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La exposición puede visitarse en el centro municipal La Alhóndiga de miércoles a domingo. / Kamarero

Fernando Beltrán (Oviedo, 1956) lleva gran parte de su vida residiendo en Madrid. Poeta reconocido y muy premiado, es también artífice del estudio ‘El nombre de las cosas’, especializado en dar nombre a marcas, eventos, centros culturales… desde 1989. Esta semana ha estado en Segovia porque La Alhóndiga, centro municipal, acoge la exposición ‘Palabras que nombran. Diseños para leer’, una selección de cerca de 80 nombres que son fruto de su trabajo en las últimas tres décadas, una muestra que, según ha contado, tuvo su origen en un reconocimiento más, un homenaje que recibió hace año y medio desde la Asociación de Diseñadores de Madrid en la sala Matadero.

“¡Qué abrigo y emoción echar de nuevo las palabras al vuelo!”

“¡Qué abrigo y emoción echar de nuevo las palabras al vuelo!”, aseguraba emocionado de estar en Segovia después de un año muy difícil y superar “la enfermedad y estar grave en el hospital” , una etapa que confiesa ha sido “muy dura” y que le ha dejado con las emociones a flor de piel.

Beltrán estuvo el jueves en La Alhóndiga, donde pronunció una charla sobre su trabajo de nombrador, que prefiere al ‘marketiniano’ naming y sostiene que fue su hija, cuando apenas tenía 6 años, quien dijo en el colegio que su padre era “poeta y nombrador”. Antes, en rueda de prensa, contó cómo llegó a ese oficio.

De su estudio creativo han salido nombres tan exitosos y populares como Amena, Faunia o Rastreator. Mucho antes, cuenta, a los 17 años, se fue de casa porque no quería ser abogado, como su familia hubiera preferido. Quería ser poeta pero admite que “de la poesía se vive pero no se come”.

Relata que tuvo mil oficios: “Fui administrativo, vendí libros, bailé claqué, escribí guiones, aparqué coches, y sigo sin carné de conducir pero eran los años ochenta y vivíamos la vida como la vivíamos…. Un día empecé a colaborar con una agencia de publicidad, donde trabajaba un amigo. Me pedían algún textito y de ahí pasaron a ficharme. Tuve mucha suerte porque fue la agencia, Contrapunto, que ganó los primeros premios de publicidad para España en Cannes”.

“No he sido poeta de fin de semana”

Afirma, sin embargo, que sabía que no iba a durar porque cuando empezaba un nuevo libro de poemas se dedicaba a él con cuerpo y alma: “No he sido poeta de fin de semana”.

En la agencia se dio cuenta de que los clientes gastaban un dineral en publicidad, en marketing, en comunicación mientras que con los nombres “se nombraba bien o mal pero no había un especialista, un oficio, una tarifa”.

“A mí me llamó mucho la atención, empecé a pensar en eso y la misma locura de los 17 años la hice a los 30. Pensé ‘este es el oficio del que voy a comer’”, asegura.

Desde entonces no se separa de su libretita azul —“mi iPhone”, bromea— donde han nacido muchos de los nombres más famosos de España, y eso que en 1989 nadie daba nada por el éxito de la empresa: “Me decían (en la agencia de publicidad) que nadie jamás iba a pagar nada por un nombre”.

Reconoce que fue “una travesía en el desierto muy tremenda” pero luego empezaron a llegar los encargos.

“Dio lugar a la moda de las marcas femeninas, que fueron miles”

Cada nuevo proyecto es un reto, con sus peculiaridades, y la forma de enfrentarse a ese reto es distinta. Recuerda, por ejemplo, la ruptura que supuso la creación del nombre de la empresa de telefonía Amena en un mundo, el de las telecomunicaciones, donde “todo era en inglés y tecnológico” y, de repente, surge un nombre coloquial, a la vez latino o español, y femenino. “Dio lugar a la moda de las marcas femeninas, que fueron miles”, asegura Beltrán.

En las antípodas, dice, está el nombre de Rastreator, el comparador de seguros y otros servicios. “Puede ser el antinombre, aparentemente, porque no es breve e incluso no es fácil de pronunciar, pero precisamente por todo eso que no cumple el protocolo de lo que convencionalmente puede ser un buen nombre, se convierte en un éxito”.

Por Matadero pasaron más de 64.000 personas para ver esta exposición, que funcionó muy bien sobre todo gracias al boca a boca. Después la muestra estuvo en la Biblioteca Central de Córdoba, de la mano del Ayuntamiento cordobés y ahora puede disfrutarse en Segovia, en La Alhóndiga, edificio que ha entusiasmado a Fernando Beltrán, hasta el 6 de junio, de miércoles a viernes, de 17 a 20:30 horas y sábados y domingos, de 11 a 14 horas y de 17 a 20:30 horas.

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Fernando Beltrán y el concejal de Cultura, Alberto Espinar, el jueves pasado en La Alhóndiga. / E. A.

SÉ_CINE

El Ayuntamiento de Segovia encargó al estudio de Fernando Beltrán ‘El nombre de las cosas’ la identidad del festival herecero de Muces.

El poeta y nombrador confiesa que recibió con ilusión el encargo de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Segovia para buscar un nombre que sustituyera a la Muces (Muestra de Cine Europeo Ciudad de Segovia) porque fue el primero después “de salir de la enfermedad, de estar grave en el hospital; no era un encargo más porque aparte de ser un trabajo hermoso, un tema grato, personalmente me permitió estar un mes y pico trabajando en algo después de una etapa que fue muy dura”.

Sostiene que trabajó en ese nombre “con muchísima fuerza” y cuando al final salió adelante SÉ_CINE “me llevé mucha alegría porque me parece un nombre con mucha proyección de futuro y, sobre todo, con muchísimo contenido”.

Explica que SÉ_CINE tiene el verbo ser, “tan importante en este tiempo para el individuo, para la persona, para salir adelante” pero también el de saber o de querer saber de cine, junto al SE de Segovia, “y había más cosas”, añade.

«Los nombres hay que trabajarlos, llenarlos, habitarlos»

Considera Beltrán que fue una buena elección “pero los nombres hay que trabajarlos, llenarlos, habitarlos; un nombre no está terminado, no se termina nunca, hay que llenarlo de contenido, saber que es un ser vivo y mimarlo. No está todo hecho porque sea un buen nombre y eso le corresponde a Segovia”.

Como se recordará, el 5 de noviembre el gobierno municipal comunicó la suspensión de la 15ª edición del festival, si se tiene en cuenta la trayectoria de la Muces, debido a las restricciones en salas de exhibición establecidas por las autoridades sanitarias de la Junta de Castilla y León.

Esa edición iba a celebrarse entre el 25 de noviembre y el 1 de diciembre de 2020. El gobierno municipal estudia ahora si mantener un festival o muestra de esas características u optar por una programación cinematográfica de calidad a lo largo del año.