“Detectives del pasado” es un proyecto educativo que forma parte de la asignatura de Lengua Castellana y Literatura. Se lleva a cabo desde septiembre de 2022 en el IES Catalina de Lancaster, en la localidad segoviana de Santa María la Real de Nieva, en colaboración con su residencia de ancianos y va dirigido a los alumnos de 2º de E.S.O., que tienen entre 13 y 14 años.
Este proyecto surgió en el mismo momento en el que decidí dedicarme a la docencia de nuestra lengua pues, desde mi punto de vista, esta asignatura no debe basarse exclusivamente en contenidos teóricos, que también; sino que es una herramienta para aprender, en el más amplio sentido de la palabra. Y, ¿Quiénes mejor para enseñar que aquellos que han vivido tanto? Con esta idea y, una vez llegué al Catalina de Lancaster, me puse en contacto con la residencia donde, desde el primer instante, apoyaron la idea y me ofrecieron toda ayuda posible.
Una vez se contó con el visto bueno por parte de las dos instituciones, instituto y residencia, comenzamos a trabajar cooperativamente Gloria, la terapeuta ocupacional de la residencia, y yo. La primera de nuestras tareas, nada sencilla, consistió en organizar a diecisiete adolescentes y emparejarlos con veinticuatro residentes. Decidimos hacerlo por semejanzas.: unimos a los alumnos que eran del mismo pueblo que el de algún anciano, unimos a aquellos más introvertidos con los que pudieran hacer hablar y reír a cualquiera, unimos a los que tenían alguna vivencia en común. Unimos y emparejamos pensando que siempre tendríamos tiempo de deshacer esas parejas y tríos para acomodar mejor a todos. Pero… llegando ya al final del curso, puedo asegurar que no hemos tenido que hacer apenas cambios. Es más, no nos lo permitirían porque, sin querer, hemos creado grupos de amigos.
Quizás esta tarea haya sido la más difícil, al margen de mover a todos al jardín cuando hemos tenido ocasión, porque desde que se conocieron tengo la sensación de que ya todo el trabajo lo hacen ellos. Y, ¿Cómo se lleva a cabo dicho trabajo? Pues bien, durante 4 horas al mes, distribuidas en dos días de semanas alternas, nos desplazamos hasta la residencia y desarrollamos actividades en las que se trabaja, fundamentalmente, la comunicación oral y escrita.
Yo aún recuerdo a algunos de mis profesores con los que aprendía sin darme cuenta de que estaba aprendiendo. Ese hecho hizo que yo tratara de idear actividades con las que lograr esa meta. Así, durante el primer trimestre, desde septiembre hasta final de año, mis estudiantes se pusieron en la piel de los periodistas,: preparando sus preguntas, llevando a cabo entrevistas de forma oral y plasmándolas después por escrito. Procurando de esta manera que supieran reconocer qué es y cómo realizar un texto periodístico. A continuación, durante el segundo trimestre, tuvieron que ordenar lo recogido para poder redactarlo, de forma clara y ordenada, con la firme intención de informar y dejar recogido por escrito cómo eran algunas fiestas o el colegio hace más de 70 años, cómo se desarrollaba una matanza, en qué consistía la mili o cómo se buscaba un trabajo. De esta forma, lograron escribir grandes textos
expositivos. Después de las vacaciones de Semana Santa, dimos paso a otro gran proyecto: escribir una colección de cuentos y acercarnos así a otro tipo de texto, el narrativo, para contar la vida de los residentes con estilo literario. Este proyecto culminará en una publicación autoeditada y autopublicada por ellos mismos. En ella se recogerán también los sabios consejos que nos han ido dando los residentes.
Pero, claro, no todo puede ser tan “tedioso”. También hemos tenido tiempo para aprender divirtiéndonos. Con esa intención hemos llegado a llevar a cabo un certamen de poesía. Los alumnos han acercado los poemas a los abuelos, los han leído con ellos, han interpretado los textos y los han declamado para, por último, elegir a un poeta ganador que, viviendo donde vivimos, no podía ser otro que el gran Antonio Machado. Asimismo, pensamos qué podríamos enseñar nosotros a los residentes, qué querrían conocer para podérselo enseñar y, ¿Qué escogieron conocer? El mundo. Y nos pusimos manos a la obra. Para ello, los chicos prepararon exposiciones orales con cientos de fotos de playas, monumentos, platos típicos, etc., de los lugares que les habría gustado conocer. Y es que, incluso hemos tenido tiempo para bailar todos juntos y hacer un videoclip coreografiado y grabado por los chicos que todo el mundo puede ver en el “Instagram” del instituto (@ieslancaster).
Pudiendo haber sido testigo de todo esto y mucho más, y llegando ya el verano, puedo afirmar que mis alumnos han aprendido muchísimo. Muchísimo más de lo que yo podría haberles enseñado. Y, también, puedo confirmar que yo he aprendido tanto como ellos. Pero, además, es maravilloso ver la repercusión que ha tenido este proyecto en los residentes porque, tal y como afirma Gloria, “desde el primer día en que los usuarios de la residencia se enteraron de que los alumnos querían venir a conocerlos, todo han sido alegrías”. Porque, sin duda, una de las mejores cosas que ha traído consigo esta idea es que “el día que vienen los niños no hay dolores, no hay que ir al médico, no tienen ganas de quedarse en la habitación. Sino, todo lo contario, ese día siempre ves sonrisas, tienen ganas de arreglarse, tienen sentimiento de utilidad y de pertenencia la comunidad porque se convierten en maestros de la vida”. Y esto, que alguien como Gloria que les quiere, cuida y conoce tanto, pueda decir algo así; esto sí que es un verdadero logro.
Por lo tanto, este proyecto bien se podría describir como un encuentro intergeneracional. Una serie de sesiones pautadas en las que se reúnen dos colectivos muchas veces ninguneados. Siendo, por desgracia muchas veces, nuestros mayores olvidados y nuestros adolescentes prejuzgados. Sin embargo, estos encuentros son mucho más. Son una herramienta para aprender la lengua castellana, como se ha explicado, y una manera de acompañar desde el cariño sabiendo aprovechar la sobresaliente sabiduría de los residentes. Pero, ante todo, se ha convertido en una manera de crear vínculos entre dos generaciones que se nutren mutuamente. Vínculos de amor y amistad que hacen felices a todos los que en ellos participan y, como repetían sin cesar los residentes en sus consejos, lo más importante en esta vida y lo que debería ser nuestra principal meta vital no es otra cosa que esto mismo: ser felices.