Roberto Martín ‘Jarocho’ reapareció apenas un mes después de sufrir una de las cornadas más graves y espeluznantes del año -25 centímetros con tres trayectorias en el muslo derecho-. De aquel angustioso instante en el que quedó prendido del pitón de un astado de Buenavista en Pedrajas de San Esteban (Valladolid) durante varios segundos, que pareció que se detuvo el reloj para hacerse imperecedero, pasaron 33 días para volver a trenzar un paseíllo cuando en un primer momento pareció que su temporada iba a darse por finalizada. Fue en Ayllón donde regresó a lo grande, con tres orejas y Puerta Grande, para continuar una campaña en la que este mismo fin de semana torea en Soria capital y Medina de Pomar (Burgos) para después torear ante sus paisanos en casa, Huerta del Rey (Burgos). Mucho mérito. De otra pasta.
Lo hizo con la madurez que destila para sus todavía 18 años, con un punto más de sazón si cabe; la que da la prudencia cuando los toros hieren. Aún con las cicatrices en ciernes, disecó cualquier muestra de secuela a base de decisión y querer; dejando a un lado la presión mental que arrastran las cornadas y que acostumbra menguar en las reapariciones. No así aparentemente en Jarocho.
Compartió novillada con el murciano José María Triguero, triunfador de la Feria ‘Judión de oro’ de La Granja de San Ildefonso que se celebró en agosto y que este verano ha pasado por Las Ventas dejando buena impresión. En esta ocasión, el uso de los aceros empañó su paso por Ayllón, con balance de una vuelta al ruedo. Se lidiaron tres utreros de La Campana y uno de Voltalegre, que en líneas generales propiciaron un buen espectáculo.
Jarocho sorteó en primer lugar el astado de de Voltalegre, en otra línea, largo, alto y en cierto modo zancudo. Entonado Jarocho se mostró poderoso ante lo mirón y lo cabezón que fue el novillo. Faena valiente, desde el relajado quite por chicuelinas, y de contenido, aunque un tanto larga. Actuación de las sirven para coger confianza delante del animal, que pese a pinchar fue premiada a lo alto con dos orejas.
Con el que cerró plaza, un guapo novillo castaño, lo recibió de una larga cambiada y verónicas muy personales. El animal desarrolló ciertas complicaciones, que Jarocho intentó pulir con un trasteo de los que curten para pasear otra oreja.
Abrió plaza un ejemplar un tanto chico y escurrido, pero bonito. Lo que pedía un festejo de estas características. Resultó noble y de buen comportamiento, aunque un tanto soso, en los engaños de Trigueros. Anduvo firme el murciano desde el inicio muletero en los medios y estuvo acoplado toreando al natural, aunque por momentos un poco embarullado. Se estrelló a espadas y su labor fue silenciada.
El segundo de su lote lo brindó a su compañero de cartel y al diestro madrileño Fernando Robleño. Un astado com su punto de raza, al que Trigueros llevó largo en una faena de disposición. El animal terminó por ponerse bruto e incomodó al murciano y su trasteo se enfrió al tardar el puntillero en encontrar tino. El novillero al que apodera Alfredo Fernández dio una vuelta al ruedo al conjunto de su tarde.
Ficha
Plaza de toros de Ayllón. Primer festejo de la Feria de San Miguel. Dos tercios de entrada. Tres novillos-toros de La Campana y uno de Voltalegre (segundo), bien presentados y de juego desigual.
José María Trigueros, silencio y vuelta al ruedo.
Roberto Martín ‘Jarocho’, dos orejas y oreja.