Isabel realiza la 'pica' a uno de los pinos para que este expulse la resina hacia el pote para su posterior recogida y traslado a la fábrica. / NEREA LLORENTE

Son muy pocas las mujeres en España que se dedican al oficio de la explotación resinera, uno de los más duros del sector primario que se encarga de obtener recursos de la naturaleza e Isabel Catalina, es la única mujer que actualmente lo realiza en Coca.

Lleva 8 años realizando esta labor y espera poder dejarlo dentro de unos pocos años, cuando sus hijos se independicen, ya que poco a poco, con la edad, le va costando más seguir el exigente ritmo de trabajo. Además, actualmente trabaja un total de 5.000 pinos en el pinar viejo de Coca.

A las mujeres que decidan dedicarse a ello, Isabel les aconseja “fuerza, paciencia y aguante, ya que conlleva mucho tiempo realizar estas labores. Mi fuerza física es menor que la de muchos otros hombres que se dedican a este oficio en el pueblo y a mi me lleva mas tiempo, lo que ellos pueden hacer en 8 horas como sería una jornada normal, yo puedo estar en el pinar de 10 a 12 horas para hacer lo mismo, pero eso no me echa para atrás”.

Su mayor motivación a la hora de dedicarse a ello fue, principalmente la falta de trabajo, ya que a pesar de la exigencia física, al final, la compensación monetaria, fruto del gran esfuerzo, es buena.

A esta resinera, el aprendizaje del oficio le viene del entorno familiar. “Mi abuelo también era resinero pero solo le veía afilar la azuela cuando era pequeña y no conocía el pinar nada más que de ir de paseo por el hasta que me vi en la necesidad de aprender este oficio y me lo enseñaron mi suegro, Eduardo Llorente y mi marido Gelber Llorente”, destaca Isabel.
El día a día de una mujer resinera es más arduo de lo que puede llegar a parecer, no solo trabaja las horas que están en pinar, sino que además tienen que hacer las labores del hogar y, en muchos casos, como el de Isabel, cuidar de su familia.

“Lo mejor de esta profesión es ser tu propia jefa y estar al aire libre disfrutando de la naturaleza en el pinar a pesar de tener que exigirme a mi misma unas horas diarias estrictas, como en cualquier otro trabajo, pero si un día necesito ir al centro de salud o no puedo ir a trabajar por algún otro motivo no tengo que dar explicaciones a nadie, aunque luego tenga que ir otro día que pensaba ‘librar’ para compensarlo”, admite Isabel que recrimina a su vez que “lo peor es el trabajo físico y los dolores que este conlleva”.