
El cuento infantil ‘Silvestre y el leñador’ busca concienciar a los más pequeños sobre el cuidado de los bosques, educarlos en las claves de la gestión forestal y, de paso, despertar la vocación de los jóvenes para que se interesen por un sector con un claro problema de relevo generacional.
Su autor, el ingeniero de montes y jefe del Servicio de Emergencias 112 de Castilla y León, Ángel Roldán (Madrid, 1980), ha explicado en una entrevista con la Agencia EFE que esta es la forma que ha encontrado de “cultivar” la protección de los bosques ya que los árboles viven más que las personas que los cuidan.
“Los forestales solemos trabajar con turnos, que son los periodos de vida útiles de los árboles en los bosques, de 100, 120 o hasta 140 años, entonces tu trabajo nunca lo ves realizado”, ha comentado.
Por ello, considera que “lo más productivo” es “empezar a cultivar” esta conciencia medioambiental en los más pequeños, en este caso a través de una historia que en la que se contraponen dos puntos de vista muy diferentes.
Por un lado, la del pino adolescente Silvestre, que entiende que los bosques son paisajes naturales, que nunca han sido gestionados por las personas y que se opone a toda actuación en el monte, especialmente desde que perdió a su gran amigo Fustalote, un gran pino centenario que fue cortado por un leñador.
Y en el otro lado de la moneda está el leñador, que considera a los bosques como suministradores de bienes y servicios que las personas aprovechan, tal y como le enseñaron sus antecesores.
En medio de estos dos pensamientos aparece en la historia la figura de Ángela, la hija del leñador que “comparte las dos visiones”: aporta la “frescura” y “visión moderna de las cosas” propias de una persona joven y también los conocimientos sobre las leyes de funcionamiento forestal que le mostró su padre.
Según ha explicado Roldán, Ángela ofrece “un punto de vista muy importante en esta historia”: “Visibiliza el papel de la mujer en el medio rural, que siempre ha sido protagonista pero nunca ha tenido esa visibilidad que se merecen”, ha señalado.
En su opinión, ellas han sido sido siempre “claves” para que las vida en los pueblos sea posible y “siempre se ha hablado de los hombres” cuando ha sido gracias a las mujeres, que en muchas ocasiones han llevado el peso del cuidado de la familia, que ellos han podido desarrollar su trabajo en el campo y tener “éxito”.
“Cuando yo hablo siempre de que gracias a nuestros antepasados disfrutamos de los bosques que tenemos, en estos antepasados están las mujeres y los hombres”, ha señalado Ángel Roldán.
A pesar de ser un cuento concebido para el público infantil, perfectamente entendible para niños a partir de los cinco años gracias a las ilustraciones, su autor está convencido de que también conseguirá sorprender a los adultos “con un montón de enseñanzas y cuestiones que no conocían”.
Especialmente, servirá para romper algunos mitos instalados en la opinión pública respecto a la gestión forestal, como la creencia de que para conservar un bosque o cualquier paisaje hacen falta medidas encaminadas a “alejar” a las personas de ese entorno.
En “Silvestre y el leñador” se muestra justo lo contrario, que las personas que cuidan de los bosques son “otros elementos más del ecosistema”: “Si alejáramos a las personas de los bosques, estos les echarían demasiado de menos”, ha asegurado su autor.
A su juicio, la solución pasa precisamente por “fomentar que esas personas, los ganaderos, los leñadores, los carboneros, los resineros, los pastores y todo tipo de oficios que desafortunadamente son ya muy escasos” vuelvan a los bosques y sean protagonistas del medio rural. “Nadie se puede olvidar que realmente viven en los pueblos y de lo que los bosques producen que son ellos los verdaderos conservadores de esos ecosistemas, hay que hacerles las cosas más fáciles porque, si no, nuestros bosques corren un serio peligro», ha defendido Roldán.
El cuento aborda otros aspectos de la gestión forestal, como las catástrofes naturales, representadas en la historia por una gran nevada al estilo de Filomena: «Es una manera de poner el foco en que lo que no hagan las personas en el bosque lo hará la propia naturaleza», ha apuntado el ingeniero de montes.
La obra se desdobla a través de un código QR, que dirige al lector a un documento digital en el que «los más curiosos» pueden aprender más sobre el cuidado de los bosques mediante vídeos, fotografías e infografías y descubrir quiénes son las personas y escenarios reales que inspiraron la historia.
Con este cuento y su apuesta por la importancia de las personas que cuidan los bosques, su creador hace una especie de reclamo a los más pequeños con la esperanza de contribuir a paliar el «déficit importante» de este tipo de perfiles que hay en la actualidad.
«Por eso es necesario apoyar a los que van quedando y hacer un guiño a los niños para que puedan un día elegir dedicarse a trabajar en los bosques y su conservación», ha comentado Ángel Roldán sobre este sueño que él mismo tuvo algún día.