
Las primeras 48 horas oficiales de las fiestas de Segovia han dejado patente las ganas de divertirse de la ciudadanía, que tras dos años de penurias y enfermedades, vuelve a recuperar la calle para disfrutar por San Juan y San Pedro. Más de24 meses han pasado, y la programación municipal para los próximos días contempla un variado catálogo de actuaciones que comenzaron con la presencia de Ana Guerra en el siempre imponente escenario de la Plaza de la Artillería bajo los arcos del Acueducto.
Cuando hay un público ávido de diversión, resulta lógico intentar contentar a todo el mundo con música para distintos estilos y sensibilidades, y así parecen haberlo entendido los programadores municipales, con una oferta que va desde el rock al pop y que incluye nombres conocidos en el panorama musical.
¿Qué más se puede pedir? Quizá un poco más de emoción para el concierto inaugural de las fiestas, en el que el Ayuntamiento apostó en los años prepandemia por nombres como Bustamante o Rozalén, de innegable tirón mediático pero con estilos poco acorde con lo que debería ser el inicio de unas fiestas. En el regreso de la programación, se vuelve a apostar por una figura de renombre –quizá con menos peso específico que sus antecesores en el caso de Ana Guerra- capaz de atraer a miles de personas con las que llenar el amplio espacio de la Plaza de la Artillería, pero con dificultades para insuflar un espíritu festivo como el que se presupone en la inauguración del programa ferial.
«El entusiasmo inicial del público se fue apagando poco a poco»
Sobre el escenario, y con una banda solvente y entregada a su artista, Ana Guerra dejó patente la innegable calidad de su voz y la serena intimidad de sus canciones, que le han llevado tras su paso por ‘Operación Triunfo’ a consolidar su carrera en solitario alejándose de los estereotipos que pesan como una losa sobre los cantantes que llegan al mercado a través de este ‘talent show’. Pocos peros pueden ponerse a la actuación de la canaria, que puso en el escenario todo su talento, al igual que dejó patente que posiblemente se sienta más cómoda en formatos menos multitudinarios, con una mayor cercanía al público. El entusiasmo inicial del público se fue apagando poco a poco, a medida que la brisa fresca refrescaba el ambiente anunciando el cambio de temperatura, y creció mínimamente con las canciones más conocidas de la artista, que apenas consiguieron levantar la sensación de frialdad profesional que mantuvo la actuación en todo momento.
La experiencia ha demostrado que los macroconciertos inaugurales de los últimos años deben tener algo más que artistas capaces de llenar los espacios. Cualquier avezado DJ entiende que los primeros temas de una fiesta deben invitar a salir a la pista a bailar para mantener el ánimo elevado de los participantes, y quizá este truco profesional debería inspirar a los programadores para traer atracciones que estimulen el espíritu festivo.
Minutos después de Ana Guerra, la Orquesta Cougar puso el contrapunto festivo con la primera de las verbenas programadas, donde en esta ocasión el grupo supo llevar al público a los distintos niveles de exaltación festiva, no sin antes superar dificultades de sonido que en el primer tercio de su actuación provocaron un cierto malestar entre quienes llenaban la Plaza Mayor. Probablemente, en los próximos días iremos de menos a más, y la animación irá ‘in crescendo’ de la mano de la música… si Dios quiere.