
No tenemos ninguna duda de que el origen de las procesiones de la Semana Santa segoviana radica en las cofradías gremiales y, en el artículo que ahora comenzamos, se tratarán de justificar los fundamentos en los que nos basamos para hacer esta afirmación.
Desde el punto de vista antropológico resulta muy interesante estudiar la necesidad que tiene el ser humano de asociarse para lograr beneficios tanto materiales como espirituales. Desde tiempo inmemorial, los trabajadores de un mismo oficio han tratado de unirse para mantener relaciones que afectan al ejercicio de su profesión y para honrar a algún ser sobrenatural para ejercer funciones de patronazgo.

El gremio tuvo su origen en la cofradía, asociación libre de trabajadores para honrar a un santo, socorrer a sus compañeros y estrechar lazos de unión celebrando juntos fiestas y banquetes comunales. Se conoce la existencia de cofradías desde finales del siglo XII y principios de siglo XIII. Tenemos noticias de que en Segovia, a mediados del siglo XIV, existía una cofradía muy poderosa cuya sede radicaba en el convento de San Francisco.
Las cofradías jugaban un papel relevante en todos los ámbitos de la vida social. Estas formaciones llevaban implícito un carácter piadoso y entre sus fines estaba los de tipo religioso, el culto funerario y las obras pías, pero también los de tipo asistencial y caritativo entre los más necesitados. Las cofradías nombraban entre sus miembros a los que denominaban “escuadras”, cuya misión era llevar los estandartes y banderas de la cofradía durante los desfiles procesionales y entregar las ofrendas al patrón de la misma. Se procesionaba para acompañar a los difuntos, se procesionaba el día de la fiesta del patrón y se procesionaba en las grandes festividades de la Iglesia, tales como en la Semana Santa; pero también se participaba en los desfiles de carácter civil, como, por ejemplo, en los actos de bienvenida de reyes, adoptando una marcialidad pseudo militar y no escatimando en aparatosidad y colorido. Significaba un gran honor para los hermanos abrir el cortejo procesional portando los estandartes de la cofradía y hacer la entrega de las ofrendas al santo de su devoción.

Tenemos noticias de que el Gremio de Tundidores (el tundido era una de las últimas funciones que se aplicaba al paño en su fabricación), hacia mediados del siglo XVII, sacaba en procesión el día de Jueves Santo una imagen de Cristo Crucificado. Pero en el año 1669 sacaron por primera vez un paso procesional formado por seis figuras, que escenificaban lo que sucedió en el Gólgota en los momentos del último suspiro de Nuestro Señor Jesucristo. Un año antes, dicho gremio había encargado a un escultor que confeccionase un conjunto de figuras que acompañasen al Cristo Crucificado, que tradicionalmente sacaban en procesión, y se completase la escena del Calvario, añadiendo las figuras del buen y del mal ladrón en sus cruces, las de Nuestra Señora y San Juan a los pies de la Cruz de Cristo y la de Longinos a caballo con su lanza. El Jueves Santo de dicho año, a las 9 de la noche, desfiló este paso por las calles del arrabal de Sana Eulalia, pasando por las calles de la Muerte y de la Vida, hasta el convento de San Francisco, rodeando dicho convento por las Peñuelas, hasta llegar al convento de Santa Isabel y, de allí, descender por la Calle de San Antón, la calle de los Soldados (calle Buitrago), para terminar en el palacio de tundidores de donde había salido el cortejo.
El Viernes Santo salía la procesión de la cofradía de los Caballeros o del Confalón de la iglesia de San Miguel. Al estandarte o confalón le seguían la Cruz parroquial, la de la Hermandad de la Paz y la de la Caridad. Los devotos desfilaban en dos filas con velas encendidas. Se completaba el cortejo con la Virgen de los Siete Cuchillos y la Soledad, seguida de un nutrido grupo de cantores, dejando oír su triste música de “Las Profecías y las Lamentaciones”, en el silencio sepulcral de la noche. Su recorrido partía de la iglesia de San Miguel, se entraba en la Catedral por la puerta de San Frutos y se salía por la del Perdón, continuaba por la calle de los Desamparados, por la calle de la Vitoria y se regresaba a la iglesia de San Miguel.

Hasta aquí los más antiguos testimonios que hemos encontrado sobre las procesiones de Semana Santa por parte de las cofradías. Pero hagamos un poco de historia del gremio de zapateros y sobre su costumbre de celebrar desfiles procesionales.
