
Hace aproximadamente dos décadas los grandes búhos comenzaron a establecerse a buen ritmo por las vastas llanuras que bordean la ciudad de Segovia. En aquellos lugares donde resultaban comunes los conejos, y existían enclaves propicios para reproducirse, las parejas pronto se sedentarizaron.
Abundando sus presas naturales, la especie cría a buen ritmo. De esta manera, innúmeros barrancos, cortados naturales y cantiles que jalonan ríos y arroyos fueron rápidamente conquistados. El búho real, al contrario que otras grandes aves de presa, posee una notable capacidad para adaptarse a los cambios que tienden a producirse en los paisajes degradados. Además, por su nocturno modo de vida, pasa fácilmente desapercibido en ambientes humanizados. Con el paso de los años, la creciente población se desperdigó, ampliando su radio de acción hacia entornos más antropógenos como yacimientos abandonados, canteras en activo, etc. Tomados los territorios más idóneos, otras parejas intentan progresar en escenarios más hostiles como son los contrafuertes mesetarios o los nimios remates rocosos de las laderas. He visto a búhos nidificar en rocas inverosímiles o incluso sobre el propio suelo (estos nidos suelen perderse todas las temporadas).
Antaño, en los núcleos habitados por el hombre otras rapaces nocturnas vivían en estos hábitats. Las lechuzas medraban por doquier en todo tipo de edificaciones. Y, en menor medida, pero mostrando también el referido carácter urbano, lo hacían los pequeños mochuelos, los autillos o incluso los enigmáticos cárabos. Pero, por diversos motivos, en la actualidad ya no resulta sencillo observar a estas aves del medio urbano, simplemente han desaparecido.
En ocasiones, algunas parejas de búho real también consiguen prosperar en el interior de pueblos y grandes ciudades. En una pequeña localidad, a escasos kilómetros de la ciudad de Segovia, tres jóvenes búhos vivieron apaciblemente durante buena parte del verano. Resumidamente, creo que aquellos búhos nacieron en una cantera cercana, pero ya durante el periodo de independencia en relación a sus progenitores se pertrecharon en la cúpula de la iglesia. Aquellos búhos permanecían encubiertos durante gran parte del día entre la ornamentación de la altiva torre, entre el amasijo de palitroques que conformaba el nido de una pareja de cigüeñas… Tan solo, cuando llegaba la noche, los búhos se activaban por instinto… Entonces, antes de internarse por los campos y rastrojos que constituían sus territorios de caza, ejecutaban toda clase de planeos, cernidos y otros vuelos lúdicos sobre el vetusto campanario. Por los tejados del templo religioso se llamaban unos a otros mediante lastimeros reclamos… Con el transcurso de los días estos jóvenes individuos emprendieron desplazamientos más notables, al menos uno de ellos pereció al chocar contra el vallado protector de una autovía. En este periodo los búhos inmaduros son muy vulnerables, tendidos eléctricos y todo tipo de vallados causan gran mortandad.