
Andrés Romero, Juan Manuel Munera y Duarte Fernandes cortaron una oreja por coleta en el festejo de rejones de Riaza, en una tarde gris en la cada uno dejó una notable faena, el onubense en el cuarto, el manchego en el quinto y el portugués en el tercero, que fueron un arcoíris entre un chaparrón. La lluvia tomó parte en el tercer compromiso del abono riazano, que gracias a que la temperatura fue agradable no mermó la presencia del público en los tendidos. Se lidió un encierro de la divisa de Luis Albarrán, de manejable juego en líneas generales.
Comenzaron los rejones encendiendo al respetable, al ver más capotazos de los subalternos que en una corrida de a pie. El reglamento exige que haya tres banderilleros por cuadrilla para un espectáculo en el que ya de por sí es demás de caro como para no tantear esa vía como opción a abaratar costes. En teoría deben (o deberían) intervenir lo mínimo posible, pero en este caso sí aparecieron y lo hicieron para abusar del uso del capote ante un primer astado que salió con brío y buen son. Los subalternos de Romero pegaron más lances en el primer turno que los dados el sábado en toda la corrida, en lo que fue la tónica general del festejo. Se erigieron en protagonistas en una faena en la que el jinete onubense estuvo seguro, con una elegante doma, dejándose incluso llegar al ejemplar de Albarrán a la montura, pero en la que no logró rédito por el inadecuado empleo del rejón de muerte. Aun así, los banderilleros se vinieron arriba, como habitualmente hacen, para pedir trofeo, pero la autoridad actuó con criterio para dejar claro que no exigieran premio si el público no lo estaba solicitando.

El segundo animal de la tarde acompañó menos, aunque no puso complicaciones. De comportamiento noble, rápido se apagó y apenas tuvo emoción. Solvente y firme anduvo Munera, que destacó más por la monta que por la colocación de los rehiletes. Tampoco estuvo fino con el acero. Comenzó a llover y la tarde se volvió impermeable a la permisividad y el resultado para el de Villarrobledo también fue silencio.
No importó que el agua siguiera cayendo. Los tendidos se cubrieron de paraguas y el respetable aguantó estoicamente. Firme estuvo Duarte Fernandes, que demostró una buena doma ante un astado parado pero manejable. Sin terminar de rematarlo bien con el rejón de muerte, paseó la primera oreja de la tarde.
Dispuesto Romero selló una seria faena al segundo de su lote, en un momento de la tarde en el que el piso de plaza comenzó a estar más húmedo. El buen drenaje del coso riazano hizo que impidiera la movilidad de los caballos y el de Huelva se gustó ante un ejemplar de buen comportamiento para terminar cortando una oreja tras un efectivo rejonazo.
Tuvo celo y recorrido el quinto, que resultó el mejor del festejo. Lo toreó a placer Munera, aprovechando la embestida y la inercia del astado. Se lo dejó llegar muy cerca y ajustó el embroque en la colocación de las banderillas. Finalizó de medio rejonazo agarrado en buen sitio. Tardó en caer y obtuvo un trofeo.

Para cerrar el festejo, Duarte Fernandes estuvo voluntarioso, pero al principio no logró conjuntar la entrega con la que encaró a su antagonista con la ejecución a la hora de clavar los palos. A medida que el toro fue mermando, consiguió mayor reunión en las suertes y colocó varias banderillas con ortodoxia en todo lo alto. Faena de menos a más, que finalizó con dos rosas al violín y desatino con los aceros. Su labor fue ovacionada para poner punto final al festejo.
Ficha
Plaza de toros de Riaza. Tercera de la feria de la Virgen del Manto y Hontanares. Más de media entrada. Astados de Luis Albarrán, manejables en líneas generales.
Andrés Romero, silencio y oreja.
Juan Manuel Munera, silencio y oreja.
Duarte Fernandes, oreja y ovación.