Está al frente de Asaja desde el año 2000. Pero desde antes, en 1992 se incorporó a la organización agraria Jóvenes Agricultores, la cual se integraría en el actual sindicato agrario mayoritario en Castilla y León, Asaja.
Guzmán Bayón Rojo nació en Frumales en 1963. Pero a los tres años se trasladó con su familia a la vecina localidad de Cozuelos de Fuentidueña, donde ha desarrollado su trayectoria profesional desde que la recuerda. En aquellos primeros años ayudaba a su padre en las labores del campo. Le inculcó la pasión por la actividad agraria. En esta última etapa fue su padre el que le ha ayudado a Guzmán hasta que se despidió definitivamente y su cuerpo volvió a la tierra que le ha visto nacer. Éste fue uno de los momentos duros para Guzmán, hombre que tributa un gran amor a la familia. También recuerda con cariño a su antecesor en el cargo, Manuel Sanz Gil, con quien también tuvo un gran apego personal y profesional.
Todos los antecedentes familiares de Guzmán, por vía materna y materna, son agrícolas. Sus padres se esforzaron para que él estudiara. Tras terminar los estudios básicos en Cozuelos permaneció dos años interno en un colegio de salesianos. El Bachillerato lo cursó en el instituto Andrés Laguna de Segovia y la última etapa, en el IES Marqués de Lozoya de Cuéllar.
Cuando acabó decidió dedicarse a la agricultura en su pueblo, consciente de que si hay una profesión dura por naturaleza, esa es la de agricultor.
Fuentes de su entorno señalan que él podría haber continuado estudiando dada su gran capacidad intelectual. “Habría triunfado en cualquier otra profesión que hubiera querido”, dice alguien que ha trabajado con él durante 25 años.
La familia de Guzmán Bayón tuvo que ir adaptándose a las circunstancias que iban llegando. Hubo un momento en que esta zona norte de la provincia, en la vega que forman los arroyos Cerquilla o el de la Poza, prosperaba el regadío. Había más agua que ahora. Se impulsó el cultivo de remolacha. Funcionaba en la cercana Peñafiel (Valladolid) una planta azucarera. Muchos fueron los que cultivaron remolacha durante varias campañas hasta que se cerró la fábrica en 2008 tras 55 años molturando. Ebro Puleva, propietaria en aquel momento, cumplía así una resolución europea que reestructuraba el sector azucarero para reducir a la mitad la producción de azúcar en España. La familia Bayón Rojo fue una de las damnificadas.
La única solución fue adaptarse. Dejó el regadío para dedicarse de lleno al secano. Su forma de trabajar es distinta. Para conseguir que esta actividad fuera más rentable, Guzmán Bayón tuvo que adquirir maquinaria más potente con la que llevar a cabo con menos costes corrientes la agricultura cerealista. La emplea también para llevar a cabo trabajos a terceros a quienes no les compensa comprar maquinaria con la que labrar sus fincas. Sembrar o empacar son algunas de las muchas tareas que lleva a cabo Guzmán Bayón de forma cotidina.
A la vez se puso al frente de Asaja en una etapa que tampoco resultaba fácil. La organización tuvo que afrontar la crisis de la cooperativa Campo Segoviano, derivada del hundimiento de Proinserga. Pero logró que se restableciera. Ahora Asaja se ha modernizado, y desde el año 2011 tiene nueva sede. “El nuevo sindicalismo agrario también hay que ejercerlo en los despachos”, afirma.
Guzmán Bayón está convencido de la necesidad de la unidad en el sector. Ya la ha logrado en muchos casos. Lo ha demostrado desde su papel como concejal, responsabilidad que ha desarrollado durante 24 años. Pero también en movilizaciones agrarias en la calle. “Asaja es la única ‘opa’ que ha conseguido a varias organizaciones ir de la mano; el resto, o han ido solas, o lo han hecho con nosotros”, afirma. Y es que Guzmán se caracteriza por su carácter conciliador, discreto y educado. Sabe que la actual campaña electoral es diferente, “acorde a los nuevos tiempos”. “Menos charlas y más trabajo con las nuevas tecnologías, redes sociales, webs…. Al final todos perseguimos el mismo objetivo. Que quienes se dedican a esta apasionante labor puedan ejercerla sin tener que perder dinero”, afirma.
PUEBLOS VIVOS
Por eso continúa en el sindicalismo agrario. “Porque los agricultores y ganaderos necesitamos que alguien defienda nuestros intereses”. “Es la forma de que los pueblos continúen vivos. El papel del agricultor y el ganadero es fundamental para el medio rural”, subraya.
No conoce la fórmula mágica para que los pueblos dejen de perder población. Pero entiende que las administraciones deben esforzarse más para revertir esta tendencia. “Lo más sencillo sería aplicar medidas fiscales que ayuden a emprender en los pueblos, que las zonas rurales se convierta en atractivas y se impulsen los nuevos negocios”, señala.
A él le gustaría que sus hijos se dedicaran también al campo. Pero la formación profesional que han recibido les ha llevado a implantarse fuera de la Comunidad dada la escasez de oportunidades laborales. Pero Guzmán sigue peleando para que la agricultura y la ganadería no paren, y sigan siendo el corazón de los pueblos.
“Necesitamos un relevo generacional porque la última gran generación de agricultores y ganaderos somos los que estamos ya alrededor de los 50 o 60 años”. “Somos los del baby boom que arrancó a finales de los 50 hasta principios de los 70. Luego ha habido jóvenes, pero muy pocos”.
Hasta ahora se ha podido subsistir en el campo a base de incrementar superficie o ganar en eficacia en las explotaciones ganaderas o agrícolas; “ha habido que sobredimensionar para obtener rentabilidad y eso se ha hecho absorbiendo tamaño, con maquinaria más grande, y reduciendo personal; pero ya estamos llegando al límite”, advierte.
Ahora el campo se enfrenta a otro problema: la irrupción de los huertos solares. La postura de Asaja que respalda Guzmán Bayón es que la generación fotovoltaica sea bienvenida, “pero siempre que no compita con la agricultura”. Pueden ser incluso ventajosa para explotaciones que consuman energía, tanto agrícolas como ganaderas. Pero debe procurarse su emplazamiento en suelos poco fértiles. Recuerda que la producción de alimentos es prioritaria y necesaria. España es deficitaria en muchos de ellos. “La población, tanto española como mundial, necesita alimentarse, y a precios asequibles”, afirma. “La guerra en Ucrania nos ha demostrado que somos dependientes del exterior y es preciso que garanticemos nuestra propia producción de alimentos”, insiste.
Por ello pide que se legisle al respecto y no se busque sólo la comodidad de quienes promueven la colocación de paneles solares restando hectáreas a la producción agrícola. Los ayuntamientos no disponen de herramientas para regular este sector. Y reclama que las administraciones superiores sean quienes velen por ello, por preservar el medio rural y a quienes lo habitan.