
El Premio Internacional de Poesía ‘Jaime Gil de Biedma’ de la Diputación recayó en manos de Luis Alberto de Cuenca como ganador de su trigésima tercera edición. Los versos del poemario ‘El secreto del mago’ del reconocido escritor fueron designados este martes como sucesor de Manuel Francisco Reina y su ‘Servido en frío’ en el palmarés del Premio que cada año otorga la institución provincial segoviana.
Era el secretario del jurado, Emilio Lázaro, quien, ejerciendo por última vez como tal, antes de su jubilación, anunciaba el nombre del ganador, después de que el presidente de la Diputación, Miguel Ángel de Vicente, dirigiese unas palabras al público reunido en un salón de Plenos lleno para la ocasión, donde no faltaron autoridades como el vicepresidente de las Cortes de Castilla y León y expresidente de la Diputación, Francisco Vázquez, o el consejero de Cultura, Turismo y Deporte y excoordinador y fundador del Premio, Gonzalo Santonja. Sus herederos al frente del ‘Gil de Biedma’, Juan Manuel de Prada y María Antonia de Isabel Estrada, escuchaban atentamente a De Vicente afirmar que, tanto Santonja como Lázaro han “conseguido que el Premio Internacional de Poesía ‘Jaime Gil de Biedma’ sea la mejor epopeya que la provincia de Segovia le puede dedicar al poeta: un relato tan épico como una Diputación, una Administración pública, una institución política, rendida, una vez al año, a los dioses mundiales de la literatura”.
‘Dioses’ entre los que ya figuraba, por su trayectoria, el ganador del Premio y de sus 10.000 euros de dotación y a cuyo olimpo también accederá Amalia Martínez Muñoz, merecedora del accésit de esta edición y de sus 3.000 euros. Ambos lograron conquistar al jurado formado por los propios Juan Manuel de Prada y María Antonia de Isabel Estrada, además de Carlos Fernández Aganzo, Fermín Herrero, Asunción Escribano, Jesús García –’Chus’ Visor–, Raquel Lanseros y Antonio Colinas, quienes valoraron, de ’El secreto del mago’, el hecho de tratarse de un libro “polifónico, con partes que a veces parecen dispares, pero que van muy acorde con la idea que Luis Alberto de Cuenca tiene de la poesía”, mientras que de ‘La aguja incandescente’ destacaron “una musicalidad certera que subraya la fugacidad y la intemperie de la existencia, lo efímero de nuestros días”.
El presidente de la Diputación calificó al jurado como un “Consejo de Sabios que siempre sabe elegir la palabra que define a la perfección el momento”, añadiendo que “en los poemarios seleccionados están versados el lugar y el instante que nos acecha y nos acoge a todos”.
Por otro lado, y refiriéndose al hecho de que este año el número de libros recibidos, 547, haya disminuido de manera considerable debido al requisito de su presentación a través de la Sede Electrónica; algo que, por otra parte no ha repercutido, a juicio del jurado, en la calidad de los poemarios, el presidente manifestó que “tal vez esta edición no es la que mejores cifras suma, pero estoy convencido de que un número capicúa como es el 33, un número ligado a la muerte y la resurrección, sólo puede ser señal de punto de inflexión, el mejor indicio para dar la vuelta con garantías al galardón”.
Así lo consideró también De Prada, quien, secundando las palabras de De Vicente y reconociendo que el Premio “ha sufrido heridas en la batalla telemática” y que “es evidente que habrá que hacer algunas reformas”, añadía, no obstante, que el ‘Jaime Gil de Biedma’ “mantiene el pulso y hemos conseguido que cada vez sea más conocido y que cada vez más poetas consagrados, como es el caso de Luis Alberto de Cuenca, quieran participar en él”.
Para el jurado, el libro ganador, escogido de manera unánime y que, al igual que el accésit, será publicado por la prestigiosa editorial Visor, es “un libro muy destacado, libérrimo en el aspecto más positivo del término”; un poemario lleno de “heterodoxia de libertad e independencia en el que existe un gran dominio de la forma”.
Finalmente, tanto los miembros del jurado como el presidente de la Diputación agradecían también la labor de lectura minuciosa y selectiva realizada por el prejurado y celebraban que el Premio ‘Jaime Gil de Biedma’ siga siendo un galardón referente en la literatura nacional e hispanohablante.
Luis Alberto de Cuenca Prado (Madrid, 29 de diciembre de 1950) es un poeta, filólogo, helenista, traductor, ensayista, columnista, crítico y editor literario español. Ha sido galardonado con el Premio Nacional de Traducción (1989) y el Premio Nacional de Poesía (2015). Es académico de número de la Real Academia de la Historia, académico de la Academia de Buenas Letras de Granada, vocal del Real Patronato del Museo del Prado y miembro del jurado del Premio Princesa de Asturias de las Letras. Es un declarado católico.

“—Tras décadas de letras y poesía, en las transformaciones de lenguaje que estamos viviendo actualmente, ¿cómo ve, por ejemplo, el lenguaje inclusivo? ¿Le da risa, le irrita o le resulta indiferente?
—Irritarme, no, la irritación sería una concesión al tema. Hay que seguir el parecer y opinión de los expertos, y ya lo han dicho. Yo me atengo a las directrices de la RAE, soy abyecto seguidor de sus normas. Me gustan las normas, me dan tranquilidad y seguridad. Lo del lenguaje inclusivo son ganas de complicar la vida; la lengua tiene sus características, su biología, su bibliografía, y es absurdo alterarla con motivaciones sociales o de otro tipo, ya ella misma se ocupa de irse alterando poco a poco. Aunque, de algún modo, el lenguaje inclusivo nos ha llegado a todos. Cada vez digo más «alumnos y alumnas». Siempre que se respete el idioma, que no se cometan disparates, no es nada malo.
