
Laurena Martín, alcaldesa de Arcones, es la mejor embajadora de su pueblo y posiblemente quien mejor conoce el Museo de las Hundas y la Trashumancia de esta pequeña localidad —con menos de 200 vecinos empadronados— situada en la falda de la Sierra de Guadarrama, a 41 kilómetros de la capital segoviana, junto a la carretera N-110.
Este pequeño museo rural, fruto en gran medida de las donaciones realizadas por los propios vecinos y naturales de Arcones, es una de las mejores formas de conocer en la provincia una actividad ancestral como la trashumancia, ligada aquí a la Cañada Real Soriana Occidental y, en el ámbito geológico; también a las hundas o dolinas del paisaje natural del municipio.
Ubicado en la planta superior de las antiguas escuelas, en el número 13 de la calle Castillejo, el museo muestra una exposición geo-antropológica y está dividido en dos partes, la geológica, sobre las hundas, y la antropológica que, a su vez, invita por un lado a conocer la vida social, familiar, cultural y laboral del hombre, el pastor trashumante, durante los periodos que pasaba fuera del pueblo y, por otro, la vida de la mujer, “alma mater” de la familia, la casa, el pueblo, la agricultura y la ganadería locales.
La exposición geológica la forman fotografías y paneles sobre la singularidad de las hundas o dolinas del municipio, que han sido objeto de un estudio elaborado en 2008 por el profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Alcalá de Henares Fernando Moreno Sanz.
El conjunto de hundas (por hundimientos del terreno) se extiende al pie de la falda de la Sierra de Guadarrama desde las proximidades del término municipal de Prádena hasta cerca del de Matabuena, a lo largo de una amplia banda de unos 150 metros de ancha que coincide sensiblemente con el trazado de la Cañada Real Soriana Occidental.
Según Moreno Sanz, se trata de dos conjuntos de dolinas, depresiones más o menos circulares, resultado del hundimiento del terreno calizo por la acción del agua que se infiltra o circula bajo la superficie.
Al menos hasta principios de los años ochenta estas hundas, tras las lluvias de primavera, mostraban una lámina de agua circular que indicaba el nivel freático en ese momento, dando lugar a un paisaje de singular belleza.
El citado estudio del experto de la Universidad de Alcalá alertaba de que las hundas del área de La Mata habían sido recubiertas por material procedente de una cantera de áridos de la zona, alternado su funcionamiento hídrico y el paisaje, además del riesgo de contaminación de las aguas del acuífero.
Así, señalaba en 2008 que “la situación actual ante la profunda degradación de la calidad de un paisaje singular, único en la región, y que constituye en sí mismo un recurso turístico, exige igualmente devolver a este entorno sus condiciones iniciales”.
Desde entonces se han llevado a cabo intervenciones de recuperación, algunas por colectivos ambientalistas, pero la alcaldesa de Arcones conviene en que “ahora están llena de maleza porque ya no hay animales que se la coman”. Las fotografías del museo dan cuenta de su belleza en estado natural.
Martín comenta que están unidas a la trashumancia porque en las hundas “era donde los pastores esquilaban y quitaban la roña a las ovejas cuando las traían a Arcones, porque estaban llenas de agua, no como ahora”.

Dos lados, dos vidas
La zona expositiva sobre la vida de los antepasados de Arcones, localidad donde la gran mayoría de los hombres, salvo los ancianos, se dedicaba a la trashumancia, muestra en un lado todo lo utilizado durante sus largas estancias fuera del pueblo: abarcas, peales, zahones, zurrón, chozo, incluso lo que construían los pastores en las largas horas al cuidado de los rebaños de ovejas de otros: calcetines, asientos, sogas de crines, colodras y otros objetos con los que obsequiaban a sus familiares cuando regresaban después de nueve largos meses.
La regidora de Arcones informa de que este mes se han celebrado cuatro jornadas de puertas abiertas en el museo, por iniciativa de la persona que lleva la información turística del pueblo, y asegura que la dureza de la vida del trashumante era tal que algunos vecinos más mayores que no conocían la exposición le han comentado que, aunque reconocen que es cultura e historia de su pueblo, resulta muy doloroso por los malos recuerdos, las dificultades que pasaban sus padres y abuelos y la separación durante tanto tiempo. “Hay gente que lo pasó muy mal porque a partir de los seis años eran zagales, iban de trashumantes con los pastores y tenían que levantarse antes que ellos, a las cuatro de la mañana, ir a buscar la fuente más cercana y llevar agua para cuando se levantaban los mayores y encender el fuego para hacer el desayuno”, comenta Laureana Martín.

En el otro lado se muestran estancias, utensilios, ropas y objetos en general relacionados con el día a día de las mujeres en el pueblo. Martín también valora mucho su tesón y su capacidad de trabajo: “Además de llevar la organización y la economía de las casas, ordeñaban vacas, incluso asistían a los animales en el parto, trabajaban las tierras… Las mujeres de Arcones araban mejor que cualquier hombre del pueblo porque ellos no estaban ni en época de sembrar, ni de escardar… Estaban solo en la siega y en la trilla”.
El museo da cuenta de eventos como las matanzas, en las que las mujeres mostraban su solidaridad, se ayudaban unas a otras, al igual que en otras actividades del pueblo, organizándose, por ejemplo, para que nadie muriera solo, o con las hacenderas —que en parte ha conseguido mantener la actual alcaldesa—. También en el duro trabajo en los linares, ya que Martín sostiene que la Comunidad de Villa y Tierra de Pedraza, a la que pertenece Arcones, llegó a ser la mejor zona productora de lino de España. “Yo quise aprender a cultivar el lino pero mi madre no me dejó, decía que era muy duro, que te salían ampollas en las manos. Recuerdo que en mi familia paterna había muchos telares y también se hacían mantas de lana, que luego se llevaban a Béjar (Salamanca) y de ahí a Portugal”, explica.
En el museo pueden verse telares, alguna rueca, un ovillo de lino y todos los útiles antiguos de la cocina de un pueblo serrano, hasta un horno de cocer el pan con sus artesas, cedazos y varillas. Hay un portal, una alcoba, una cuadra, aperos de labranza… Fotografías antiguas de familias y de celebraciones, y la tienda del Tío Toribio. “La llegué a conocer y tenemos una reproducción porque se vendía de todo, hasta artículos funerarios como cruces para el cementerio”, apunta Martín.
Para visitarlo
Este museo es autovisitable a través de la plataforma web de Museos Vivos —www.museosvivos.com—, una red de espacios expositivos impulsada por una quincena de grupos de acción local de Castilla y León, entre ellos Segovia Sur en la provincia. Utiliza un sistema ‘Smart’ desarrollado para poder abrir al público los 365 días del año las 24 horas, ya que facilita una clave accediendo a la pestaña de reservas y rellenando un formulario. Además, los interesados pueden recibir información sobre el museo en el teléfono del Ayuntamiento de Arcones: 921 5004044.