
—Es Vd. historiadora mexicana, especialista en afrodescendientes, mulatos y negros libres. Háblenos de su vocación de historiadora y de su campo de especialidad
—Pues comencé a interesarme desde la infancia. Mis papás eran profesores de educación secundaria y vivieron en Yanga, Veracruz, que tiene un origen colonial. Fue el primer pueblo de negros libres, que al principio se llamó San Lorenzo de Cerralbo o San Lorenzo de los Negros. Hoy se conoce por Yanga, en homenaje al primer cimarrón. Yo supe de historia lo que empezaron a contarme mis padres. Visitábamos lugares prehispánicos, o la casa de Cortés cerca de Veracruz, o Cempoala donde Cortés se reunió con caciques para hacer alianzas. Crecí en ese ambiente de interés. Otras ciudades coloniales que recorríamos eran Guanajuato, Pueblo, las ciudades virreinales. Esas fueron las ventanas de los primeros acercamientos. Y luego en la universidad veracruzana me encontré en los años 2001 a 2005 con Adriana Naveda, que es una de las historiadoras más destacadas de la esclavitud en Córdoba, Veracruz. También conocí a Gonzalo Aguirre Beltrán, fundador de los estudios africanos y de afrodescendientes en México. En México no se hablaba de la población negra, no sabíamos cómo había sido la esclavitud, ni cuantos llegaron.
—Cítenos alguna de sus obras o publicaciones
—En 2015 “Entre resistencia y colaboración, los negros y mulatos en la sociedad veracruzana”; 2022 “L´inscription du continent américain dans une nouvelle imago mundi, la transversalité de l´axe commercial Veracruz, México, Acapulco 1570-1650 » ; 2023 “De Cabo Verde a Veracruz, el control de las rutas del comercio ilegal de vinos, telas y esclavos en el Atlántico. Siglos XVI y XVII”.
Estos muestran mi evolución como historiadora. Al principio me interesaban las haciendas azucareras y ahora me interesan más los negros libres en los puertos. La mayoría de la población de Veracruz era africana. Fundada en 1519 por Cortés era estratégica, es el punto del golfo más cercano a la ciudad de México y tenía las conexiones con Sevilla y el Caribe. Cortés la fundó para separarse de Cuba y es una ciudad que se desplaza tres veces a lo largo de la historia. Los africanos o negros que llegan con Cortés son ya conocidos, por ejemplo, Juan Garrido o Francisco de Guía. Estos son negros ladinos o hispanizados, que vienen de España, nacidos en España y como cristianos, iguales a los españoles. Luego hay negros vaqueros y mulatos vaqueros que van a caballo y portan armas. Esto no producía ninguna perplejidad en los españoles, pues los negros y ellos vivían juntos. Otros son milicianos y defendían las costas del virreinato. Me gusta estudiar la complejidad. Otros negros fueron arrieros de Veracruz a México para evitar que los indios tuvieran que padecer el clima de la costa. Y luego está la gente de mar de Veracruz, que son una creación puramente española, y personajes fascinantes que uno encuentra en los archivos, por ejemplo, un negro de Triana que es buzo y repara barcos y escribe a la Casa de Contratación para pedir permiso para instalarse y alega que es de casta de negros cristianos viejos. O un mulato de Tavira que es dueño de una fragata y contrabandea con mercancías y esclavos. Arribadas maliciosas le llamaban al contrabando. Mis estudios empezaron en el siglo XVIII y el azúcar y ahora estoy en el siglo XVII.
—¿Con qué instituciones mexicanas o mundiales trabaja, académicas u otras?
—Estudié en la Universidad Veracruzana, luego en el Instituto Mora de México capital federal, y mi doctorado lo he hecho en la Sorbona, donde trabajo actualmente. Soy investigadora asociada al Laboratorio CLEA del Instituto de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos.
—¿Qué destacaría del periodo virreinal en México?
—Destacaría tres cosas: Caos, resiliencia, y transformaciones. Es un mundo muy diverso. El caos al principio se produce con la llegada de Cortés, que llega en un momento muy especial y la toma de Tenochtitlan no es el fin de algo, es el comienzo de algo distinto que forjan españoles, algunas naciones indias y negros. La resiliencia para mi es el establecimiento de instituciones, normas, leyes y lenguas. La transformación afecta a España, a su comercio, a los productos que llegan a sus puertos, a los hábitos alimenticios, a la ropa, a los colores. En América hay cambios lingüísticos, hay acentos diversos y el paisaje se transforma: rutas, caminos, rueda y caballos. En las rutas marítimas Veracruz tiene gran importancia y se cambia su ubicación por el calado y por los vientos. En cuanto a la violencia, no es nueva, ya existía en el mundo mesoamericano.
—¿Cómo se produjo la llegada de africanos a Nueva España?
—Como hemos dicho los primeros llegan con Cortés, son los negros conquistadores, hispanizados. Luego están los que vienen de África, esclavos, que aumentan mucho en 1570 y 1580 por el descubrimiento de la plata de Zacatecas y Tasco y llegan para paliar la falta de mano de obra indígena, en parte protegida por las leyes nuevas de 1542- que tuvieron un impacto real en el trabajo de los indios- y en parte víctima de epidemias de viruela o de sarampión. En 1580 al unirse las coronas de España y Portugal en Felipe II, el asiento de negros o la concesión del monopolio del tráfico de esclavos se da a los portugueses. Se calcula que entre 1521 y 1640 llegaron unos 150.000 africanos esclavos a la Nueva España. Hay debate en la cifra. Una vez perdido el asiento por Portugal la cifra baja. Hay mucho mestizaje y unos negros nacen libres (con vientres libres) y otros esclavos. Comparado con lo que llega a Brasil o a EEUU es muy poco, aunque parece ser que aquí no estaría contabilizado el contrabando, pero es de suponer que en las cifras de Brasil y EEUU tampoco.

