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‘Peña del Moro’ es el nombre que recibe este vino tan peculiar, creado en colaboración con Bodegas García Serrano. / NEREA LLORENTE

Ahora es posible volver a saborear las cosas como eran hace 2.000 o 3.000 años gracias al inventor de Navas de Oro, Fernando Julián Martín quien, mediante su proyecto ‘Driada’, está trabajando en la fabricación de vino y aceite con resina.

Imagina levantarte por la mañana y prepararte una tostada con un aceite de oliva virgen extra o quedar con tus amigos para tomar un buen vino y que, entre los aromas y sabores del producto, algunos de ellos te trasladen a los pinares de nuestra provincia. Pues este sueño se va a convertir muy pronto en realidad, gracias al sistema que el creador peguero va a patentar. Mediante osmosis directa natural, se va a transferir a los productos esos aromas naturales que le darán un sabor y olor muy característicos, sin que la resina entre en un contacto directo con ese vino o ese aceite. Además, en un futuro próximo pretende también trasladar este tratamiento a cervezas y otros licores.

‘Peña del Moro’ es el característico nombre que poseerá este vino. Creado en colaboración con Bodegas García Serrano de Nava de la Asunción, cuyos dueños, Juan Gómez y Santos Gómez, han querido honrar con esta denominación, debido a que se trata de un yacimiento prehistórico ubicado entre Nava de la Asunción y Navas de Oro, en el cual, además, se han encontrado vasijas impregnadas de resina.

“Desde un primer momento tuve claro por qué quería crear este vino con ‘Bodegas García Serrano’. Principalmente porque son ellos mismos los que trabajan sus productos y, además, hacen vino ecológico. De este modo, nuestro vino será ecológico y de nuestra zona”, destaca Fernando Julián Martín.

Antiguamente el vino y otros productos como la cerveza o el aceite, se transportaba en ánforas que estaban tratadas con resina. “He querido recuperar ese sabor que daba la resina a estos productos. Por ejemplo, en aquella época, el vino no solo se usaba como alimento. En las batallas se les daba a los soldados para que luchasen mejor y también lo usaban los médicos para limpiar las heridas gracias al alcohol del propio vino, así como por la resina que llevaba. Quizás es el vino que tomaron en la última cena”, comenta.

Gracias a estos usos alternativos de la resina, lo que realmente se puede conseguir es incrementar su propio valor. Esa es la meta que tiene este inventor segoviano quien, además, con ‘Driada’ pretende dar un valor añadido a los productos que crea, ya que estos poseen una trazabilidad mediante la cual podemos saber de donde procede exactamente la resina con la que se ha elaborado el producto que obtenemos.

“De este modo, no solo van a ganar dinero los fabricantes del vino o del aceite, sino que también lo hará el resinero que está trabajando con todo su esfuerzo y cariño extrayendo esa resina para luego envejecer ese tipo de vinos o productos que se crean. Se trata de dar a los productos ese valor máximo que tenían hace 2.000 o 3.000 años”, concluye Fernando Julián Martín.