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Alicia Santamaría, cuyo nombre artístico es ‘Onda Lupita’, reside en Barcelona desde hace 20 años. / E.A.

En cada uno de sus viajes, los museos eran una parada obligatoria. Siempre le ha gustado el arte. Desde que era apenas una niña. No es de extrañar. Recibió una fuerte influencia de su padre, Juan Manuel Santamaría, que es historiador. “De mayor voy a ser pintora”. Esta era la respuesta de Alicia Santamaría (Segovia, 1974) a la clásica pregunta que se repite a los niños a lo largo de su infancia. Y así fue. Estudió Bellas Artes. Hace 30 años que se introdujo en el mundo del dibujo. Acompaña las obras que publica en sus redes sociales con un hashtag: #slowlife. Este es su mantra. Y lo que mejor define su trabajo. Es de las que creen que, cuando se hace algo, hay que dedicarle tiempo. Sin prisa. Con paciencia. Para disfrutarlo. Y que sea un momento de evasión.

Su nombre artístico es ‘Onda Lupita’. Hace 20 años que reside en Barcelona. Allí se unió a un movimiento global de artistas que practican el dibujo en distintas ubicaciones de ciudades: el ‘Urban Sketchers’. Organizan una salida una vez por semana. “Esto me ha dado mucha vida porque conoces otras maneras de trabajar”, explica. Es por ello por lo que quiere extender esta práctica a Segovia, donde pasa ahora sus vacaciones. Así lo ha hecho. Ayer a las 18:00 horas, un grupo de segovianos se juntó en El Pinarillo para pintar una vista de la ciudad. Su objetivo es hacer una convocatoria cada dos días. Y sobre todo que, una vez que se vuelva a Barcelona, alguien le coja el relevo para que este movimiento no desaparezca.

En Segovia, Santamaría ha realizado alguna que otra exposición. Ahora trabaja para una empresa de hilaturas como diseñadora y creativa. Además, ha retomado su actividad docente en centros cívicos de la Ciudad Condal: imparte cursos de pintura y acuarela. “Esta actividad me motiva mucho”, afirma.

Entre la vorágine de su vida, siempre encuentra un rato para dedicarse a su verdadera pasión. Los fines de semana lo tiene más fácil. En sus viajes, el cuaderno es su fiel compañero. Aunque, en muchas ocasiones, ha tenido que separarse de ella, acaba volviendo a la pintura. Las ganas perviven.

La naturaleza es su principal fuente de inspiración. Pero también el mundo del arte en general. Recientemente, ha realizado una serie de dibujos retratos a partir de fotos de moda y cuadros antiguos.

Viene de una familia de artistas. “Mi padre me ha ayudado a encauzarme en lo que me gustaba”, cuenta. Cuando terminó la carrera, hizo un curso de decoración y fusing en La Granja. Además de las bellas artes, le interesan “muchísimas cosas”. Se considera una persona “bastante versátil”. Estudió en la ‘Escola Massana’ de Barcelona un curso de joyería artística. A ello se une su formación en sombrerería, estampación textil y costura: esto último está “muy presente” en su casa. En parte, por eso trabaja en una empresa de hilos y lanas. Y hace crochet, bordados y ganchillo: de esto es profesora. “Disfruto enseñando a la gente y viendo cómo se emocionan al sentirse capaces de hacer un bolso, un chal…”, relata la segoviana.

Tras dudar unos segundos cuando le preguntan qué trata de transmitir con sus obras, responde: “El placer de hacerlo”. Al principio, tenía un discurso propio. Pero hace años que esto cambió: la pintura pasó a convertirse en una gran oportunidad para dedicarse tiempo a sí misma. Santamaría trata de plasmar los detalles. Busca el material. Trabaja con lápices. Con acuarelas. Hace collages. En definitiva, deja volar su imaginación. Y pone en práctica su perseverancia.