Las trayectorias de Manuel Domínguez ‘Desperdicios’ (Gelves, Sevilla, 1816-Sevilla, 1886) y Manuel Granero (Valencia, 1902- Madrid, 1922) transcurren en siglos distintos, pero sus recorridos dentro del mundo de la Tauromaquia tienen un denominador común con un desenlace de diferente rumbo, con además José Gómez ‘Gallito III’ (Gelves, Sevilla, 1895-Talavera de la Reina, Toledo, 1920) como bisagra de la evolución de la historia del toreo entre el siglo XIX y el XX. Los dos primeros sufrieron una cornada en un ojo que marcó el devenir sus carreras y los dos últimos perdieron la vida en el ruedo. Del primero, Desperdicios, se llegó a crear la alegoría de que cargó con su sobrenombre debido al percance que tuvo en 1857 en la plaza de toros de El Puerto de Santa María (Cádiz) cuando un toro le desgarró el globo ocular y su respuesta, en un alarde de valor, fue la de arrancarse el colgajo sanguinolento que se desprendió al afligido grito de “¡fuera desperdicios!”. Pese al trágico suceso en que se vio envuelto, logró recuperarse, cosa que no ocurrió con Granero, uno de los diestros más relevantes de la primera parte del siglo XX, que en 1922 recibió una cornada mientras toreaba en Madrid que penetró por el ojo derecho y le causó la muerte.

El apodo de ‘Desperdicios’ trae, sin embargo, otra interpretación, según cuenta el que fuera miembro de la Real Academia Española (RAE) y escritor del mayor tratado taurino José María de Cossío (1892-1977). Primero aprendió el oficio de sombrerero y después comenzó a probar suerte en el mundo taurino con la fundación en 1831 de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla que dirigió el rondeño Pedro Romero, torero adelantado a su época. Parece ser que a raíz de su disposición este maestro dijo: “Este muchacho no tiene desperdicio” -relata Cossío-; y de ahí viene el seudónimo de ‘Desperdicios’.

«Si alguna vez se ocupa de mi humilde persona, tenga la bondad de excusar un mote que no consiento, pues en otro caso me obligaría a emplear cuantos recursos estuviesen a mi alcance para evitarlo»

A pesar de estas acepciones, Julián Hernández rescata en el diario digital taurino de la Región de Murcia ‘El Muletazo’ que el apodo nunca llegó a gustarle y envió un escrito al director del ‘Boletín de Loterías y Toros’, que le anunció con tal apodo: “Al anunciar que el día de Santiago trabajaré en Jerez, usa un apodo que no debo consentir. Sólo por mi nombre he querido ser siempre conocido. Ruego a usted, por tanto, que en lo sucesivo, si alguna vez se ocupa de mi humilde persona, tenga la bondad de excusar un mote que no consiento, pues en otro caso me obligaría a emplear cuantos recursos estuviesen a mi alcance para evitarlo -Sevilla, 9 de julio de 1867-”.

Los comienzos taurinos del por entonces joven sevillano se vieron proyectados primero como banderillero en las cuadrillas de Juan León, Antonio Ruiz ‘El Sombrerero’ y Manuel Lucas, tal y como recopila el periodista José Luis Ramón (Madrid, 1960). Fue en 1835 cuando compaginó su labor de subalterno con la de medio espada y un año después, en 1836 tomó la alternativa en Zafra (Badajoz), junto con León y Luis Rodríguez. “Esta alternativa se me dio, no tan sólo porque me hallaron capaz para ella, sino que era para ir de segundo con el señor Luis Rodríguez a Montevideo (Uruguay); mas como este no fue, fui yo de primero, llevando a Manuel Macías ‘El Cherrime’ de segundo”, narró el propio Desperdicios en una carta dirigida al escritor Luis Carmena y Millán.

Según expone Ramón en la biografía de Desperdicios en la Real Academia de la Historia, “en Montevideo y Buenos Aires (Argentina) permaneció siete años. 15 corridas llevaba toreadas (de las 24 contratadas) cuando a los cuatro meses de llegar estalló la Guerra Civil entre los aspirantes a la presidencia de la República, Rivero y Oribe. Sin quererlo, se vio enrolado en la milicia, en las filas de Frutos Rivero. En 1840 toreó en Río de Janeiro, con motivo de la entronización de Pedro II como emperador de Brasil. De regreso a Buenos Aires, no logró autorización para organizar corridas, de manera que, al encontrarse sin recursos, vivió unos años convulsos y dramáticos, que resume así Sánchez de Neira: ‘Fue militar en la República de Montevideo, torero en Río de Janeiro, guajiro en Buenos Aires, bravo con los bravos matones de aquella tierra, mayoral de negrada, cabecilla de gente de campo contra indios feroces e industrial traficante’”.

