FOTO: KAMARERO
FOTO: KAMARERO

En el universo empresarial existen planetas que brillan y que pueden presumir de éxito, fruto del trabajo generacional. Miguel Antona, director general de Innoporc, tomó las riendas del negocio familiar en 2017 y, junto con su hermano Pablo, han incorporado a sus estructuras estrategias y modelos de gestión que son tan innovadores y avanzados como los que aplican los grandes grupos empresariales internacionales. Actualmente Innoporc factura alrededor de 14,8 millones de euros anuales, cuenta con 14 granjas repartidas por toda la provincia de Segovia, y genera 80 empleos de forma directa. ¿Su gran apuesta? Los recursos humanos y la innovación, claves en el crecimiento de la empresa, junto con la ilusión y la creatividad que Miguel Antona aporta en su día a día.

— Innoporc es una empresa 100% segoviana, de origen familiar, dedicada a la producción de ganado porcino, que se fundó en 1970. ¿Cómo fueron los comienzos y la evolución de esta andadura profesional?
— La primera granja la fundó mi abuelo paterno, Miguel. Inicialmente tenía poquitos animales, era una explotación muy modesta. Posteriormente mi padre entró a formar parte de la empresa. Era muy joven, apenas tenía 16 años, pero raíz de ese momento, el negocio fue evolucionando y creciendo en número de animales, gracias a su inquietud emprendedora y a su vocación empresarial. Se pasó de tener una granja pequeña en el propio pueblo, a montar una un poco más alejada del núcleo, con más capacidad, y así una tras otra, hasta el momento actual. En esa fase de crecimiento, viendo la importancia que tenía para la producción porcina el coste de la materia prima, el control de la calidad y la trazabilidad de los productos, se decidió poner en marcha la fábrica de piensos Nutriganse, en el año 1981, donde a día de hoy, la mayor parte de la producción es para el grupo Innoporc.

— Imagino que ya desde pequeño fuiste empapándote de todo lo que se “cocía” a tu alrededor…
— Así es. Lo que ves en casa, lo vives a todos los niveles, lo vas absorbiendo y acaba siendo una genética aprendida. Ese emprendimiento continuo, el estar inmerso en los negocios, el encontrarte con problemas y solucionarlos, el vivir momentos de incertidumbre… Todo eso al final se convierte en una forma de vida, y llega el momento en el que cuando te haces un poco autónomo a efectos de tomar decisiones, no piensas en otros caminos, porque eso es lo que te realmente te apetece hacer. Mis hermanos y yo siempre hemos estado ahí, hemos visto cómo ha ido evolucionando la empresa, las diferentes líneas de negocio que se han ido abriendo y hemos colaborado en todo lo que hemos podido. Actualmente tenemos una estructura muy profesionalizada, sin perder de vista el que somos una empresa familiar.

— ¿Qué recuerdos tienes de esa evolución empresarial?
— El recuerdo que tengo es que no había festivos, ni fines de semana. Pero no lo he vivido como un castigo, sino todo lo contrario, porque lo que he visto en mi padre siempre ha sido una máxima vocación y una enorme capacidad de trabajo. Considero que emprender es un acto de generosidad, porque hoy en día son muchos problemas los que van ligados a las empresas y hay que tener un gran espíritu de sacrificio.

— Desde muy joven cuentas con un gran espíritu emprendedor. ¿Se nace con ello, o es fruto de lo que has vivido en el seno familiar?
— Nacer con ello es muy difícil. Yo creo que en el caso del emprendimiento lo que influye es lo que vives, ese día a día del cual te empapas, la actitud, la forma de enfocar las cosas… Al final no es casualidad que en una familia de médicos el hijo acabe siendo médico o que en una familia de empresarios el hijo decida emprender. Es lo que te va marcando a lo largo de tu vida, a lo que estás acostumbrado.

— A pesar de ir de la mano de la empresa familiar, durante 15 años estuviste dirigiendo otro tipo de negocios. ¿Por qué esa desvinculación? ¿Qué es lo que te han aportado estos años de emprendimiento?
— Pertenecer a una empresa familiar tiene muchas cosas positivas, pero también tiene situaciones complejas, porque estás veinticuatro horas al día interactuando con las personas con las que trabajas, que a su vez son tu familia. Y el no saber aislar las situaciones personales de las profesionales a veces puede generar controversias. En mi caso, en un momento de mi vida, me surgió la oportunidad de emprender en un sector distinto y decidí afrontar el reto. Con el paso del tiempo, el volumen de trabajo que tenía en mi actividad fue creciendo y me impedía dedicar tiempo a la empresa familiar. Pero estos quince años han sido el mejor aprendizaje que he podido tener. Es un máster vivencial que difícilmente puede pagarse con dinero, me ha permitido absorber una inmensidad de conocimientos y de experiencias. Vives momentos de acertar, sufrir o equivocarte y de tener que resolver los problemas que generas. Cuando en tu día a día no tienes un respaldo detrás, aprendes a tomar decisiones, a ser dinámico y a tener una actitud proactiva y resilente. Toda esa experiencia de vida, me ha permitido hacer una valiosa aportación en la empresa. Personalmente considero que en las empresas familiares hay que venir a aportar, no a que te enseñen. Lo que se necesita es aire fresco, personas que vean el bosque por delante del árbol y que tengan una mentalidad global.