En 1539 se cita a los zapateros y curtidores como miembros de la cofradía de Sancti-Spiritus, con sede en el antiguo convento de la encomienda de su nombre. Tras su desaparición, aparece a principios del siglo XVII (en 1613 según don Santos San Cristóbal) la cofradía de San Crispín y San Crispiniano, santos protectores de los zapateros de obra prima. En el año 1667, dicha cofradía aparece denominada como la Hermandad de los Zapateros Mancebos, con el título de Nª Sª de la Concepción, con sede en la ermita de Santa Lucía, aunque en 1697 se trasladó a la iglesia de Santa Columba. Al hundirse la torre de esta iglesia en el año 1818, dicha cofradía se trasladó a la iglesia de San Clemente.
Alberto Martín Valdivieso, presentó una comunicación en el III Congreso Internacional de Cofradías, celebrado en Murcia, en la que afirmaba la existencia de una cofradía nazarena en el convento de los padres agustinos de Segovia, en el siglo XVII, con el título de Cofradía de Nuestra Señora de la Gracia, aunque según parece ser despareció algunos años después de 1656.
Sobre las procesiones de la cofradía de los zapateros sabemos que en el año 1768 sacó en procesión el día de Jueves Santo a la imagen de Jesús Nazareno con la Cruz a Cuestas. Este desfile salió de la iglesia de Santa Columba, se dirigió por la calle Real a la plaza Mayor, continuó hacia la plaza de San Esteban, haciendo una estación frente al Palacio Episcopal, siguiendo después por la calle de la Victoria en dirección a la calle San Juan, para regresar a la iglesia de donde habían salido.
Desde esta nueva sede, la procesión de Jesús Nazareno con la Cruz a Cuestas, participó en una nueva etapa de la Semana Santa en la que se creó la Procesión de los Pasos o de los Gremios. Salía de la iglesia de Santa Eulalia y era costeada por las corporaciones gremiales de Segovia. La salida de la procesión dependía en gran medida de cómo hubiera ido el año económico para las clases trabajadores, por eso salía de forma intermitente. Si el año había sido económicamente malo, la procesión no salía al carecer de fondos para ello.

Tras la desaparición de la Procesión de los Pasos, el Cristo Nazareno se mantuvo al culto en la iglesia de San Clemente. Sabemos que en el año 1886 le fue donada una túnica bordada en oro. Esta túnica, muy deteriorada, se encuentra en la sacristía de la iglesia y en ella se puede leer la inscripción siguiente: «Aceptad, Señor, de vuestros siervos de Llen, esta túnica, y dignaos a cubrir su desnudez con la preciosísima de la penitencia, día 24 de junio de 1886».
Por esta inscripción se pensó que la imagen podía procede de aquel lugar. Llen es un lugar dependiente del ayuntamiento de las Veguillas (Salamanca). Esta finca ha pertenecido a la familia Sánchez Tabernero, poseedores del título del marquesado de Llen, posiblemente los donantes de dicha túnica. Por estas fechas, Juan Antonio Sánchez, padre del primer marqués de Llen, estaba casado en segundas nupcias con María Antonia García, hermana de Antonio García, por entonces obispo de Segovia. Este mismo obispo, al año siguiente de la donación de la túnica, regaló la corona de plata que actualmente porta la imagen sobre sus sienes.
Unos años después de estas donaciones, Luis Díaz, el párroco de la parroquia de El Salvador, intentó recuperar la Procesión de los Pasos. Tras buscar el apoyo de los gremios, logró que saliera de nuevo en 1897 y el gremio de los zapateros volvió a portar la imagen de Jesús Nazareno con la Cruz a Cuestas desde Santa Eulalia, en la procesión de la noche del Jueves Santo. Parece ser que esta imagen se trasladada en andas el Miércoles Santo hasta la iglesia de Santa Eulalia, para participar al día siguiente en dicha procesión. Pero esta procesión volvió a desaparecer en 1899. En definitiva, podemos resumir que durante el siglo XIX se siguieron celebrando procesiones de Semana Santa por la cofradías de forma individualizada, cada una de ellas con su propio recorrido, hasta que a principios del siglo XX, en 1906, el obispo de Segovia, don Juan Miranda, organizó la procesión de Semana Santa para que todos los pasos salieran de la catedral para volver a ellas tras recorrer las calles de Cronista Lecea, Serafín, San Agustín, San Juan, plaza del Azoguejo, calle Real y plaza Mayor.
