
“Si tengo que hablar de balances, sólo puedo hacerlo de la satisfacción que supone poder estar un mes de mayo más viendo el trabajo constante y permanente que se desarrolla en las Aulas de Manualidades”. Esta ha sido una de las frases repetidas por el presidente de la Diputación, Miguel Ángel de Vicente, en cada una de las nueve inauguraciones de las exposiciones zonales de este programa de ocio y convivencia de la institución provincial, celebradas desde el miércoles de esta semana en Juarros de Voltoya, Muñopedro, Encinillas, Hontalbilla, Vallelado, Escarabajosa de Cabezas, Valdevacas de Montejo, Fresno de Cantespino y La Matilla. Las tres últimas vivieron su puesta de largo ayer viernes y permanecerán abiertas hasta el próximo miércoles, 24 de mayo, en horario de tarde.
Son 160 pueblos los que participan en el programa Aulas de Manualidades y en torno a 1.300 los participantes, que han vuelto a ser el reflejo de la capacidad para reinventarse de las personas que viven en el territorio y son aficionadas a los trabajos manuales.
Entre los objetos más curiosos y menos comunes de estas exposiciones, que se repiten año a año como colofón al curso, se pueden ver desde cabezudos infantiles de piratas o superhéroes, dibujos hechos con arena, atrapasueños, vajillas de café o churreras, hasta capotes de torero, cinturones de hombre para colgar castañuelas o monteras de alcaldesa, pasando por jabones artesanos hechos a mano. Tampoco faltan, entre las piezas que se exhiben en los distintos pueblos, otros siempre presentes como monederos, manteles, mantas, bandejas, cofres, percheros, colgadores de llaves, lienzos, espejos, maceteros, elementos decorativos navideños, tarros, jarrones, tejas pintadas o espejos.
Además, como curiosidades, en la exposición de Encinillas figuran las chisteras pintadas por algunos de los residentes del CAPDI Los Juncos o las bolsas de tela pintadas por la diputada María Cuesta, alumna de las Aulas de Manualidades de Espirdo.
Estas Aulas, que como ha subrayado De Vicente, sirven “para tejer conversaciones, recuperar tiempos perdidos o poder pintar esos momentos de bajón que todos podemos tener”, también son, en palabras de María Puy Ignacio —una de los más de diez monitores que participan en el programa— “un punto de encuentro en el que los participantes tienen que pensar y trabajar”.
Ella, que además es profesora en los centros asistenciales dependientes de la Diputación, destaca que este programa de manualidades permite comprobar “cómo las personas que viven en estos centros se sienten útiles o cómo afrontan tener que pensar o tener que hacer este tipo de actividades”. “Normalmente la iniciativa es muy enriquecedora para ellos”, añade.
“No ha sido una legislatura fácil y tengo que darles las gracias por su participación, que ni en pandemia ha evitado que se celebraran estos programas comunitarios”, ha apuntado el presidente de la institución al término de cada inauguración, concluyendo que “ustedes nos devuelven el esfuerzo y la decisión que tomamos cada año al mantener estos proyectos”.