— Eres una persona muy activa en el ámbito del asociacionismo. Has sido presidente de la AJE Segovia, miembro de la Junta Directiva de la AIHS, actual miembro del Comité Ejecutivo de la FES, plenario de la Cámara de Comercio… ¿Crees que el asociacionismo es importante en el ámbito empresarial?
— Considero que es vital. Es muy necesario moverse en entornos en los que puedas compartir problemas, soluciones o aportar iniciativas, y en los que también puedas generar una fuerza que te ayude a defender tus derechos. El sentirse comprendido y escuchado me parece imprescindible para cualquier persona que esté sumergida en una aventura empresarial porque hay un componente de soledad importante. Mi padre comentaba en una ocasión cuando recogía un galardón, que si el asociacionismo no existiera, habría que crearlo, porque es muy necesario. Y yo comparto totalmente dicha afirmación.

— En 2017 das un giro a tu vida y coges las riendas de Innoporc. ¿Qué es lo que te lleva a tomar esta decisión?
— En ese momento la empresa familiar tenía un volumen de trabajo importante. De hecho, años atrás, mi padre y mi hermano ya me habían pedido que me planteara volver con ellos. Además se daba la circunstancia de que la actividad en la que estaba inmerso era muy absorbente a nivel familiar. A todo esto se sumó un tema personal de mi padre relacionado con la salud, por lo que me pareció que era el momento oportuno de centrarme en negocio familiar y estoy muy contento con el cambio.

— Tu formación, así como tu experiencia laboral, te han llevado a implantar modernas políticas de gestión empresarial y de eficiencia en los procesos. ¿Cuál ha sido tu principal apuesta por la empresa?
— Una de las grandes apuestas de Innoporc ha sido la reinvención de la gestión de los recursos humanos. El plan estratégico que planteamos hace más de dos años, lo hicimos basándonos en un concepto que es clave para cualquier empresa: el cliente como ente prioritario. Nos pareció muy oportuno y necesario que nuestro primer cliente fueran nuestros empleados, porque creemos que ellos son el eslabón clave para que la empresa obtenga resultados óptimos. Hace 15 años ya se hizo un esfuerzo de conciliación muy importante en Innoporc implantando un horario continuo de trabajo de 07:00 h a 15:00 h. Algo totalmente pionero, ya que el sector primario va muy ligado a largas jornadas de trabajo, a que no hay fines de semana, festivos… Sabíamos que podíamos penalizar determinadas facetas productivas y de procesos, pero nos pareció que poder dotar a nuestros empleados de una mejor conciliación era fundamental.
Actualmente, nuestra elección de personal está basada en competencias y hemos hecho mucho hincapié en reclutar personal femenino, porque creemos que nos aporta unas aptitudes magníficas para nuestra actividad como así nos lo están demostrando. Además, cualquier persona que entra a trabajar con nosotros está de 2 a 3 meses en un período de formación.
Por otra parte, hemos puesto en marcha los denominados “retos de intrainnovación” con el objetivo de despertar la mente creativa de la gente que está día a día en las granjas. Lo que buscamos es que el personal nos plantee mejoras para determinados procesos y pedimos tres condiciones: que sea escalable a todos los centros de producción, que sea algo novedoso y que económicamente sea viable. De todas las iniciativas expuestas, premiamos las tres mejores principalmente con algo que se pueda disfrutar con la familia.
Y la otra gran apuesta de Innoporc es la innovación. Actualmente tenemos alrededor de ocho proyectos en marcha, de diversa índole. Desde la gestión de inteligencia artificial y sensórica dentro de las granjas, hasta la gestión interna de los subproductos para su transformación en fertilizantes orgánicos y en energía. También estamos inmersos en el desarrollo de una aplicación para el control de procesos, control de incidencias, gestión de formulaciones para mejora genética de los animales, etc.

— En Innoporc apostáis por una economía circular y por la sostenibilidad medioambiental. En esta línea tenéis nuevo proyecto entre manos, Innosost. Háblanos de ello.
— Creemos que el sector tiene que dar un paso más en lo referente a la gestión en los subproductos. Por ello, hemos lanzado Innosost, un proyecto que ahora mismo para nosotros es fundamental y ambicioso. A través de su puesta en marcha, vamos a gestionar internamente nuestros subproductos con el objetivo de que lo que salga directamente de nuestros centros sea un fertilizante de alta calidad. Transformaremos los residuos de nuestros animales en un compost que será utilizado como fertilizante orgánico para producir materia prima. A su vez se extraerá energía de la parte líquida del residuo con el objetivo de obtener energía renovable. Con este proceso conseguiremos reducir a la mínima expresión aquellos gases que tienen efecto contaminante. Estamos desarrollando este proyecto de manera paralela con una firma automovilística de primer orden con el objetivo de poder extraer de este subproducto una energía que permita mover vehículos a través de gas natural comprimido.

