
El problema del alto precio de los carburantes no es nada nuevo. Es un ciclo que, desgraciadamente, se repite cada cierto tiempo. Sin embargo, se ha agravado tras la pandemia, a lo que se suma en estos momentos el conflicto bélico en Ucrania, que ha disparado el precio de los combustibles a límites que en ningún momento podrían haberse contemplado. Es un incremento de los costes que afecta a toda la población segoviana, pero que repercute en gran medida en los sectores económicos que dependen de los carburantes para el desarrollo de su actividad, como es el transporte por carretera de viajeros y mercancías, así como el sector del taxi o, incluso, la agricultura.
Según los datos ofrecidos por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el precio medio acumulado del litro de gasóleo A en la provincia se situó ayer en 1,827 euros, lo que supone 62 céntimos más que en el mismo periodo del año pasado y hasta 70 céntimos más respecto al dato anotado en 2020. Por su parte, el coste medio del litro de la gasolina sin plomo 95 fue de 1,85 euros, 43 céntimos más que en 2021 y, al menos, 54 más que en 2020.
De este modo, el precio se ha incrementado entre un 40 y 50 por ciento, dependiendo de la tipología del combustible, respecto al 16 de marzo de 2021. Esto supone que llenar un depósito medio de 55 litros en las gasolineras de la provincia cueste ahora mismo más de cien euros -con una diferencia tan solo de dos euros entre el gasoil y la gasolina-, cuando hace un año esta misma acción se podía realizar por 28 y 35 euros menos, lo que ha pasado factura en las billeteras de los conductores segovianos.
Sin embargo, este coste se dilata aún más si, en vez de ser un coche, se trata de un camión o tractor, cuya capacidad de sus depósitos puede rondar los 900 y 300 litros, respectivamente. En este caso, la escalada de los precios de los carburantes se transforma en miles de euros. Una diferencia que las empresas de transporte deben sumar a sus gastos convencionales, lo que ha conllevado a que esta situación sea “inabarcable e inasumible” por muchos negocios del sector, según declaró el presidente de la Agrupación Segoviana de Empresarios de Transportes (Asetra), Juan Andrés Saiz.
Sin tocar techo
“Esta problemática es algo que nadie había previsto. El precio del combustible lleva tiempo subiendo, pero en los últimos veinte días ha llegado a límites históricos, está disparado”, manifestó a su vez el presidente de la Asociación de Taxistas de Segovia, Juan Manuel de Pablos. Es cierto que esta tendencia alcista tiene su origen en el periodo posterior al confinamiento, pues en esta época el litro de gasóleo A llegó a bajar a 90 céntimos, mientras que la gasolina sin plomo 95 superaba ligeramente el euro.
Sin embargo, desde el comienzo de la invasión de Ucrania por las tropas rusas, el coste de los combustibles ha sobrepasado cualquier previsión. “Y puede que suba aún más”, añadió preocupado De Pablos. En los últimos días, las pantallas de las distintas estaciones de servicio han sido objeto de fotografías, de frustración y de indignación por parte de la población segoviana. A pesar de que el precio encadene ya seis días de tendencia descendente, es menester hablar de estabilidad, pues la disminución de los costes es prácticamente imperceptible.

Mercancías y viajeros
“Este repunte está provocando una situación de gran incertidumbre y honda preocupación, no hay quien pare la subida y nadie sabe cuándo va a acabar esto”, reconoció Saiz Garrido. “El transporte tiene agilidad para adaptarse a las circunstancias, pero esto es demasiado, la economía se ha convertido en una situación de embudo”, aseveró. Con ello, se refirió a la dificultad que el sector tiene para repercutir este incremento de los costes. Es más, “para muchos es imposible”, enunció el presidente de Asetra. Entre otras razones, la actividad obedece generalmente a contratos formalizados con anterioridad a esta situación “anómala”, sostuvo.
