La escritora Natacha G. Mendoza ha cosechado un aplauso generalizado con los dos primeros libros que ha publicado: ‘Los Bares del Diablo’ (Ediciones Escondidas, 2019) e ‘Historias Mínimas’ (Versátiles Editorial, 2021). La narradora canaria pisa fuerte en el panorama literario y ha forjado un estilo muy personal en la ejecución de sus relatos. Ahora ultima la revisión de su primer libro tras agotarse y se acerca el nacimiento de su nueva obra.
La escritora ha rebasado la condición insular y durante diciembre se ha celebrado en A Coruña una exposición del pintor Antonio Seijas con obras inspiradas en textos de Natacha G. Mendoza, aunando 22 relatos y el mismo número de pinturas.
— ¿De dónde le viene la querencia literaria?
— Nace en casa de mis abuelos maternos. Cuando era niña mi abuelo tenía un despacho con una biblioteca, y ese lugar era prohibido para los pequeños de la familia. Mi curiosidad tan hambrienta hacía que en cualquier descuido me colara en dicho templo. Sé que el abuelo se enteraba de mis incursiones a esa habitación. Me prestaba muchísima atención. Un día, siendo yo muy pequeña, escribí un poema. Obviamente eran unos garabatos en una hoja sin sentido alguno. Mi abuelo pidió a toda la familia que allí estaba reunida que escucharan mientras yo lo leía. Ese acto me emocionó tanto que lo recuerdo con absoluta nitidez. Después todo vino rodado, me hice mayor, cumplí los dieciséis y comencé a escribir en cuadernos. No eran diarios, sólo escribía por intuición. El abuelo me habló de muchos escritores que ahora venero: Cortázar, Borges, Sábato, entre otros.
— ¿Sorprendida por la buena acogida a sus dos primeros libros?
— Sí. Jamás imaginé que mis relatos acabarían convirtiéndose en libros. Y menos, que muchos lectores se sintieran identificados con lo que escribo. Es una sensación preciosa. Aunque mi inseguridad no permita que la disfrute como es debido.
— ¿Por qué se ha centrado en este formato literario?
— En realidad no me he centrado deliberadamente en ese formato. Escribo sin previsiones sobre extensión. Enfrento la hoja en blanco y el texto nace solo. Soy escritora y lectora al mismo tiempo. En ese proceso creativo hay mucha intensidad, y podría decirse que sufrimiento. Necesito terminar lo antes posible la historia, y cuando aparece el cierre siento un inmenso alivio. La economía de palabras me apasiona, porque se puede contar mucho en pocas líneas. Pero no lo he planeado, todo es intuitivo, como un trance.
— ¿Qué definición es más ajustada para su obra: relato, microrrelato o cuento breve?
— Definiría mi obra como ‘relatos’. Prefiero designarla con esa palabra por ser más general y de menor rigor técnico. He relatado historias en una sola frase y otras en más de trece páginas.
— Dicen que el microrrelato más importante de la historia es el de Monterroso, aquel que dice “cuando despertó el dinosaurio seguía allí”. ¿Está de acuerdo?
— Creo que tal microrrelato es el más popular. Fue escrito en 1959, y no es el único de ese autor. Eso prueba que el relato corto ha existido desde hace mucho tiempo. En Argentina es un género muy apreciado y consumido. Ojalá comience a tener más importancia en nuestro país, pues contar historias inmensas en pocas palabras es un arte a valorar.
— ¿A qué atribuye la gran aceptación de este nuevo género?
— Creo que la brevedad es un bien muy valorado en tecnología de la comunicación. Ese vértigo afecta también a la literatura.
— ¿Busca premeditadamente la interactuación con los lectores?
— Intento comunicar a mis lectores ideas y sentimientos que tiendan un puente emocional entre ellos y yo. Pero no es premeditado, ya que no sé lo que va a ocurrir cuando me siento a escribir. Soy consciente de ese lenguaje al revisar el relato. Ahí pienso en el lector, lo visualizo durante la lectura.
— ¿Son las redes sociales un banco de pruebas para la literatura?
— No sabría medir la importancia de las redes en este aspecto. En mi caso, compartir los relatos en mi blog o Facebook, ha logrado que diferentes editores contacten conmigo. Supongo que esto les habrá ocurrido a otros escritores, sin duda.
— ¿Es el tiempo digital propicio para lo breve, lo escueto o lo mínimo?
— Sí, el tiempo digital propicia esos valores que no necesariamente son propios de la literatura.
— ¿Nos aceleran la vida y los sentimientos las urgencias digitales?
— El modo en que lo digital afecta a nuestra vida, es materia de especialistas. Desde McLuhan (El medio es el mensaje) hasta en ‘Infocracia’ de Byung-Chul Han, se discute sobre tales ‘urgencias’.
— ¿Favorecen las tecnologías determinado estilo literario?
Creo que las tecnologías favorecen el aspecto operativo de la creatividad. Pero la creatividad es previa. Primero ‘El Quijote’, luego la facilidad de ‘plasmarlo’ en PC.
