
“Uf, qué difícil”, responde. No le parece una tarea sencilla describirse a sí mismo. No es de extrañar, si se tiene en cuenta que, con frecuencia, suele meterse en la piel de otros. Pero pronto salen de su boca las tres palabras que mejor lo definen; “Soy actor, director y pedagogo -es profesor de canto y director del Coro de Actores de Madrid”. A través de estas vías, Claudio Pascual (Segovia, 1964) cumple su principal objetivo vital: contar historias, entretener y que la gente reflexione. Esto lleva haciéndolo desde hace más de tres décadas, en las que ha pasado por infinidad de series, películas, cortos y obras de teatro. Desde septiembre de 2021, añade un nuevo proyecto a su interminable currículum: da vida a Fausto en la serie de Antena 3 ‘Amar es para siempre’.
A Segovia viene “muy a menudo”: aquí tiene sus raíces y parte de su vida. Tras terminar tercero de Geografía e Historia en el Colegio Universitario Domingo de Soto, cambió la ciudad del Acueducto por la capital: allí estudió en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (RESAD) y terminó la carrera.
— Aunque se tiende a pensar que los actores no sois tímidos, hay quienes reconocen serlo. Este no es su caso.
— Para nada. Empecé a hacer cosas, a nivel de comunicación, con la Coral Ágora de Segovia, porque cuando se inauguró había que presentar las canciones, y yo me pedía hacerlo. Siempre me ha gustado mucho hablar en público. De hecho, cada vez que hago un concierto con el Coro de Actores de Madrid explico muchas cosas, les intento conducir a la emoción de la canción… no tengo timidez.
— ¿Para ser actor es necesario nacer con un “don” o este puede adquirirse con la formación?
— Hay gente que tiene un don natural impresionante, pero creo que no solo vale con eso, sino que hay que trabajar, porque si no vives de las rentas de ese don y se repite constantemente. Hay actores que son fantásticos, pero si ves sus películas y series, están haciendo siempre lo mismo porque les falta formación. También hay personas que son menos dotadas por ese don, pero con trabajo se puede llegar.
— ¿Usted tiene ese don?
— Yo creo que lo tengo en la sangre, que vengo con ello. Realmente, cuando era pequeño, no teníamos muchos estímulos, ni siquiera estaba el Teatro Juan Bravo, sino que las funciones de teatro profesional se hacían en el Andrés Laguna. Mi padre hacía teatro amateur. Desde que tengo uso de razón, veía cómo trabaja en el teatro y siempre me llamaba mucho la atención. Aunque lo que más me dio el impulso fue que, cuando estaba en el instituto, un profesor de griego hacía funciones de teatro, me apunté a una y me apasionó. El día que estaba en el escenario, cuando acabé dije “esto es lo que quiero hacer en mi vida”.
Ahora es más fácil ser actor. Los padres lo tienen más aceptado, como una profesión más, pero en mi época había que estudiar una carrera, además de Arte Dramático, como si no fuese bastante. Por eso me metí en el Colegio Universitario Domingo de Soto a hacer Geografía e Historia que, a partir de cuarto, tuve la suerte de compaginarlo al entrar en la RESAD. A partir de ahí, tocó trabajar y ser constante.
— Los inicios nunca son sencillos, menos aún en el mundo de la interpretación.
— Pude empezar a trabajar en publicidad, que se pagaba muy bien, y con esto podía pagarme mis estudios. También entré en el Teatro de Cámara de Madrid antes de acabar la carrera, y eso me dio muchas tablas. Después me salió la oportunidad de trabajar en la Comunidad de Madrid como técnico de cultura, lo que me dio más estabilidad económica. Cuando te dedicas a esto, tienes ganas de subirte al escenario y, como siempre he estado dirigiendo música, tuve mucha inquietud por el mundo coral y fundé el Coro de Actores de Madrid hace ya 25 años. Me surgió la posibilidad de hacer el casting de un musical, ‘Hoy no me puedo levantar’, donde conocí a Nacho Cano, que me dejó como director adjunto cuando no estaba. A través de esto, me salieron más cosas en el teatro musical, como director e intérprete.
Una profesión inestable
— Tiene una dilatada y rica carrera, pero son muchos los actores que la consideran una profesión inestable. ¿Cómo ha logrado consolidarse?
— Consolidarse como actor no es tarea fácil, es muy vocacional; o te lo pide el cuerpo y quieres dedicarte a esto, o es difícil. Es una profesión muy inestable. Yo, gracias a Dios, como también vivo de la enseñanza –doy clase en un grado superior de la Escuela Universitaria y dirijo la Escuela de Actores Voluntarios de Móstoles- tengo cierta estabilidad. Por tanto, no tengo la ansiedad de decir “termino ahora ‘Amar es para siempre’ y ¿qué pasa conmigo?”. Hay quienes no trabajan desde hace años, y otros tienen mucha suerte, son buenos actores y empalman unos proyectos con otros. Hay que tener mucha constancia, paciencia, y yo creo que lo más sensato es buscar alternativas que te permitan trabajar en lo tuyo y tener tranquilidad económica.
— A lo largo de su trayectoria ha interpretado a personajes muy diversos, ¿en qué registro se siente más cómodo?
— Me siento más cómodo en la comedia pero, a veces, por el físico, me ha costado que me la dieran, y da mucha rabia porque me encanta hacer reír a la gente. De hecho, trabajé con Miguel Narros, uno de los grandes directores de teatro, y él sí que me cogió el punto y, a pesar de que hacía de Conde en una obra clásica, lo llevó a la comedia y fue tan divertido que por ese personaje me dieron el premio de la Unión de Actores. Eso quiere decir que me encuentro a gusto y creo que funciona.