Ciertamente, toda una guerra repercute negativamente en la economía. Y más si su localización está a las puertas de la Unión Europea. De este modo, tanto las empresa de transporte de mercancías como las de viajeros están a expensas de que la situación se normalice. De otro modo, “o subimos los precios o tendremos que parar”, reconoció un conductor profesional.
Aunque cada subsector del transporte está definido por unas características singulares, las empresas que tienen contratados servicios con la administración pública “tienen menos capacidad de maniobrar”, argumentó Saiz Garrido. En muchos casos, los contratos que tienen son resultado de concursos públicos que se han realizado mucho antes de la escalada de precios. Y, a su vez, en el transporte de mercancías los clientes o cargadores “son reticentes a subir los precios, pues la competencia en el sector sigue siendo alta”, enunciaron desde el sector.
Aunque el depósito medio de combustible de un camión esté entre los 800 y 950 litros, hay algunos que alcanzan los 1.250. Del mismo modo, el consumo medio de gasoil de este vehículo es de 35 litro por cada cien kilómetros, por lo que la diferencia monetaria se amplía. «Estamos ganando muy poco dinero o nada, algunos incluso perdiendo. En esta situación podemos aguantar un mes, pero más tiempo no», esgrimió a este periódico un camionero. “Se trata de mantenerse, de sobrevivir”, concluyó.
Taxistas
En cierta medida, esta tesitura es compartida también por el sector del taxi en Segovia. Su presidente detalló que, mientras el coste de los combustibles ha crecido cerca de un 50 por ciento, «las tarifas aprobadas y reguladas, que se suben una vez al año, se han incrementado alrededor de tan solo un dos por ciento». Al final, «el taxista tiene que trabajar muchas más horas o poner dinero de su bolsillo», lamentó, a la vez que mostró un gran temor a la hora de pronosticar lo que sucederá en el futuro, pues las perspectivas no son halagüeñas.
«Antes, la media del gasto de combustible de un taxista al mes era de entre 300 y 400 euros. Ahora vamos por los 800 o más», puntualizó. En suma a ello, advirtió de que «una vez que suben los combustibles, bajar es muy complicado», hasta el punto de reconocer que si el precio se incrementa o se mantiene «disparado», muchos taxistas no podrán permitirse llenar el depósito, una situación que se extiende al conjunto de la población.
Por ello, de forma semejante a los demás trabajadores del sector del transporte, De Pablos reclamó a las autoridades una solución. Como es sabido, una gran parte del precio del combustible obedece a impuestos, de ahí la propuesta de un IVA reducido para los transportistas: «La gasolina o gasoil no son artículos de lujo, son bienes de primera necesidad para nosotros», subrayó.

Agricultores
Aunque es una cuestión más desconocida y en ocasiones se trata de forma secundaria, los combustibles también nutren al sector de la agricultura. Ejemplo de ello es que todo trabajador agrario segoviano necesita, para desarrollar su actividad, tractores, cosechadoras y otro tipo de maquinaria agrícola. De este modo, el campo también ha notado en sus facturas la drástica escalada de los precios del carburante.
Según recogieron, un tractor medio puede consumir 40 litros -incluso 50- a la hora de gasoil en tareas de siembra o arado. “A más caballos, mayor consumo”, aseguraron desde el sector. De hecho, muchos hacen cuentas globales y a largo plazo sobre los litros de combustible que pueden necesitar al año, pues es menester recalcar que los gastos e ingresos de los agricultores pueden fluctuar en gran medida según la temporada. Este es el caso de la venta de cereal, pues no suele ser inmediata tras la cosecha y, cuando se lleva a cabo, los beneficios pueden ser mucho menores que los gastos de la recogida y siembra.
Y este hecho se agrava cuando se trata del regadío, el cual requiere , en muchas ocasiones, de un motor alimentado por gasoil para mover el agua y alcanzar la presión deseada. De este modo, previsiblemente muchos de los cultivos que responden a esta tipología, como es la remolacha, pueden verse afectados en ante el sucesivo incremento del precio de los combustibles si la situación no cambia.