Como si fuese el primer día

Lleva 35 años al frente del restaurante ‘Maribel’ de Sacramenia, pero Luisa Lázaro mantiene intacto su “interés” por lograr la satisfacción de sus clientes

El mundo de la hostelería era desconocido para Luisa hasta que se puso al frente del restaurante. / E.A.
El mundo de la hostelería era desconocido para Luisa hasta que se puso al frente del restaurante. / E.A.

Lleva 35 años al frente. Resopla cuando lo dice. No son precisamente pocos. Durante más de una década, su hermana Maribel fue la propietaria. De ahí el nombre del restaurante. Por aquel entonces, Luisa Lázaro vivía en Madrid. Pero no le gustaba la capital. Deseaba regresar a su pueblo. Y fue precisamente esto lo que le animó a adentrarse en el mundo de la hostelería, hasta entonces, desconocido. Junto con su marido, se hizo con el control del restaurante ‘Maribel’ de Sacramenia. Ahora también se han unido sus tres hijos. El lechazo es su seña de identidad. En esto, y en el “cuidado” del cliente, pone todo su “interés”. De hecho, trabaja como si cada día fuese el primero de su carrera.

Es de esas hosteleras que tuvo que aprender con la práctica. No tenía referentes en su entorno. Es por ello por lo que nunca se imaginó formando parte de este sector. Cuando iba a su pueblo en verano, ayudaba a su hermana. Pero no era lo mismo. Al principio, “lo pasó mal”. No sabía cómo funcionaba. Fue “muy complicado”. Estaba incluso “asustada”.

No tardó en acostumbrase. Y el miedo a lo desconocido, pronto dejó paso al éxito. Está “muy agradecida”. A pesar de que la pandemia le hizo pasarlo “muy mal”. Ahora su negocio está funcionando “muy bien”. Tal es así, que su restaurante es uno de los más famosos de la provincia. Atrae a infinidad de clientes. Reconoce que no sabe cuál es el secreto. Lo cierto es que detrás hay “mucho esfuerzo”.

Su mayor preocupación es que los comensales se vayan satisfechos. Le gusta preguntar a sus clientes. Y que todos salgan “contentos”. Tal es su preocupación por ellos que, cuando la hostelería solo podía abrir en espacios exteriores, prefería que no fueran a su restaurante. “Nos daba mucha pena que estuvieran en la calle con el frío que hacía”, cuenta.

Está en una provincia reina de la gastronomía. No puede “quejarse” de la marcha de su negocio. Es el claro ejemplo de que hace tiempo que las mujeres salieron de las cocinas. Para ponerse al frente de un proyecto. Lázaro ya piensa en jubilarse. Pero mientras tanto, seguirá teniendo vigentes las que creen que han de ser las claves para ser una “buena hostelera”: la naturalidad y la cercanía con el cliente. En ellos mantendrá su foco.