En su vuelta a España en mayo del 1852 se reunió con Francisco Arjona ‘Cúchares’ (1818-1868), que fue uno de los que hizo evolucionar la Tauromaquia, para retomar su carrera como torero. En otoño de ese año actúa en Sevilla donde, según Cossío, su “concepto parado y seco y especialmente su valor para recibir los toros, impresionaron al público, no acostumbrado a tan austero estilo, y pronto tuvo partidarios y se discutió con calor su manera de torear, parangonándola con las alegrías, recortes y zarandajas de la escuela de Cúchares”. En Madrid se presentó el 10 de octubre de 1853, con Julio Casas ‘El Salamanquino’ de padrino en la ceremonia de alternativa (o de confirmación, si se tiene en cuenta la que 17 años antes había tomado en Zafra), acompañados por Cayetano Sanz y Manuel Díaz ‘Lavi’. Después destacaron sus actuaciones en 1855 en Lisboa y Sevilla donde toreó por primera vez con una rodilla en tierra. También inventó el pase del farol. Además, en la capital de España llegó a torear en seis ocasiones en 1856.

Permaneció siete minutos en el ruedo, desangrándose, y parece ser que el propio torero se desprendió del ojo

Al año siguiente, el 1 de junio de 1857 -aunque algunas memorias datan la fecha en 1853-, se produjo la cornada en El Puerto de Santa María por el astado ‘Barrabás’, de la ganadería Concha y Sierra. Desperdicios, que anteriormente ya había tenido otros percances serios, resultó herido en la mandíbula inferior y en un ojo, que le vació por completo. Permaneció siete minutos en el ruedo, desangrándose, y parece ser que el propio torero se desprendió del ojo. Con una cornada que apuntaba a mortal, Desperdicios se recuperó en apenas 90 días y volvió a torear en Málaga con reses de la misma divisa que le propinó el drama. A partir de ese momento, su carrera adquirió más valor aún y compartió carteles con los más destacados del momento. Prolongó su carrera como mínimo hasta el 1877.

Granero, ‘sucesor’ de Gallito

La historia de Granero, con un percance similar al de Desperdicios, tomó un final distinto. Sin embargo, pese a que el valenciano apenas vivió 20 años, dejó un importante legado; siendo uno de los nombres más recordados en Madrid y del que se llegó a decir que era el inmediato ‘sucesor’ de José Gómez ‘Gallito III’ -también conocido como ‘Joselito’ o Joselito ‘El Gallo’-, al que además se le evoca el apelativo de ‘Rey de los toreros’.

De familia acomodada, Granero cursó estudios de violín, pero su afición por la Tauromaquia pronto le llevó a trasladarse al campo charro donde comenzó como becerrista en 1918. En el corto bagaje de poco más de año y medio debutó con picadores el 4 de abril de 1920 en Barcelona. Su repercusión en este escalafón fue tal, con 31 novilladas en cosos como Madrid, Bilbao, Sevilla, Palma de Mallorca o Salamanca, que a final de temporada tomó la alternativa en La Maestranza de Sevilla con Rafael Gómez ‘El Gallo’ -hermano mayor de Joselito– como padrino y Manuel Jiménez ‘Chicuelo’ como testigo, con el toro ‘Doradito’ de la ganadería de Concha y Sierra.

Aspecto de la Monumental de Sevilla (1918-1930).
Aspecto de la Monumental de Sevilla (1918-1930).

Al día siguiente, volvió a torear en Sevilla, aunque en esta ocasión lo hizo en la plaza Monumental. Un escenario de corta trayectoria, que fue el sueño impulsado por Gallito: inaugurado el 6 de junio de 1918, cerrado en 1921 por problemas estructurales y derribado en 1930. Se da la circunstancia de que Granero hizo el paseíllo en este coso unos meses después de que muriera Joselito ‘El Gallo’ en Talavera de la Reina (Toledo), tras recibir una cornada del toro ‘Bailaor’ de la Viuda de Ortega. Lo hizo junto a El Gallo y Chicuelo de nuevo y con Juan Belmonte. A estas dos tardes en la ciudad hispalense, sumó tres en Zaragoza y alguna más que le permitió cerrar la campaña como uno de los diestros más demandados del momento.

