Estatua del 'Diablillo'.

El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha desestimado el recurso presentado por la Asociación San Miguel y San Frutos que pedía la nulidad de la donación de la polémica estatua del diablillo, que se encuentra colocada a pocos metros del .

La sentencia proporcionada por el TSJCyL reitera los argumentos del Juzgado de lo Contencioso Administrativo nº 1 de Segovia y da la razón al Ayuntamiento de la ciudad sobre la legalidad de la donación de la pieza.

La alcaldesa en funciones, Clara Luquero, siempre ha defendido que se trata de una escultura que rememora la leyenda del Acueducto romano de la ciudad, en la que se relata que fue el diablo quien la construyó en una sola noche, y ha insistido en que el objetivo de esta talla no es ofender la sensibilidad religiosa.

El Juzgado de lo Contencioso administrativo nº 1 de Segovia decidió que no procedía tomar medidas cautelares para impedir la colocación, así como para impugnar la aceptaron la donación realizada por el escultor José Antonio Abella.

Un auto que ha ratificado el TSJCyL al considerar que se trata de una decisión «democrática» a la que hay que atribuir «presunción de legitimidad» puesto que se ha adoptado en el seno de una corporación municipal en el ejercicio de sus competencias propias y aplicando una norma jurídica con rango de ley.

Asimismo, ha dejando constancia que los derechos e intereses de los actores, «ni se dañan, ni se perjudican irremediablemente» con la acción municipal.

Por último, el magistrado ha recalcado que la necesidad de recurrir al principio de libertad religiosa, en su aspecto de manifestación pública, así como al de laicidad, independencia y aconfesionalidad del Estado lo que, a su juicio, obliga a este tribunal a mantenerse «neutral» y valorar la legalidad y la ausencia de riesgo frente a otros principios objetos del pleito.

La estatua, que también pretende diversificar los flujos turísticos de la ciudad, está ubicada en la parte alta de la calle San Juan, está elaborada en bronce, tiene 1,70 metros de altura y sujeta con unas tenazas un sillar.

Y también lleva un teléfono móvil con el que invita a los turistas a hacerse un «selfie» con la panorámica del Acueducto.