En 1907 volvía a salir la Procesión de los Pasos, esta vez organizada por el señor obispo, aunque gracias a la colaboración de las asociaciones gremiales. Parece ser que para la primera salida con este nuevo formato, se cambió el día al Domingo de Ramos, cambiando también el recorrido, al mismo tiempo que se sustituían las viejas imágenes por unas nuevas compradas en Cataluña, añadiendo un nuevo paso, el de la Piedad. En esta nueva procesión los zapateros se hicieron cargo de la nueva imagen del Nazareno, realizada por José Quixal, hasta 1930, año en el que dejaron de sacar dicha imagen de Jesús Nazareno con las Cruz a Cuestas tras más de 150 años de su participación en las procesiones de Semana Santa. Actualmente, esta nueva imagen de José Quixal es sacada por la cofradía de los Hermanos Maristas, subiéndola desde su colegio hasta la iglesia de San Miguel el día de Jueves Santo, donde pasa la noche, para salir al día siguiente en la Procesión de los Pasos y una vez terminada esta procesión volver a su colegio.
Esta nueva talla de José Quixal nunca fue depositada en San Clemente, por lo que la antigua imagen se mantuvo al culto en dicha iglesia hasta que el año 1921, se la llevó el vicario general don Eustasio del Barrio, para ser expuesta en una exposición de arte sacro, tras la cual no regresó y se guardó en los almacenes del Obispado.
Hace unos años, la cofradía de la Piedad, de la parroquia de San José, intentó recuperar la talla de Jesús Nazareno para participar en un nuevo desfile procesional. Ángel Santos de Andrés, presidente de dicha cofradía, explicó que cuando los cofrades estaban buscando una imagen de Cristo vivo para realizar la escena del “Encuentro” con la imagen de la Dolorosa, desde el obispado les ofrecieron esta imagen del Nazareno. Al estar en tal mal estado de conservación, deteriorada, sin pelo y llena de polvo, sintieron rechazo hacia ella y pensaron desistir de su intento, porque no veían viable poder tenerla lista a tiempo y carecer de presupuesto para su restauración. Pero al fin aceptaron el reto. Los feligreses lavaron los ropajes y restauraron la túnica en lo posible, pues se encontraba muy deteriorada. También le pusieron una peluca. Pero la cesión era solamente por un mes. De todos modos, ese año le sacaron en procesión por las calles del barrio, en la que denominaron la Procesión de los Enfermos. Con mucho esfuerzo, poco tiempo y escasos recursos intentaron sacar a la luz la belleza y la dignidad de la imagen. Acabada su limpieza organizaron un acto de presentación en los salones parroquiales. Por fin, el día 3 de abril de 2012 la sacaron en dicha procesión. Al no saber sobre su origen y tener inscrito en la túnica que había sido donada por los siervos de Llen en 1886, le bautizaron como el Nazareno de Llen.
En este tiempo la cofradía de San Millán la reclamó como suya al ser originaria del templo de San Clemente y finalmente fue esta cofradía la que se quedó con ella.
Finalmente en 2015 las parroquias de San Millán y San Clemente, junto con la cofradía de la Soledad al Pié de la Cruz y el Santo Cristo de la Última Palabra, procesionaron al Nazareno en el Vía Crucis de la mañana del Viernes Santo.
Esta imagen se trata de una imagen de vestir como el Cristo de Medinaceli o del Rescate y así sale actualmente en Segovia. Tiene tamaño natural con los brazos articulados, las manos, la cara y los pies tallados, con el cuerpo parcialmente anatomizado, para que la túnica pueda asentar perfectamente. El Cristo presenta una postura erguida, sin ningún signo de dar un paso. El tener los brazos articulados es lo que permitía modificar su posición para portar la Cruz en las procesiones. Según don Santos San Cristóbal, se colocaba la cruz casi de forma horizontal, aunque también cabe la posibilidad de que se le colocase de pie delante del cuerpo abrazada entre sus brazos.
El autor de esta imagen fue el escultor Ildefonso Giraldo Bergaz (1744-1812). Natural de Murcia, aprendió el oficio con su padre, Manuel Bergaz. Posteriormente, trasladada la familia a Madrid, Ildefonso ingresó en la Academia de San Fernando. Desde 1774 fue académico de dicha institución, de la que llegó a ser su director. En 1795 fue nombrado escultor de Corte de Carlos IV.
No se sabe cuándo llegó dicha imagen a Santa Columba, pero si se sabe que ésta es la imagen que salió en 1768. Pudo ser durante el obispado de don diego García Medrano (1742-1752). Desconocemos si la imagen llegó como donación o si el gremio de los zapateros la compró para llevarla en procesión.
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(*) Doctor en historia por La UNED.