Plantación llevada a cabo por Segovia por el Clima el pasado mes de noviembre en Tres Casas, dando inicio al proyecto ‘A la sombra de mi pueblo’. / E. A.

Este mes de enero se ha conmemorado el Día Mundial de la Educación Ambiental. Participar en una plantación de árboles, con personas que conocen y divulgan los extraordinarios beneficios que las masas forestales tienen para toda la sociedad, es sin duda una excelente acción, también formativa, que contribuye a preservar el . Después de un verano especialmente duro por los efectos devastadores de los incendios, que en la provincia de Segovia, y en el conjunto de Castilla y León, alcanzaron superficies quemadas nunca antes alcanzadas, colectivos y ayuntamientos de toda la provincia están volcándose con nuevas plantaciones de árboles.

Este mes de enero las ha habido en Encinillas, en Cuéllar (entre Lovingos y Fuentes de Cuéllar) y el pasado sábado, día 28, se celebró otra en Migueláñez. Para febrero ya hay cinco citas en el calendario: Segovia capital, el día 4; Losana de Pirón, el 11; Pinillos de Polendos, el 12, Hoyuelos, el 18 y Matamala, el 25. La temporada continuará durante los meses de marzo y abril y ya hay algunas plantaciones previstas en La Losa, Bernardos o Martín Miguel, a las que seguramente se añadirán otras.

Segovia por el Clima, un movimiento ciudadano nacido a mediados de 2019, comprometido con las medidas que se deben tomar en los próximos años para frenar el avance del cambio climático y no sobrepasar más umbrales críticos, está detrás de casi todas ellas, porque desde su creación ha apostado por proyectos forestales.

Así, ya en 2019 sus integrantes se convirtieron en ‘plantabosques' y sembraron la inquietud por este tipo de acciones allí donde les han llamado multitud de asociaciones y colectivos de la sociedad civil.

Este 2023 incipiente han regresado, el pasado 15 de enero, al Bosque Comunero de Encinillas, uno de los lugares donde se estrenaron con plantaciones, acompañados por las asociaciones Arriba las Ramas, ARBA y la Mesa del árbol de Carabanchel. Allí plantaron unos 200 árboles, entre encinas quejigos, fresnos, sabinas, retamas, escaramujos y majuelos y revisaron y cambiaron protectores dañados de anteriores plantaciones.

En la zona de Cuéllar han colaborado con la plataforma ‘Cega, el río que nos une' y El Espadañal, plantando otros 200 pinos y encinas, y en Migueláñez, el sábado 28, con la Asociación La Burra Maritere, además de su ayuntamiento.

A falta del cierre de la actual campaña (que va de octubre a primavera), todo apunta a que se superarán las plantaciones de los años anteriores en pandemia.

El balance de la anterior no puede ser mejor, con actividades de este tipo en veinte municipios, cada una con sus características pero con el mismo objetivo de revertir, aunque sea mínimamente, la huella que la humanidad está dejando en los últimos siglos de deforestaciones.

“Cuando sembramos un árbol, un arbusto o cualquier planta autóctona, no solo nos concienciamos del gran valor que supone esta acción, sino que luchamos frente al cambio climático de forma directa”, aseguran en Segovia por el Clima.

Los bosques capturan CO2, liberan oxígeno, recuperan los suelos pobres, evitan la erosión, filtran y atrapan las aguas pluviales… Son muchas las razones para hacerse ‘plantabosques', aseguran en este colectivo que ha contado con aliados como el IES Andrés Laguna, que cedió su vivero; organizaciones como Green Friends, ayuntamientos como el de Segovia, que en este mandato corporativo ha apostado por la plantación de árboles en zonas degradadas del municipio como terrenos junto a polígonos industriales o en antiguo vertedero de El Peñigoso, entre otras, pero también los de pequeñas localidades como Hoyuelos o Matabuena.

