
Tras la crisis global provocada por el Covid, los vecinos y amigos de la pequeña pedanía de Sigueruelo han retomado sus tradicionales hacenderas populares de verano para conservar su patrimonio y llegar hasta donde a veces la Administración no puede. Las ganas de los más jóvenes suplen en parte la falta de especialistas en los oficios.
Ni el calor, ni el madrugón dominical pueden con la voluntad de hierro y el amor por su pueblo de la treintena de vecinos que han trabajado hoy en la restauración de bancos de madera y columpios infantiles, así como en la reparación de vallas y desperfectos, cada uno en función de sus capacidades.
La hacendera de este año se enmarca en las actividades organizadas por la Asociación de Vecinos de Sigueruelo en dos fines de semana culturales. Para la iniciativa, el Ayuntamiento de Santo Tomé ha sufragado los materiales y los ingredientes de la posterior paella elaborada por los propios vecinos y que, tras el duro trabajo, han disfrutado todos los participantes.
El presidente de la asociación, Antonio Moreno explicó que “estos fines de semana de cultura y ocio han supuesto un reencuentro entre muchos vecinos tras los tiempos complicados que hemos vivido”. “La Junta Directiva ha trabajado intensamente en nuevas alternativas de ocio en la calle y en nuestra sede para que los habitantes habituales y los que vienen de manera ocasional podamos compartir buenos momentos”, añadió.
Algunas de las iniciativas recientes que la asociación ha apadrinado en busca de ese fin son la celebración de las partidas de cartas del verano que, desde el cierre del bar del pueblo hace unos años, habían perdido su emplazamiento habitual. Los niños también tienen sus propias actividades, tales como el cine infantil, los juegos de mesa e incluso un Scalextric que fue adquirido no hace mucho por los vecinos. A todo ello se unen los eventos deportivos y lúdicos que se organizaron durante el último fin de semana de julio. En aquellas primeras jornadas culturales del verano, se celebraron campeonatos de bádminton, de ping-pong, de fútbol, del popular juego de mesa ‘Catán’, de brisca y de tute. Además, tampoco faltaron las veladas cinematográficas, las yincanas o los aperitivos populares.
Según argumenta el presidente de la Asociación de Vecinos, todo esto lo hacen porque “un pueblo sin vida implica que las nuevas generaciones prefieran pasar su tiempo libre en otros lugares”.
Desde hace más de una década, las hacenderas populares han marcado el verano de la localidad -ahora enriquecido con muchas más actividades-. Gracias a este esfuerzo colectivo y a la buena voluntad de todos los vecinos, se han completado numerosas mejoras y reparaciones que el pueblo necesitaba. Entre ellas, cabe destacar la restauración del histórico potro o la habilitación de mesas de picnic en la Fuente Honda.