
El reto de una sociedad más longeva aparece como un gran desafío. Por ello La Fundación Científica del Colegio de Médicos de Segovia ha abordado un curso sobre envejecimiento bajo el epígrafe de ‘Fragilidad en distintos escenarios’ que lleva una mirada integral al proceso de vulnerabilidad asociado al envejecimiento desde diferentes perspectivas profesionales. La doctora María Teresa Guerrero Díaz, jefa del servicio de Geriatría del Hospital de Segovia, es la coordinadora (junto con el director de la Fundación, José Hernández) de este curso que traerá al Colegio hasta el 9 de junio un puñado de expertos en este campo.
La presencia de esta doctora se enmarcaba en una jornada celebrada en el Colegio en la que también participaron el doctor Enrique Arrieta (del Centro de Salud Segovia Sur) y Pilar del Pozo (geriatra del Hospital). Profesionales médicos ofrecieron su visión desde el ámbito de la Atención Primaria y Especializada al problema de la fragilidad.
“Somos uno de los países más envejecidos de Europa, es indudable, y lo que pretendemos es que la gente viva más, pero sobre todo viva más tiempo libre de enfermedades o discapacidad”, resume la doctora Guerrero, quien percibe que el seguimiento a conceptos como la fragilidad están muy en boga desde hace años, dada la realidad social y sanitaria de nuestras sociedades. Un interés que no sólo está en los geriatras, sino también en otras especialidades, que toman muy en cuenta este enfoque a la hora de relacionar cualquier patología con el avance de la edad.
“Intentaremos con este curso que crezca el interés desde otras especialidades y ámbitos sanitarios para detectar este síndrome geriátrico que es muy prevalente”, dice la doctora Guerrero. Con la puesta en marcha de una serie de indicaciones -que no son especialmente difíciles de implementar- se puede “mejorar e incluso revertir esta situación, para evitar que el anciano llegue a la discapacidad, que eso sí es un estado más difícil de revertir”, explica.
El interés por el conocimiento sobre la fragilidad es creciente desde todas las especialidades, actuando la Geriatría como profesionales que pueden auxiliar a la hora de “discernir si un paciente es candidato a recibir, por ejemplo, un tratamiento oncológico estándar o tiene que ser adaptado a su nivel de fragilidad”, dice esta doctora, quien recuerda que ocurre a menudo y en diversas afecciones, como enfermedades coronarias, renales o de cualquier otro origen. Y es que esa mirada transversal nos sirve para ver cómo la edad no puede ser el factor determinante para adoptar determinadas respuestas médicas ante un mismo problema en varios pacientes, sino que entran en valoración otros factores.
La figura del geriatra resulta clave en esos momentos por su mayor conocimiento ante síndromes como éste, que se manejan ya con naturalidad en los centros sanitarios desde hace años. “La valoración, detección y manejo de fragilidad está ya instaurada desde hace años en muchos hospitales”, si bien en Segovia todavía tiene margen de mejora ya que “está por desarrollar”, convirtiéndose así en un gran objetivo a corto y medio plazo. De la misma forma, al hablar de fragilidad hay que hacerlo con una mirada “multiprofesional y multidisciplinar”, instando a los profesionales a profundizar en el conocimiento de este tema, dadas las mejoras y beneficios que se obtienen.
Ese es uno de los retos sin duda que detecta esta geriatra, que reconoce la necesidad de “dar un paso adelante, de reconocer y ofrecer todos los conocimientos y experiencias que se han puesto en marcha en otros lugares y ponerlo en práctica aquí”, insta. Su desarrollo en una ciudad como Segovia no encontraría “aspectos insalvables”, sino que dependería fundamentalmente “de una reorganización en forma de equipos multiprofesionales y de contar, claro, con más recursos humanos, ya que ahora la dinámica diaria se lleva buena parte de los esfuerzos”, concreta.
De cara a lanzar mensajes formativos también a los pacientes, esta geriatra tiene claro que existen recomendaciones básicas que son sencillas de llevar a la práctica y que pueden retardar o minimizar los riesgos de padecer enfermedades o una mayor vulnerabilidad ante el avance de los años. “La realización de una práctica de ejercicio físico adaptado a la edad y las condiciones, una buena alimentación y una revisión de fármacos” son buenos aliados para combatir esta fragilidad.