35 años de Ronda

Creo que no hace falta presentar a la Ronda a nadie de Segovia, ellos cumplen 35 años y eso es buena salud y más si han estado dedicados esos años al folklore popular y tradicional de nuestra tierra. Son un grupo numeroso, por el que en estos años han pasado 120 personas de nuestro entorno para, enriqueciéndose, enriquecer al grupo y al patrimonio intangible de nuestra provincia.

En este cumpleaños, tan de señorita madura, han programado doce rondas de amor en distintos escenarios de la provincia. Hoy nos tocaba en el Juan Bravo, que es el primer teatro de Segovia y a beneficio de la Asociación Española contra el cáncer. Tampoco tengo que hablar de dicha asociación porque es ejemplar en su labor y todos les conocemos con Conchita Díez Garcillán a la cabeza, tanto en labores asistenciales, receptoras de homenajes o tratando de obtener ayuda para su magnífica labor. Recibieron su homenaje y recibirán la recaudación obtenida en taquilla.

La ocasión de este concierto estuvo marcada por la ausencia, por fallecimiento, de José Martín, de Espirdo y un elemento fiel a la Ronda, donde tocaba el laúd y a la que había dedicado muchos buenos ratos de su vida. Su hijo le dedicó unas sentidas palabras que todo el auditorio aplaudió.

El recital estuvo presentado y explicado por Ángel Román de una manera natural y graciosa cuando lo requería, dándonos cuenta de quién había recogido tal jota o quién había traído tal canción.

El recital comenzó con un pregón que ya iniciaba su primer disco en 1980 y que sigue tan fresco, porque “los ojos de mi morena me siguen matando a mí”, y siguió dedicando a las Carmelitas Descalzas, monjas de clausura de Mancera de Abajo, cerca de Béjar, que les han tejido las capas pardas, la conocida canción de “El puente de la segoviana”.

También tuvieron varios recuerdos para el mundo que acogió a tantos emigrantes castellanos al otro lado del charco, como una bonita habanera, “Allá en la Habana”, un magnífico bolero que lleva por título “Tu mirada” y un recuerdo a los Sabandeños, grandes amigos y en los que se inspirase Pepe Diviú para crear este grupo.

También hubo romances como el del Tuerto del Pirón, con letra de Ignacio Sanz, que, como algunos, los menos, robaba a los ricos para repartirlo entre los pobres.

Como no podría ser de otra manera también hubo jotas, muchas y buenas, como la del Tío Chavela de Escalona, la Jota de la Burra Parda, recogida por Feliciano Ituero, o la del primer bis que fue la Jota de la Taza del maestro Agapito Marazuela, al que se recordó con varios números como el ya citado pregón y tantos más, ya que fue el manantial del que todo comenzó de nuevo en este movimiento.

O del desaparecido grupo Hadit como “No me tires chinitas” o “La Elia”. También hubo un número instrumental importante, como es la mazurca de Cebreros, recogida por Jesús Calera y que nos recuerda a la polca de los Sabandeños cuando “dicen que la polca es un baile muy palaciego pero que se lo robaron los majos y los arrieros”.

Hubo tanto en las más de dos horas que es imposible resumirlo, esperamos verlos en el próximo recital.