— ¿Qué influencias más significativas tiene?
— Cortázar, Pizarnik, Borges, Sábato. Maximo Gorki, Dostoyevski.
— En su segundo libro Historias Mínimas aparece una imagen del Cortazar y además dos cuentos aluden al escritor argentino…
— Así es. La pintura del retrato de Cortázar es del artista gallego Antonio Seijas, que tuvo el inmenso detalle de regalarme. Y sobre los relatos dedicados al escritor, uno es un homenaje por el día de su nacimiento y el otro titulado ‘Oliveira’ es algo más personal, sobre mi forma de sentirlo al leerlo. Porque a Cortázar no lo leo, lo vivo.
— Como escritora canaria, ¿es difícil para los isleños llegar al resto de España?
— Ha sido lo contrario. He llegado antes al resto de España, incluso a Argentina, México, Chile, que a mi tierra natal. Mis dos libros han sido publicados por editoriales peninsulares, eso ha influido en ese proceso. Es ahora cuando los diarios canarios se están haciendo eco de mi trabajo.
— Usted ha participado recientemente en una muestra en Galicia…
— La Fundación Rodríguez Iglesias, en A Coruña, acoge Saudade, una exposición formada por mis relatos y las últimas creaciones del artista gallego Antonio Seijas. Están recibiendo una gran acogida por parte del público. Es un proyecto artístico conjunto, donde palabra y pintura se alimentan recíprocamente para transportar al visitante a unas atmósferas que parecen estar fuera de esta realidad y de este tiempo. El germen de la muestra fueron, de hecho, mis relatos al servir de inspiración para la creación de los cuadros. A partir de los libros ‘Historias mínimas’ y ‘Los Bares del Diablo’ Seijas fue desarrollando en imágenes todo este mundo propio y a la vez compartido, que nace de su forma de sentir los cuentos. También se ha inspirado en otros relatos inéditos míos. Siempre estaré muy agradecida por este regalo del artista a mi literatura.
— También, dentro de los reconocimientos, su último libro ha estado seleccionado para el Premio de la Crítica Andaluza.
— Si, “Historias mínimas” entró en la selección para ese premio. Fue muy emocionante y más siendo autora canaria, el hecho de estar en esa lista ya era un premio inmenso.
— ¿Cuáles son los asuntos más recurrentes que aborda en sus relatos?
Mis historias esperan a ser habitadas. Hay silencios, vacíos, soledades y nostalgias. También hay dolor, esperanza, amores frustrados…
— A veces el protagonista es un hombre y usted asume la primera persona del singular. ¿Es difícil imaginarse en la piel del otro sexo?
— Todo lo contrario. Cuando el relato nace y el narrador es masculino, siento hasta cierto alivio. Estoy muy cómoda contando historias a través de ellos. No sabría dar una razón específica, solo ocurre.
— ‘Los Bares del Diablo’. ¿Por qué el título? ¿Le atraen los bares? ¿Son las tabernas ratura?
— El primero que escribí estaba inspirado en esos bares de Buenos Aires. Esos lugares por donde parece que el tiempo se ha detenido en una época tenebrosa para ese país. De ahí nace mi inspiración para ese libro. Bares donde la desesperanza y la tristeza forman un vínculo irrompible. Personas que transitan en noches oscuras llenas de neones parpadeantes y decrépitos. Son relatos lúgubres, que habitan en un espacio temporal del cual no pueden escapar. Muchos escritores han creado sus mejores obras sentados en mesas de bares. Son lugares cargados de inspiración.
— Se agotó pronto la edición y está preparando una nueva, ¿qué novedades traerá?
— Sí, ‘Los Bares el Diablo’ están agotados. Me encuentro en proceso de revisión y creación de nuevas historias para su lanzamiento.
— Hay fuerte carga poética en sus textos. ¿Tiene en mente desarrollar una carrera en la poesía?
— No. Le tengo demasiado respeto a la poesía para entrometerme en ella. Sé que muchos de mis relatos están escritos en prosa poética. No hay nada planeado, aparece junto a la historia que cuento. Creo que es lo más cerca que estaré de la poesía.
— Historias mínimas… ¿Es vocacional esa brevedad, esas síntesis?
— Es una forma de escape. Mi inseguridad hace que huya lo antes posible de las historias, y ellas se cierran como dando un portazo. Ahora que ha pasado el tiempo y tengo más madurez en esto de las letras, lo tomo con calma. Me detengo a disfrutar del trance de la escritura, aunque siempre sienta esa especie de sufrimiento, que creo debe estar para obtener los resultados que obtengo. Diría que es vocacional, porque soy una enamorada de la economía de palabras como lectora también. Sobre todo si es efectiva y la historia sigue desarrollándose más allá de las pocas líneas existentes.
— Dicen que usted no escribe, sino que “dispara y que sus palabras son balas”. ¿Tiene muchos lectores con heridas del calibre Natacha?