—¿De dónde provenían y en que lugares se asentaron?
—Primero de España y Portugal, los negros hispanizados. De Andalucía, de Tavira, de Cabo Verde, de Sao Tomé. Y de África de diversos lugares: de la zona costera, los wolof, de Senegal y Gambia, de Guinea, y los bantús de Gabón, Camerún, Nigeria, Congo y Angola. La mayoría de los cimarrones serán bantúes. Luego están los negros criollos que nacen en América y vienen de Curaçao, Barbados o Jamaica.
Los africanos teníamos la idea de que estaban en las costas, pero no hemos visto que se asentaron en todo el territorio: México, Puebla, Guanajuato, San Miguel de Allende, Acapulco, Campeche, Panuco, hasta Saltillo en Coahuila, Sinaloa o Sonora.
—¿Cómo alcanzaba un esclavo su libertad?
—De distintas formas: los negros conquistadores como pago de los servicios al Rey, algunos de ellos serán capataces en las primeras encomiendas y ocuparán puestos en los cabildos. Otra forma era comprar la manumisión: podían trabajar como sastres o aguadores, percibir pago por su trabajo, y ahorrar ese dinero para liberarse. También fueron liberados por sus dueños por el cariño que les tenían. O también por el mestizaje con vientres libres.
—¿Qué instituciones protegieron o ampararon a los esclavos?
—Como tal no había institución que fuera protectora de los africanos, a diferencia de las de los indios. El esclavo era parte de la sociedad desde el siglo XIII, al menos. Pero estos esclavos podían acceder a la justicia, recurriendo o bien a la Inquisición o al párroco de la Iglesia y a las instituciones civiles. He visto expedientes de Inquisición en que negros acusados de blasfemar declaraban en su defensa maltrato por parte del amo y la Inquisición podía promover el cambio de dueño o la liberación. Otra forma muy ibérica era ir a quejarse al cura de que se les impedía cumplir las obligaciones del sacramento del matrimonio pues “se debe fomentar que los esclavos hagan vida maridable”. En el Virreinato de Nueva Galicia en el siglo XVIII recurrirán a la alcaldía o a la Real Audiencia. Por ejemplo, una mulata esclava que acusa a un señor de desflorar a su hija a cambio de la libertad. La mayoría de las recurrentes son mujeres y ganaban los pleitos muy a menudo. Las mulatas y negras libres compraban la libertad de sus hijos y conocían las leyes y sabían usar la justicia para sus fines.
—¿Con qué frecuencia se manumitían los esclavos?
—Para lograrlo tienen que movilizar capital humano y social, necesitan testigos, y a menudo lo logran.

—¿Qué se entendía por mulato?
—En principio es una categoría muy biológica, mezcla de blanco y negro. Es una realidad multiforme, una capa intermedia de la población, también económica. Hay dueños de fragatas, comerciantes de esclavos, hombres de negocios. Son mediadores culturales entre dos mundos. O bien son sastres o zapateros o en mi tesis encontré uno que venía de Tánger y era experto en derecho canónico.
—¿Tenían alguna restricción en la vida urbana o rural en la Nueva España?
—Existían prohibiciones de atuendo y de joyas a las negras y mulatas. Cuando los cimarrones de Yanga están alzados, se reprime a los esclavos de la capital porque los portugueses han propagado el rumor de que se van a rebelar todos. Hay muchas menos restricciones en el mundo urbano que en el rural. En las ciudades están en las tabernas, tahonas, casas de juegos, en el rural sus tareas se reducen al trapiche.
—¿Qué representan los cuadros de castas?
—Es interesante porque las categorías de las castas no aparecen en los archivos, Nunca he encontrado un lobo, un coyote, un tente en el aire o un salto atrás. Si he visto mulatos, negros, pardos y criollos. En realidad, los cuadros de castas son del siglo XVIII, de la época borbónica donde el discurso se empieza a “racializar”. Y luego, como indica Solange Alberro, la movilidad social de negros e indios era grande, luego esas ropas bonitas con las que aparecen en los cuadros pueden ser verdad.
—¿Se puede comparar la situación de negros, mulatos y libertos con su situación posterior en EEUU?
—Yo no he hecho estudios comparados, pero, a grandes rasgos se puede decir que las diferencias entre Nueva España y las colonias inglesas es que el sistema hispano tenía mecanismos que permitían a la persona moverse más libremente y esto tiene que ver con el catolicismo, pues los protestantes tienen claro que no se van a mestizar. Me pregunto si hay diferencias en las experiencias personales, en la Conquista del Oeste de EEUU también participan negros reprimiendo a indios que ganan su libertad. Me recuerdan a los negros conquistadores del siglo XVI. Sin embargo, creo que en EEUU los niveles de violencia contra africanos fueron altísimos hasta 1964.
—¿Qué recomendaría a las nuevas generaciones de historiadores mexicanos?
—En mi caso a mi me resultó muy útil leer no solo sobre la Nueva España, sino sobre lo que fue la esclavitud en España y Portugal. Como historiador tenemos que conocer nuestra historiografía, la de nuestro campo, pero también las historiografías conexas y buscar entender a la gente de la época. Se habla mucho de historia, pero los que lo hacen son influencers que parten de la militancia ideológica y política. Los negros de Nueva España fueron portadores de cultura ibérica.