— ¿Dónde reside la clave del éxito empresarial de Innoporc?
— En tener ilusión, objetivos y motivación, siempre desde la unión de todos los que formamos parte de la empresa. Cuando a los sueños les pones fecha, se convierten en metas. Es muy importante sentir que estás teniendo un impacto positivo en el entorno físico y social con el que convives.

— Actualmente contáis con 14 granjas distribuidas por la provincia de Segovia. ¿Qué datos de producción manejáis?
— En estos momentos estamos produciendo en torno a 159.000 animales. El 50% de la producción son animales hasta 20 kg. Todos ellos salen vivos de granja y van a empresas que lo transforman en la proteína que llega a la mesa de las familias. Y el otro 50% son animales de más de 20 kg que van a otros empresarios que continúan con ese crecimiento, ya sea en España o fuera de nuestras fronteras, porque un 10% de la producción se ha estado exportando a Italia para desarrollar jamón de Parma. Nuestros principales clientes son Campofrío, Incarlopsa, Copese, y Hermanos de Pablos.

— ¿Cuántos empleos genera actualmente la empresa?
— De forma directa actualmente generamos 80 empleos. Pero si contamos también con personas de otros oficios que trabajan en nuestros proyectos, ya sea en mantenimiento, reparaciones, transporte o nuevas inversiones… seguramente llegaremos a alcanzar otros 40 empleos indirectos.

— Innoporc además está volcada con las zonas en las que se asienta a lo largo de toda la provincia de Segovia, contribuyendo a dinamizar esa “España vaciada” de la que tanto se habla.
— En la empresa tenemos un claro ejemplo de cómo se lucha contra la España vaciada. Es el caso de una persona que empezó a trabajar con nosotros hace dos años y medio. Pasó por el proceso de formación de tres meses, después estuvo más de un año desempeñando un área técnica, y desde hace alrededor de seis meses, es la encargada del mayor centro de producción que tenemos y tiene a su cargo de 5 a 6 trabajadores. Esta trabajadora, se vino a vivir a Nieva con su pareja y compró una casa en la zona. Esto es una evidencia de cómo la economía y la generación de recursos provoca que al final acaben repoblándose los municipios. Es imposible recrear la vida en el medio rural si no es a través de las empresas.
En el sector porcino, además se da la característica de que somos empresas que inherentemente tenemos que ir ligadas al medio rural y de que traen consigo inversiones muy altas. Por ejemplo, un centro de producción reproductivo de 2.500 o 3.000 madres, lleva aparejada una inversión de unos 5 o 6 millones de euros y unos 15 empleos. Debería haber una firme apuesta por parte de la Administración para que España siga siendo un gran productor de porcino. Porque no nos olvidemos de que cumplimos una función básica, tenemos la capacidad de alimentar al planeta, de llevar proteína animal a todo el mundo a unos costes asumibles, por eso el sector porcino es la producción más eficiente.

— ¿La empresa del mundo rural tiene alguna desventaja?
— Los principales inconvenientes los que nos enfrentamos son las comunicaciones y la energía eléctrica. Nuestros trabajadores tienen que utilizar varias aplicaciones de manera diaria para la gestión de los datos y lo tienen que hacer con 3G y 4G, lo que conlleva una limitación importante. Pero si duda, el mayor problema al que se enfrentan las empresas a la hora de instalarse es la falta de potencia eléctrica. Y eso supone una inversión prácticamente inasumible para cualquier negocio. Para paliar esta situación, en Innoporc estamos haciendo un esfuerzo importante por invertir en energía fotovoltaica. Pero en la fábrica de piensos, que es imposible moverla con placa fotovoltaica por la cantidad de consumo que requiere, nos encontramos con que, cuando hay picos de producción importantes, se va la luz de los pueblos cercanos. En un futuro próximo vamos a tener mayor necesidad de producir, por lo que nos tendremos que plantear salir de la zona de Nieva, a la que siempre hemos estado ligados, porque no tenemos capacidad eléctrica. Es una pena…

— ¿Cuál es el principal valor que, a tu juicio, nos brinda el medio rural?
— Estar en continuo contacto con los recursos naturales, que son los que nos permiten llevar a cabo nuestra actividad. Y el poder dotar de vida y de dinamismo a estos núcleos rurales que se encuentran en inferioridad de condiciones.

— No todo en la vida es trabajo. ¿En el día a día de Miguel Antona hay tiempo para conciliar?
— Para conciliar hago “encaje de bolillos” como se suele decir. Intento marcar claramente cuáles son las prioridades y empiezo a activarme muy pronto. Para mí también es muy importante hacer deporte, por lo que madrugo bastante. Me levanto, planifico el día, hago deporte en casa y cuando despierto a mis hijos para ir al colegio, ya he avanzado mucho trabajo. Luego intento terminar la actividad no más tarde de las seis o siete de la tarde para poder pasar tiempo con la familia e intento hacer una desconexión tecnológica. Sobre todo trato de que ese tiempo sea de la mayor calidad posible.

— Un sueño empresarial…
— Mi sueño sería que consigamos crecer de una manera sostenible para lograr que España siga siendo un referente en la producción porcina y que todo ello redunde en que el entorno en el cual nos movemos, permanezca.