— Algunos lectores se ponen en contacto conmigo para expresar en cierta forma esas heridas. Es decir, me cuentan sus impresiones, lo que mis relatos han dejado en ellos. Me gusta mucho saber sus puntos de vista al leerme. Es muy emocionante conocer que algo que has creado pueda causar tanto impacto en personas completamente ajenas a mí.
— ¿Qué nuevos proyectos tiene entre manos?
— Acabo de terminar mi tercer libro. Está en proceso de revisión, eso llevará un tiempo. Será algo diferente a lo leído hasta ahora, ya que me lanzo al relato largo, pero sin abandonar los breves. También estoy con la reedición ampliada de ‘Los Bares del Diablo’.
Los relatos más breves del mundo
CANDADOS
Saquemos el amor, lo ensucia todo. Bueh, pondremos un poco de música, Beethoven en Do mayor, o algo menos sinfónico, pero sin otoños, sin estufas, ni ese ocre que tanto jode. Ahora dibujemos distancias, las marcaremos con rotulador negro, no me miren así, dibujen líneas en el aire, puertas, candados, tablones. Cerremos todos los pestillos, las calles, nuestros ojos. Tapémonos los oídos, que no entre nada de dulzura, ni la tibieza de los sentimientos que decidimos sacar desde un inicio. Por lo que más queráis, no escuchemos su voz, ni su nombre, ni ese latido que expande cuando te capta. Corramos, marchémonos lejos, desdibujemos las líneas, los cerrojos, las puertas cerradas, destruyamos todo lo que hemos construido para que no entre. Intentémoslo al menos aunque sea en vano, aunque nos persiga, porque realmente nos corre por la sangre, latiendo y manchando todo lo que nos forma. Saquemos el amor, ensucia tanto… duele y duele.
PERIÓDICO
Iba a escribir sobre literatura. Pero me has distraído. No sé, creo que Eco respiraría aliviado. Pero vas y vienes, dices cosas que pueden tocarme. Sí, no te rías. Ayer dijiste “comeré” y yo me sentí saciada. Claro, sé que pensarás “está loca” pero no tienes idea de la gravedad del asunto. Puedes ignorarme detrás de ese inmenso periódico que detesto, porque te he dicho mil veces que hoy en día no son necesarios. Y tú dices “café” y yo despierto para siempre. No, estoy segura de que no eres consciente de que tu voz es todo un tratado musical, que debe estar sonando. O que tu risa, es la felicidad de mi alma. Sé que te descojonarás, pero hablo en serio… no puedes dejar de existir porque me borrarías.
Historias Mínimas
OSO
Siempre quise escribir un policial. Poner a un tipo desaliñado, maltratado por el alcohol y las drogas, pasado de cuarenta, una placa, pistola. Quizá Harry, o Jack, no sé, me valen los dos. El escenario; zona residencial, casas exactas, separadas por jardines perfectos, coches ilesos, todo ordenado. Cierro la noche, tres o cuatro de la madrugada, las luces de varias patrullas hacen eco de colores en las paredes del vecindario. Murmullos, coches que llegan, dos cadáveres; matrimonio. Una niña en camisón, unos ocho años, tiene un osito en la mano, la mirada perdida. La pondré sentada en la escalera de la entrada. Jack se agacha (con Harry). La observa, la consuela…
—Nena, ¿sabes si alguien quería hacer daño a tus papás?
Expando un silencio incómodo. Incluyo algún pensamiento de Harry: “No debería presionarla”, “tan sólo es una cría”.
—Sí…
—Bien, tranquila. ¿Quién odiaba a tus papás?
—Yo.
Natacha por Natacha
Natacha G. Mendoza, nació en Las Palmas de Gran Canaria, pero reside en Lanzarote, donde ha encontrado “la atmósfera perfecta” para inspirarse. Autora de ‘Los Bares del Diablo’ (Ediciones Escondidas, 2019) e ‘Historias Mínimas’, fue finalista en los XXVIII Premios Andalucía de la Crítica 2022. Veintidós relatos suyos aparecen en el libro ‘Saudade’, de Hércules de Ediciones, junto a las pinturas del artista gallego Antonio Seijas. Actualmente se encuentra trabajando en su tercer libro.
Colabora en diversas publicaciones y medios digitales culturales en los que sus relatos han ganado una sólida base de seguidores, y ha sido prologuista de varias obras. Por sus historias deambulan soledades, vacíos, amores incompletos, totales, salvajes… Son mundos interiores tormentosos, desesperanza por realidades insoportables, pero también rezuman ironía, belleza y poesía, mucha poesía. Sus relatos destacan por el uso medido y preciso del lenguaje, siendo capaz de condensar situaciones y vivencias en unas pocas frases. La minuciosidad en la elección de cada palabra ha conformado un estilo personal y ha forjado una voz propia. Esta selección de relatos para El Adelantado de Segovia permite una visión panorámica sobre su estilo e intenciones literarias.