Adiós a una sede universitaria histórica

La Universidad de Valladolid abandonará este mes definitivamente el edificio que ha sido sede de formación superior en Segovia durante casi cuatro décadas.

Cuentan Jesús De Mercado, actual secretario del Colegio de Abogados de Segovia y Agustín Ruiz Charcos, responsable de la asesoría jurídica de la Federación Empresarial Segoviana, estudiantes de Derecho ambos en el desaparecido Colegio Universitario ‘Domingo de Soto’, que la inauguración del Palacio de Mansilla como sede de este centro de Caja Segovia en octubre de 1974 supuso “un gran cambio”, al contar ya con unas instalaciones amplias y acordes con lo que exigía una formación de calidad.

De hecho esa fue la intención de los responsables de la entidad de ahorro y del Patronato del Colegio Universitario cuando en 1972 adquirieron este histórico inmueble de la calle Trinidad en el centro de la ciudad para restaurarlo y dotarlo convenientemente. Cuatro décadas después el edificio dejará definitivamente de estar vinculado, al menos a coro o medio plazo, a la enseñanza superior universitaria.

La Universidad de Valladolid (UVa) que, en régimen de cesión y alquiler, ha tenido en este palacio la principal sede del campus de Segovia hasta el curso pasado, iniciaba el viernes la última mudanza de muebles y enseres, que están siendo trasladados a la Escuela de Magisterio o al edificio de nueva construcción en el barrio de Santa Eulalia.

Por el inmueble palaciego han pasado casi 15.000 alumnos y más de medio millar de profesores, los primeros en gran parte segovianos, sobre todo durante los primeros años, aunque ya en 1975 un comentario editorial de EL ADELANTADO se hacía eco del prestigio que el entonces colegio universitario tenía incluso fuera de las fronteras provinciales.

El Palacio de los condes de Mansilla es un conjunto arquitectónico con variedad de estilos, los más antiguos datan del siglo XIII, y entre ellos destaca un espacio abovedado con arcos de piedra y ladrillo del Plateresco (primera mitad del siglo XVI). Durante el barroco, a lo largo del siglo XVII, los espacios primitivos fueron alterados, añadiéndose un jardín y un pórtico de acceso.

Antes de ser adquirido por Caja Segovia, además de palacio señorial fue escuela de niñas, juzgado municipal, oficina de expedición del carné de identidad, almacén de carpintería y centro municipal de contratación.

La restauración de los años setenta fue dirigida por el arquitecto Joaquín Roldán, de reconocido prestigio y responsable también de intervenciones destacadas en edificios y espacios históricos de Madrid.

Caja Segovia había fundado el Colegio Universitario en 1969 pero éste no había tenido una sede adecuada y los estudios de Filosofía y Letras y Derecho se habían repartido entre la Calle Real, en el edificio donde hasta hace relativamente pocos años se ubicaba un club recreativo; en el Palacio de Villafañe, de la plaza de San Facundo; es decir, en los pisos superiores de la Oficina Urbana 1 de la Caja; e incluso en el Torreón de Lozoya, según comenta Jesús de Mercado, quien recorrió todas estas sedes para finalizar los estudios ya en Mansilla, donde, como bien recuerda, se inició el curso cuando todavía estaba en obras de restauración.

Las clases comenzaron el 15 de octubre de 1974, martes, según publicaba EL ADELANTADO, una vez que se puso en funcionamiento el sistema de calefacción y se consiguió aislar la zona superior (donde ya habían finalizado las obras,) de las de la segunda fase, en la parte inferior del palacio, con acceso desde la calle San Nicolás.

La inauguración oficial se produjo la víspera del día del patrón de Segovia, San Frutos y, entre otros actos, consistió en la bendición de las instalaciones por parte del obispo y en un vino español.

Según la memoria del curso 1974/1975 del Colegio Universitario, los 295 alumnos —87 de Geografía e Historia y 208 de Derecho— se repartieron en once aulas. Diez estudiantes quedaron exentos de pagar honorarios, al obtener los mejores expedientes, mientras otros nueve recibieron becas de la Diputación y del Ayuntamiento y 23 de otros organismos o particulares. Los hijos de familia numerosa también consiguieron beneficios económicos. El número de profesores ascendió a 32, de los que todos menos nueve eran de la Licenciatura en Derecho.

Tanto De Mercado como Ruiz Charcos recalcan la gran calidad de la formación recibida ya en esos años en el ‘Domingo de Soto’, adscrito entonces a la Universidad Complutense de Madrid.

Eso llevó a un aumento importante de alumnos, que se apreció desde el curso 1975/1976, con más de un centenar de incorporaciones. En octubre de 1975 el curso se inauguraba con la restauración del palacio completada, por lo que el número de aulas se elevó a catorce y, sobre todo, se abría al público el salón de actos, para 200 personas, que fue inaugurado por todo lo alto por una formación de cámara checa, Madrigalistas de Praga, el 22 de octubre. A partir de ahí se multiplicaron también las actividades culturales, sociales y deportivas del centro universitario.

Estos dos abogados segovianos que llegaron al Palacio de Mansilla con sus estudios de Derecho en 1974 pertenecieron, por ejemplo, a la tuna universitaria. “Guardo un buenísimo recuerdo de esa época, como tunos lo hacíamos francamente mal, en mi opinión, pero lo pasábamos bien”, dice Ruiz.

Es significativo que hasta que el Colegio Universitario no tuvo su sede en este edificio de la calle Trinidad, la mayoría de sus alumnos “no eran jóvenes, sino funcionarios, empleados y hasta curas, que llegaban a la Universidad mediante el acceso para mayores de 25 años”, según De Mercado.

Otro dato curioso es que las dos fases de la primera restauración del palacio supusieron a Caja Segovia una inversión superior a los 55 millones de pesetas. Cuarenta años después, las obras del nuevo campus ‘María Zambrano’, todavía pendientes de una segunda fase, han tenido un coste de 19,3 millones de euros (lo que equivaldría a más de 3.210 millones de pesetas).

La historia del Colegio Universitario es bien conocida. Con la llegada de las competencias universitarias a Castilla y León pasó a depender de la UVa, aunque la integración, iniciada en 2001, no se completó hasta 2007, cuando desapareció ya definitivamente como centro de la Obra Social y Cultural de Caja Segovia.

El Palacio de Mansilla, como el resto del patrimonio de esa Obra Social y Cultural, se enfrenta ahora a una nueva etapa, en este momento de incertidumbre. En los últimos meses, desde la integración de la entidad en Bankia, se han multiplicado las especulaciones sobre la posibilidad de que los responsables de la futura fundación negocien para vender o alquilar el inmueble que podría tener un uso hostelero o docente.