La víctima por violación de su primo: «Pensaba que no iba a sobrevivir»

El acusado se enfrenta a 30 años de cárcel por un delito de asesinato en grado de tentativa y otro de agresión sexual, además de 20 años de libertad vigilada y 14.700 euros de indemnización para la joven

«Pensaba que no iba a sobrevivir», relató en el juicio en la Audiencia Provincial de Segovia -vía telemática- la joven que fue víctima de graves agresiones por parte de su primo hasta que quedó inconsciente y después fue violada por él en septiembre de 2019 en la localidad de Turégano. La Audiencia de Segovia albergó este martes la primera sesión de un juicio en el que C.P. se enfrenta a 30 años de cárcel por un delito de asesinato en grado de tentativa y otro de agresión sexual, además de 20 años de libertad vigilada y 14.700 euros de indemnización para la joven.

En esta primera sesión, la víctima repasó por vía telemática los hechos que se juzgan, los cuales el fiscal recoge en su escrito de acusación inicial y se remontan al día 6 de septiembre de 2019. Ambos jóvenes, él con 24 años y ella con 18 en ese momento y naturales de Honduras aunque con mucho tiempo viviendo en España, estaban en casa de ella en Turégano (Segovia) y se disponían a ir a las fiestas de otra localidad, Carbonero el Mayor.

Según la acusación particular, cuando se estaba abrochando los zapatos para salir, él le dio un puñetazo en la cabeza, la tiró al suelo, la inmovilizó, intentó ahogarla con un cojín y luego con sus manos, le dio una serie de golpes que la dejó inconsciente y, una vez quedó en ese estado, aprovechó para violarla. La víctima, que relató el suceso hasta el momento en que quedó sin consciencia y precisó que, en un momento mientras intentaba asfixiarla, el agresor le dijo «te quiero ver muerta» y, preguntada sobre qué sintió mientras recibía los golpes, respondió que solo «pensaba que iba a morir».

Después, a preguntas de su abogado, la víctima relató las secuelas físicas y psicológicas que sufrió como consecuencia del episodio vivido, que la llevó a mudarse a otra localidad ubicada a 600 kilómetros de Segovia con su madre y «romper con todo», en palabras de su letrado. Declaró que ahora recibe terapia psicológica y también medicación para dormir porque, desde entonces, tiene pesadillas con lo ocurrido cuando intenta conciliar el sueño.

Su madre también intervino en el juicio y precisó que durante el primer año en su nuevo hogar intentaron que retomara sus estudios, pero fue incapaz de acudir a clase porque tenía ataques de pánico al estar con el resto de jóvenes. Las secuelas físicas -dos manos escayoladas porque él le rompió los dedos al inmovilizarla, la cara morada por las contusiones y el pelo rasurado en parte de la cabeza- también dificultaron que hiciera una vida normal, por lo que perdió un año lectivo.

La madre añadió que la víctima actualmente no sale a la calle nada más que para estudiar y no tiene amigos porque, aunque alguna vez ha intentado salir animada por sus familiares, acaba por solicitar que vayan a recogerla porque presenta ataques de ansiedad. También relató que tanto los dos jóvenes como toda la familia tenían una buena relación entre ellos, que ambos pasaban mucho tiempo juntos y todos creían que él, como su primo mayor, «cuidaba de ella»: «No pensamos que la fuera a ver con unos ojos diferentes, ni mucho menos», señaló.

El acusado declarado antes y reconocido los hechos con algunas puntualizaciones como que no intentó asfixiarla y, preguntado sobre por qué lo hizo, dijo que no lo sabe, que «en ningún momento quería hacerla daño», que «la quería muchísimo» y que «le hubiera gustado ser su novio».