por el hecho de haber recibido las acusaciones de León de Castro de “judaizar”, de las que Arias Montano se defendió pacientemente. El apoyo de Felipe II fue para él muy importante en medio de las intrigas infundadas. La Biblia del oso, en este sentido, tiene más valor testimonial que otra cosa. Aparte de que se ha llevado el mérito de ser la primera Biblia traducida al castellano en 1569, cuando lo cierto es que la primera fue la Biblia alfonsina, encargada por Alfonso X, la verdadera primera biblia traducida a una lengua vulgar ya en 1280.

— ¿Resaltaría a algún otro pensador español? ¿Por qué?
Sin duda, a Miguel de Unamuno. Porque está en total sintonía con la Idea de España del materialismo filosófico. Su ensayo Del sentimiento trágico de la vida es para mi toda una inspiración. Y su novela Amor y Pedagogía fue una lectura que me marcó en mis años de iniciación, antes de conocer a Gustavo Bueno y su crítica al fundamentalismo científico, que es de lo que, en el fondo, trata esta novela. Siempre que puedo la recomiendo.

— ¿Alguno relacionado con Segovia?
— Rodrigo Sánchez de Arévalo me parece una figura admirable. Otro autor cuyo desconocimiento llama la atención. Como humanista del siglo XV al que también se le ha hurtado su condición de filósofo, me recuerda a Arias Montano. Obispo de Segovia, discípulo del gran Alonso de Cartagena, embajador de Juan II y Enrique IV, secretario de la curia papal… ¿qué más se puede pedir?.

— ¿Qué consejos daría a sus alumnos o a futuros alumnos de Filosofía?
— Que sigan sus propios intereses, eso nunca falla. El consejo de un profesor está muy bien sólo si ellos te lo piden. El mejor consejo que a mi me dio Bueno fue su propio ejemplo.