De estos años pasados quedan experiencias inolvidables. Todas lo han sido para los participantes por la gratificación que supone plantar árboles pero, por citar algunas, muy recordadas son la que se llevó a cabo en el refugio o albergue de la Protectora de Animales de Segovia, o la realizada con adolescentes del proyecto Stem Talent Girl, que persigue motivar a las mujeres para que elijan carreras de ciencias y también, el pasado noviembre, plantar entre Palazuelos de Eresma y Trescasas para dar inicio al proyecto ‘A la sombra de mi pueblo', que busca reforestar caminos tradicionales entre municipios segovianos.

En la primera temporada 2019/2020 sembraron más de 34.000 bellotas de roble, quejigo y encina, destacando el plantón de 1.500 plantas autóctonas en el Bosque Comunero de Encinillas; en la 20/21, plantaron más de 3.500 árboles y arbustos y la cifra se multiplicó en la última cerrada hasta ahora, la 21/22.

Colectivos de toda la provincia se vuelcan con plantaciones de árboles
Ficha para especies vegetales de la guía publicada por el Jardín Botánico de Madrid / CSIC

Jardines escolares

Hace unos meses, el Centro Nacional de Educación Ambiental, el CENEAM de Valsaín, se hacía eco de un nuevo recurso de educación ambiental descargable en su página web: el ebook ‘Un jardín para mi centro educativo. Jardines escolares sostenibles', publicado por el Real Jardín Botánico de Madrid.

Aunque en Segovia son varios los centros educativos que cuentan con jardines y huertos, en los que participan muy activamente los alumnos, esta publicación es necesaria por las buenas ideas que aporta y también porque todavía hay reductos educativos donde los patios escolares están monopolizados por instalaciones deportivas, a menudo de un solo deporte, eliminando la diversidad del juego para el alumnado.

Esta guía pretende ayudar a la mejora de los centros educativos a través de un proyecto que consiste en la creación de un jardín sostenible y educativo que implique la participación del alumnado y del resto de la comunidad educativa.

El proyecto promueve procesos de aprendizaje que permiten al alumnado investigar a lo largo del curso escolar sobre procesos naturales como el reciclaje de la materia orgánica, las adaptaciones de las plantas al clima, la reproducción de las plantas y la relación de estas con otros seres vivos (como la polinización de las flores o la descomposición de materia orgánica). El jardín creado puede convertirse en un aula al aire libre que fomente la curiosidad con el medio natural, a la vez que permita la socialización entre sus usuarios/as.

La participación de la comunidad educativa supone un proceso colaborativo que genera su apropiación y apego y, por tanto, asegura su cuidado. El mantenimiento del jardín va a fomentar las relaciones entre los miembros de la comunidad, la participación en la toma de decisiones sobre el manejo del jardín y la resolución de conflictos que se puedan generar.

El reto de los docentes es tratar de establecer este vínculo involucrando a la mayor cantidad de personas que forman la comunidad educativa (AMPA o AFA, conserjes, equipo directivo, etc.).

Si un centro escolar no tiene un patio grande con tierra para un jardín, el proyecto puede llevarse a cabo igualmente porque siempre se puede mejorar cualquier zona del patio y aportar naturaleza en ella, planificándolo con criterios de sostenibilidad. Cualquier pequeño cambio puede suponer una mejora notable del paisaje escolar. Por ejemplo, unas cuantas macetas en un aula harán del espacio un lugar más acogedor y mejorarán la calidad del aire.

Además, muchas plantas de interior se reproducen por esquejes, lo que permite mostrar al alumnado la reproducción asexual de las plantas.

Por otra parte, participar en la creación de jardines sostenibles no tiene por qué necesitar financiación, depende de la intervención a realizar. Si no se tiene, se pueden solicitar plantas a viveros municipales, provinciales, etc. siempre que se tenga asegurado el riego.

La guía recoge varios casos prácticos de centros escolares muy diferentes entre sí en los que ya se ha llevado a cabo la iniciativa como prueba para animar a desarrollarlo, porque siempre es posible dimensionar el proyecto en función de los recursos materiales y humanos.