—En su poesía preside el amor y la ironía, y quizás haya versos que molesten a algunas mentes que abundan hoy en día.
—Cada vez, acaso por la edad, hay menos ironía, aunque siempre queda algo de humor. Es lo más humano del mundo, la risa es el proprium de la especie humana, lo que nos diferencia de los demás animales; porque las hienas no se ríen, hacen muecas.
—¿Hemos perdido el valor de lo sagrado?
—No lo perderemos nunca. La religión, la relación del hombre con lo trascendente, seguirá existiendo porque hay demasiadas razones para intentar salir de esta angustia cotidiana que nos da ser la única especie animal en el mundo consciente de su propia muerte, y eso tiene su correlato en la búsqueda de su trascendencia. No estamos, en este sentido, peor que en los años cuarenta; incluso te diría que estamos mejor, porque la fe impuesta es de las cosas más delirantes que puede darse. Creo que el cristianismo es el sistema religioso y teológico de valores más sofisticado, bello e interesante que ha habido a lo largo de la historia. Por algo la sociedad occidental ha abolido la esclavitud, ha cifrado en la libertad muchos anhelos, en la igualdad ante la ley… Todas esas conquistas se nutrieron de la filosofía occidental de la que participa el cristianismo; otra cosa es que el cristianismo haya tenido claras meteduras de pata. Pero eso somos nosotros; cristianismo, filosofía griega, y derecho romano. Lo que más me cabrea del pensamiento correcto no son las tonterías del lenguaje, sino que no se valore suficientemente la contribución de la sociedad occidental al mundo. Se derriban las estatuas de los conquistadores españoles en las Américas y nadie habla de quién llevó allí la filosofía humanista y el derecho. Porque los sacrificios humanos estaban a la orden del día antes de que llegáramos. ¿Que hubo abusos? Claro, y los habrá.”
Estoy aquí y volveremos a vernos
Estoy aquí, mi amor, estoy aquí,
velando tus naufragios en las noches
en que nadie responde, en las heladas
madrugadas vacías, en las tardes
de desesperación y locura.
Pon en duda, si quieres, que la Tierra
gire en el desolado precipicio
del espacio infinito alrededor
del Sol, o que los astros sean fuego,
o que el amargo río de la vida
desemboque en la muerte.
Pero nunca dudes de que,
en la fiebre del fracaso
o en la sed de la angustia, en el abismo
de la ansiedad y del desasosiego,
estoy aquí, amor mío, estoy aquí.
Aunque tú no me veas ni me oigas.
Luis Alberto de Cuenca Prado
Amalia Martínez Muñoz es pintora y profesora de Historia del Arte. Licenciada en la Facultad de Bellas Artes de San Carlos, se doctoró en la Universidad Politécnica de Valencia, en la que imparte clases desde 1986. Sus libros y publicaciones sobre todo basculan entre la divulgación y la reflexión sobre las artes y la imagen: Televisión y narratividad (1989), Las vanguardias (1997), Arte del siglo xx (2000) y Arte y arquitectura del siglo xx (2001)

“—Por lo que sé, usted es, además de profesora, escritora, pintora, crítica de arte y poeta, ¿qué fue lo primero?
—Hice Bellas Artes porque desde pequeñita quise ser pintora. Luego Historia del Arte porque soy muy teórica y muy estudiosa y como complemento a la pintura, y luego Fillosofía como otro complemento.
Aunque me gano la vida como historiadora, yo me siento pintora, soy una pintora de pura cepa, a pesar de que me apasiona ser historiadora, y la docencia siempre te permite estudiar y contar lo que te gusta.
—¿Sus estudios sobre medios de comunicación de masas nos dan alguna esperanza de que estos medios no nos arrastren hacia lo que ellos quieran sin saber nunca la verdad de las cosas que ocurren?
—Hay que pensar que la mayoría de gente en el siglo XIX no tenia ningún tipo de información. Ahora hay tanta que tienes que filtrarla, tener un criterio y, otra cosa: la duda. Cuando recibes una noticia o mensaje de whatsapp, está la duda. Por ejemplo cosas de un bloguero, no me merecen garantía de nada.
Hace muy poco, teníamos el púlpito, cuando era el cura que decía una cosa y no tenías mas información que esa. Creo que la gente ha estado mucho mas manipulada en cualquier otra época. Yo no le echaría la culpa a los medios sino a la falta de información o criterio.
A veces en Historia del Arte cuando mis alumnos ponían sandeces y las veía repetidas, lo ponía en Google para ver de dónde lo sacaban y resultaban ser de un bloguero que hablaba del tema sin ningún rigor.
‘En mis clases no toman apuntes y se ponen en Google y copian lo primero que sale’ (reflexiona en voz alta la autora).
En Google tenemos miles de textos magnificos, no hay que poner la primera entrada que salga porque seguramente es de algún bloguero o bloguera que tiene muchos ‘me gusta’. Hay que buscar textos avalados por alguna universidad o revista de prestigio.
—¿En qué país viviría?
—¡En España! y, en España, en Valencia que es una ciudad maravillosa. Lo que sí haría es ir por algún tiempo a algún otro lugar. Por ejemplo vivir un año o dos en algún país de África o Asia, porque los conozco menos. Si me lo ofrecieran, me iría mañana mismo.
He estado viviendo 6 meses en Nueva York y en Argentina, también en Madrid que es una ciudad preciosa. Chicago tendrá siempre un trocito de mi corazón porque me lo he pateado. En todos los sitios hay paisajes bellos y gente estupenda, personas que valen la pena.”