
Cuando escribí por primera vez un artículo sobre este espacio, alejado entonces del caserío urbano, lo titulé así: Los depósitos, un frustrado gran parque. Hoy, cincuenta años más tarde, no puedo repetir el título porque el entorno de los depósitos de agua, invirtiendo tiempo, ingenio y paciencia, se ha convertido en un gran parque.
El Ayuntamiento comenzó sus actuaciones en esta extensa zona situada a la derecha de la carretera de San Ildefonso prestando atención a los caminos, acaso porque no se había olvidado lo que escribió Juan de Zamora Aguilar en la memoria que presentó a la Sociedad Económica de Amigos del País de Segovia cuando se dieron los primeros pasos en la reforestación de la ciudad: “Las poblaciones más medianas en medio de árboles, parecen bien aun estando ruinosas”:
1834. “El Comisario de Alamedas presentó un presupuesto del coste de varios plantíos de árboles en el camino del Sitio (San Ildefonso) hasta la Retina (Depósitos) y hacer una calle de álamo blanco y negro desde dicho punto hasta el puente de Valdevilla”.

1842. “Se dispuso plantar de álamo blanco el camino desde el Espolón de la Dehesa a la Maestranza y desde dicho Espolón a la Retina”.
1846. “Se aprueba realizar un plantel de moreras filipinas en el ángulo que forma, a la entrada de la Dehesa, el camino que va desde el Espolón a la Maestranza con las tapias de San Antonio el Real”.

Después de esas actuaciones, la zona quedó olvidada hasta que la construcción de los depósitos del agua, la apertura a la derecha de los mismos de un nuevo camino para uso de los labradores (hoy calle de los Depósitos) y la propuesta de un concejal que pidió se estudiase la organización de la Fiesta del Árbol el año 1901, hicieron que el Ayuntamiento pensara de nuevo en ella como lugar de plantaciones.
A quien se encomendó la elaboración de un proyecto de parque en las cercanías de Chamberí fue al Arquitecto Municipal. En principio, lo planeó muy ambicioso pues habría de extenderse por un área comprendida entre la Plaza de Toros, la Casa de Mixtos (edificio del siglo XVIII derribado recientemente sin que nadie protestara lo más mínimo), los Depósitos y la carretera de San Ildefonso. Ambicioso, sí, pero que se rechazó en cuanto nuestros ediles conocieron que sólo la explanación costaría entre 40.000 y 50.000 pesetas, así que se sustituyó por otro más modesto, consistente en plantar árboles sólo en la explana existente junto a los Depósitos “por reunir mejores condiciones topográficas”.

La plantación se llevó a cabo el mes de marzo de 1901 (en un monolito colocado recientemente figura que fue en el mes de abril) y tanto la preparación como la realización tuvieron tiernos y curiosos detalles, dignos de no ser olvidados al narrar la pequeña historia del parque, entre otras razones porque son testimonio de la vida pobre en que Segovia se desenvolvía en aquellos momentos.
La invitación a participar se extendió a unos cuatrocientos escolares, proponiendo “que en el día de la celebración se obsequie a los niños con un pequeño agasajo consistente en un panecillo, una naranja u otra fruta y algún otro comestible que no haga exceder el gasto de 80 pesetas”. Parecía razonable pero otro de los concejales votó en contra y “propone que el agasajo que a los niños se otorgue consista en caramelos o dulces”, de lo que disiente el primero “por entender que los niños gustan más de los frutos de la naturaleza y de los alimentos que a diario toman, los que por otra parte son de menos coste que los dulces”. ¿Sabía de niños?

La plantación se llevó a cabo colocando junto a cada uno de los árboles plantados un rótulo con el nombre botánico de la especie y aunque rebasó el presupuesto de 80 pesetas se repitió los años 1902 y 1903.
La transformación más seria de la zona se produjo cuando en Segovia creció la demanda de suelo industrial: junto al Espolón se levantó la fábrica de la Electra Segoviana; de la carretera de San Ildefonso hacia el sur se segregó una gran parcela, “el charcón de Chamberí”, para que construyese sus naves la empresa Klein S. A.; y por encima de Valdevilla se instalaron Defensa Anti Gas S.A. y Dencegé S. A.

Pero, en los últimos tiempos, la que creció fue la demanda de suelo urbano. Y tanto que se hizo necesario crear lo que ha venida a llamarse Nueva Segovia y la zona de los Depósitos se ha convertido en el mejor enlace que pensarse pudiera entre la vieja y la nueva. Así que, de ese antiguo suelo industrial, se han eliminado todas las construcciones fabriles, lográndose con ello un espacio apto para ajardinar, vertebrado en torno a la carretera de Valdevilla y a las nuevas calles abiertas en los desniveles existentes, que, en elaborado trazado, enlazan las reliquias de lo que hubo con las aportaciones recientes, muy imaginativas como tendremos ocasión de ver.
La superficie del parque es irregular, rectangular y llana en torno a las construcciones de los depósitos y triangular y con diferentes niveles en el ensanche, donde con suaves curvas se adapta a la caída del terreno desde la parte primitiva a la carretera de Valdevilla.

Y la vegetación existente es muy variada, como puede suponerse en un espacio que ha conocido intervenciones desde el año 1901. Quien pasee por el parque y quiera darse la satisfacción de reconocer plantas, podrá ver unos pobos imponentes donde estuvo el merendero de Chamberí y unos chopos esbeltísimos junto al arroyo de la Retina, canalizado; el mayor número de árboles corresponde a los castaños de Indias, muchos enormes en la Calle de los Depósitos bordeando el camino que a la derecha de estos se hizo pensando en los labradores, gentes que tuvieron actividad en Segovia pero que desaparecieron hace mucho tiempo; en torno a las instalaciones a las que llega el agua de la sierra, hay pies esbeltísimos, a veces aislados, de arce, arce negundo, acacia, acacia de tres espinas, ailanto, pino insigne, cedro del Atlas y hasta un aliso, árbol autóctono en el valle del Duero pero que es ejemplar único en los parques segovianos.
Las nuevas plantaciones se han hecho estudiando muy bien la distribución de los pies: nogales por las praderas que dominan el complejo; rodales de pino piñonero, de cipreses, de prunus nigra, de abedules… Fijándose uno en los setos, verá la gran diversidad de estos: unos están hechos de plantas propias del terreno, como zarzas, rosa canina y endrinos; otros, junto a los muros de los Depósitos, sobre todo, con trepadoras como hiedras, glicinas y madreselvas; separando los cuadros, viburnos y aligustres .Es todo un placer caminar identificando y, aquí, donde no hay arquitectura que embellecer, contemplar la gran panorámica que ofrecen Segovia y su campiña desde los miradores que se han acondicionado en la parte alta donde comienza el talud.
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* Académico de San Quirce
porunasegoviamasverde.wordpress.com