En 1921 tenía firmadas 115 festejos y llegó a actuar en 94 ocasiones, con 14 en Valencia, nueve en Madrid y cinco en Sevilla. Confirmó la alternativa en Las Ventas el 22 de abril, de manos de Chicuelo y en presencia de Bernardo Muñoz ‘Carnicerito’, con el toro ‘Pastoro’ del hierro de González Gallardo. Según puntualiza Cossío, ese año “cortó dos orejas en Madrid, algo desconocido en la historia de los toros”. Un año redondo, que le sirvió para colocarse en la cima del toreo y cobrar 10.000 pesetas por corrida, 3.000 más que Joselito y Belmonte en el 1920. Sin embargo, la temporada 1922 no comenzó como acabó. Sus ánimos mermaron y parte de sus seguidores cambiaron la retina con la que concebían hasta el momento su concepto.

Granero, con un imponente toro.
Granero, con un imponente toro.

El cronista valenciano José Épila ‘Latiguillo’ escribió en el diario Las Provincias: “Aquel artista cumbre, orgullo de sus paisanos, que en cien corridas cimentó su fama, poniendo su nombre a una altura a la que sólo es dado a los genios llegar, quien fue proclamado heredero de Gallito por públicos tan severos como los de Madrid y Sevilla, se nos presentaba ahora, sin razón aparente que lo justificase, sin entusiasmos, sin habilidad y sin arrestos. Nadie se explicaba aquella tan completa transformación y sobre todo aquel retroceso tan persistente. Tanto, que muchos de sus incondicionales comenzaron a vacilar, y algunos se pasaron a las filas enemigas”.

Llegó Madrid, el 7 de mayo, y Granero compartió terna con Juan Luis de la Rosa y Marcial Lalanda, que confirmaba la alternativa, para lidiar tres toros de Veragua y tres de José Bueno, antes Albaserrada. Según cuenta José Luis Ramón en la biografía publicada en la Real Academia de la Historia, “en su primer toro, de Albaserrada, Granero dio la vuelta al ruedo, y en quinto lugar se dispuso a lidiar a ‘Pocapena’, de Veragua, un astado cárdeno que tiene, como muchos toros de trágica leyenda, una anécdota anterior. Se da la circunstancia de que ese mismo ‘Pocapena’ le había correspondido a Granero el año anterior en Ciudad Real, en una corrida que se suspendió porque los matadores se negaron a torear al enterarse de que el empresario había huido con la recaudación íntegra de la taquilla. Granero supo que le había tocado el mismo toro en la mañana del 7 de mayo, y dicen que dijo: ‘Pues en ese toro la voy a armar’”.

Cornada mortal a Granero el 8 de mayo de 1922, en Madrid. / APLAUSOS
Cornada mortal a Granero el 8 de mayo de 1922, en Madrid. / APLAUSOS

Fue el astado ‘Pocapena’ el que le propinó una cornada, contó en su día el crítico Maximiliano Clavo, que la causó “un horrible destrozo en el lateral derecho del cráneo del pobre Manolo, que fue rápidamente conducido por las asistencias a la enfermería con la cara cubierta de sangre —pues la hemorragia fue enorme—; los huesos maxilar, de la órbita del ojo, el parietal y el temporal habían sido brutalmente partidos, y llevaba un sangriento fleco de la piel seccionada en irregulares colgajos. El espanto se esparció instantáneamente por toda la plaza…”. Un percance similar al que sufrió Desperdicios en El Puerto de Santa María, pero que terminó en tragedia. La vida de Granero acabó minutos después en la enfermería de la plaza. El llamado a ser el heredero de Gallito tuvo el mismo desenlace que su ‘antecesor’.

Otros diestros que sufrieron percances en el ojo

  • Armando Rosales ‘El Saltillense’: en Ojo de Agua (México) en 1970
  • Lucio Sandín: en la Maestranza de Sevilla en 1983
  • Carlos Collado ‘Niño de la Taurina’: en Algeciras (Cádiz) en 1988
  • Luis de Pauloba: en Cuenca en 1991
  • Javier Vázquez: en Villanueva de Perales (Madrid) en 1996
  • José Rubén Arroyo: en la ganadería de Álvaro Espinosa (México) en 1997
  • Leonardo Hernández (rejoneador): en Íscar (Valladolid) en 2007
  • Juan José Padilla: en Zaragoza en 2011
  • Fernando Rey: en Moralzarzal (Madrid) en 2014
  • Paco Ureña: en Albacete en 2018
  • Javier Cortés: en Madrid en 2019
  • Primitivo López: en Fuencaliente (Ciudad Real) en 2021