— ¿A qué se refiere cuando habla del físico?
— En ocasiones, el físico te delimita. Si tienes una planta, como es mi caso, que eres alto, das la imagen de galán, de un tío serio, formal o que está enfadado, no tienes la posibilidad de hacer otro tipo de cosas. Sin embargo, si eres bajito y rechonchete, ya te dan el criado, el que es más gracioso…
— ¿De qué forma suele trabajar sus personajes?
— Una de las cosas que más he aprendido con la serie diaria es a estudiarme muy bien el texto, porque podías tener 90 folios para memorizar en un fin de semana. Después, tengo un tiempo de introspección con el personaje, de ver cómo es, qué tiene que ver conmigo y qué puedo aportarle yo a él para que sea más de verdad. Lo que más me gusta y funciona es escribir un diario inventado del personaje basándome en los datos que tengo de él.
— Cuando le llega un proyecto, ¿en qué se basa para cogerlo o dejarlo pasar?
— Me baso, sobre todo, en lo que más me aporte a nivel afectivo, en el mensaje que queremos contar con esa historia, porque sino no tiene mucho sentido; dentro del entretenimiento y la diversión siempre hay que hacer pensar. Por supuesto, lo económico también importa.

Último gran proyecto
— Acaba de terminar el rodaje de ‘Amar es para siempre’. ¿Cómo ha sido unirse a una serie que lleva en marcha desde 2013?
— La trama de mi personaje empezó a emitirse en septiembre de 2021 y acaba a finales de septiembre. La verdad que es un trabajo muy interesante. Es una serie diaria en la que todo el mundo ya tiene su ritmo. Llevan años y saben cómo se manejan. Cuando llegas estás un poco perdido, hay muchísimo texto, no sabes cuál es la dinámica, se graba muy rápido –solo se hacen dos tomas por secuencia-, por lo que hay una presión al principio de querer hacerlo muy bien. Con el tiempo vas relajándote, encontrando la dinámica y es mucho más fácil.
— Interpreta a Fausto, un personaje que se convertirá en una pieza clave en la recta final de la décima temporada. ¿Qué puede contar de él?
— Era un personaje que iba y venía, estaba hace 15 años, en el pasado de la serie –en los años 60. Parece que ha muerto, pero no es así. Emigró a Suiza porque aquí corría riesgo y, a partir de febrero, vuelve y revoluciona la trama, es esencial, la temporada acaba con él. Pero se hace pasar por otra persona y va diciéndole poco a poco quién es a su familia. Es un personaje muy rico, tiene una trama muy interesante.
— Tuvo que meterse en la piel de una persona que le supera bastante en edad. ¿Cómo fue la experiencia?
— Es curioso. Cuando me vi en el espejo caracterizado, vi a mi padre, y eso me ayudó a componerlo. Mi ‘hijo’, Carles Francino, me ayuda mucho, siempre jugamos el rol padre e hijo fuera del set, y se nota mucho la complicidad que tenemos.
— ¿Para un actor es más gratificante interpretar a un personaje clave?
— Da mucho más gusto cuando ves la serie y tu personaje tiene chicha porque, a nivel de interpretación, te pone en unas tesituras muy diferentes, tienes más cosas que dar y muchas acciones variopintas, lo que enriquece mucho. Por ejemplo, estuve una temporada haciendo de abogado en ‘Ana y los 7’ y mi personaje era muy insulso, solo aportaba información.
«En este momento, hay más opciones, aunque hay mucho intrusismo, porque cualquiera puede ser actor. Pero por mucho don que tengas, hace falta formación»
Un sector en expansión
— ¿En qué momento diría que se encuentra el mundo de la interpretación en España, ahora que hay tantas plataformas digitales?
— Hay más trabajo porque se hace sobre todo más ficción. En teatro se hace prácticamente lo mismo que siempre. Se vive un momento positivo, pero cada vez somos más. Tenemos muchos lugares donde formarnos y formación más específica. También hay más vías para que te vean. Cuando estudiaba en la Escuela de Arte Dramático, no había ni un solo casting para ficción o teatro. Ahora se hace mucha producción, con lo cual hay más casting. En este momento, hay más opciones, aunque hay mucho intrusismo, porque cualquiera puede ser actor. Pero por mucho don que tengas, hace falta formación.
Además, una cosa muy curiosa es que se suele trabajar siempre con la misma gente. Hay productoras que se piensan que el actor es el que vende y se les olvida que lo que vende es el producto, y entonces lo cogen siempre y eso tapona mucho.
— ¿Cree que cada vez hay menos hueco para los actores veteranos en pro de aquellos jóvenes que tienen más seguidores e influencia en redes sociales?
— Totalmente. Me sorprendo cuando veo que son protagonistas algunos que no son ni actores. Me parece bien abrir el campo a todo el mundo, pero si te gusta y quieres dedicarte a esto profesionalmente, tienes que formarte.
— ¿Qué proyectos tiene sobre la mesa?
— Tengo un momento bastante movido porque a lo mejor monto algo por mi cuenta, con mi propio proyecto metodológico, y eso me va a llevar mucho tiempo. Y tengo una serie que escribo desde hace bastante y que he vuelto a retomar. Estoy en negociaciones a ver si la saco, pero sería como director, no como actor.
— ¿Le queda algún sueño profesional por cumplir?
— Me encantaría hacer comedia en ficción, tipo ‘La que se avecina’, y mi sueño es que todos los productos que llevo escribiendo tiempo, pueda grabarlos en algún momento y la gente pueda verlos y disfrutarlos.