Personal del Centro de Mayores Valdihuertos y de la USBA de Burgos en abril. / E.A

Las labores de desinfección se siguen sucediendo en la localidad de Cuéllar y ayer fue el turno del Centro de Mayores Valdihuertos. Militares de la Unidad USBA Cid Campeador de Burgos se desplazaron hasta Cuéllar ante el requirimiento de desinfección de residencias que está dentro de la operación ‘Balmis’. El Capitán Alonso Salamanca explicó a las puertas del centro que un total de ocho efectivos se iban a encargar de esta desinfección con los productos y equipo veterinario del que disponen en Burgos; el equipo de apoyo realizó la limpieza de exteriores. Comentó que estos requerimientos se tramitan a través de la Subdelegación de Gobierno, y que es la Subdirección General del Ejército de Tierra de Valladolid quien asigna, según los medios disponibles, las zonas de desinfección. “Estamos a disposición del Gobierno para todo lo que podamos desinfectar a nivel de residencias o apoyo anímico al personal que está sufriendo esta pandemia”, comentó el capitán. La  unidad realizó labores el sábado en Pontevedra, y en la provincia de Segovia ya han actuado en Coca y Nava de la Asunción; después de Cuéllar se desplazaron hasta Navas de Enmedio.

El procedimiento de limpieza se coordina con la dirección de la residencia en función de los infectados o personal aislado. “Es un trabajo más técnico que el que están realizando otras unidades como la UME, los equipo veterinarios realizan una limpieza algo más exhaustiva”, comentó el capitán.

Desde el Centro de Mayores, María Espeso, directora en funciones, comentó que la limpieza se requería en zonas comunes y habitaciones vacías. Han sido una de las residencias que más tarde han recibido el servicio al no contar con casos, y se ha actuado por protocolo. Los propios protocolos que se están siguiendo desde la residencia son “muy estrictos”, como detalló la directora: “no entra nadie externo a las instalaciones, todo el personal entra por abajo y se desinfecta en la entrada”, concretó. El personal, animado y con fuerzas, cuida a sus 98 usuarios que, asegura Espeso, están algo “tristes” pero mantienen el contacto con videollamadas, llamadas semanales desde el centro y las que efectúan los familiares. Usuarios y personal se aferran al arcoíris que cuelga de su balcón superior para seguir manteniéndose con ánimo y sin ningún caso positivo.