
La jornada de clausura de Hay Festival dio la oportunidad de reunir en Segovia a dos de los más importantes autores contemporáneos españoles en literatura y poesía, que compartieron con el público que asistió a sus diálogos confidencias y secretos sobre su forma de trabajar y de entender la obra literaria en sus distintas variantes. Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948), Premio Nacional de Poesía, ha confesado que “en mi prosa se ve el laboreo de alguien que quiso se poeta y siempre ha tenido la poesía muy cerca del corazón”.
En conversación con Ana Gavin, directora de relaciones editoriales del Grupo Planeta, sobre su último libro ‘El huerto de Emerson’ y la novela anterior ‘El balcón en invierno’, el escritor señaló que que son trabajos autorreferenciales o de autoficción que tratan sobre sus vivencias.
En declaraciones a Efe, el también autor de ‘Juegos de la edad tardía’ o ‘Lluvia fina’, ha señalado que en la última obra intenta indagar por qué ha llegado a ser escritor, lo que considera como un poco enigmática”. La incógnita que plantea quien también fue profesor de Lengua y Literatura española es “cómo se despertó en mi la pasión literaria, en los años cincuenta del siglo pasado, un hijo de campesinos casi analfabetos de un pueblo perdido de Extremadura”.
También toca en sus últimos textos publicados las relaciones con su padre o el fenómeno de la emigración, del campo a la ciudad, que lo considera como “un fenómeno extraordinario”, en definitiva indaga en el pasado donde cree que “hay un tesoro por descubrir”.
‘El huerto de Emerson’ tiene una fórmula, según el autor, está escrito con un 75 por ciento de narratividad, un 15 por ciento de ensayo y unos gramos de poesía, porque reflexiona sobre asuntos literarios o vitales y también está siempre presente en su prosa el poeta que fue.
Para este autor que da nombre al Certamen Literario de Narraciones Cortas, que se convoca a nivel internacional para todos los alumnos de secundaria de los países hispanoparlantes, cuando pasó a la prosa no quiso que muriese el poeta, “a pesar de que no era bueno, pero sí había unas ansias poéticas”, matiza.
Y el preguntado por su secreto, Luis Landero explica que “a un escritor se le puede reprochar que no esté bien compuesto pero hay algo fundamental, indefinible, que se puede llamar encanto, gracia, cualquier cosa es interesante si se sabe contar, el mejor argumento en manos de un mal escritor no sirve para nada, es aburrido”.
Landero asegura que se guía mucho “por el lenguaje oral que aprendí de pequeño de mis mayores, que apenas habían ido a la escuela, pero tenían esa gracia del lenguaje oral que viene rebotando de los siglos porque el genio del idioma está en el lenguaje oral”.
Su teoría es que “las cosas hay que contarlas con oído y el corazón, tener oído para el lenguaje y escribir con el corazón”.
Búsqueda del ser
Por su parte, el poeta leonés Antonio Colinas ha reivindicado que en momentos tan “críticos” como el actual, en los que todos estamos “llenos de temores”, la poesía es una oportunidad de volver la mirada hacia el interior de cada uno: “La poesía es la búsqueda de la plenitud del ser”, ha señalado.
Durante la charla celebrada en el campus segoviano de la IE University, Colinas ha puesto en común sus reflexiones sobre el momento actual, impregnado por la crisis sanitaria, con la poetisa galesa Mererid Hopwood en una conversación moderada por el periodista y también poeta Carlos Aganzo.
Colinas ha opinado que es papel de los poetas en este momento denunciar ciertos problemas sociales como el abandono rural o el maltrato a la naturaleza y también procurar una “vuelta a nuestro interior”: “Esa mirada interior, que puede ser exterior cuando se da el momento de la contemplación”, ha señalado. Ha añadido que, para alcanzar la “plenitud” que persigue la poesía, es necesario tenerla “dentro de nosotros”, pero también “con nuestro entorno”, en referencia la naturaleza, un elemento fundamental en sus poemas.
En esta línea, Colinas ha lamentado los incendios vividos este verano en España, como el ocurrido entre las localidades abulenses Navalacruz y Cepeda de la Mora y que arrasó unas 22.000 hectáreas, desastres que son de “una gravedad especial” para Castilla y León.
En su opinión, el tema de la despoblación sigue siendo “una asignatura pendiente”: “Estamos en unos tiempos en los que se tiende a acabar con una sociedad que se mantenía desde el Neolítico, una sociedad de vida humilde, de vivencias injustas, pero que disfrutaba de cierta armonía”, ha observado.
Bajo su análisis, a raíz de “las crisis” recientes, estos temas han pasado a un primer plano, como lo hizo también la naturaleza durante los peores momentos de la pandemia, cuando la ciudadanía permanecía encerrada en casa. “Es curioso que, cuando los seres humanos han callado, la naturaleza parece que ha comenzado a hablar”, ha reflexionado Antonio Colinas, quien ha observado también que este año ha sido un periodo “especialmente fecundo” para la naturaleza. “Parece como si la naturaleza hubiera dicho ‘aquí estoy yo’ y vengo para poner armonía en la desarmonía de los seres humanos”, ha señalado.