La religiosa Clara Villoslada falleció en Gerona a los 85 años, tras dejar una vida en la destacó por su servicio a los demás.
Abandonó su pueblo natal cuando contaba con 22 años en que decidió ingresar en un convento como monja de la caridad. Durante todo este tiempo renunció a privilegios personales para prestar su trabajo y su esfuerzo en la mejora de las condiciones de vida de otras muchas personas.
Se lo reconocieron hace unos años en la que residía, Vila de Salt (Gerona), de 30.000 habitantes. Allí llegó en 1959 para trabajar en un psiquiátrico. Posteriormente siguió su acción en favor de los más necesitados en ‘La Casita’, un centro por el que han pasado más de 400 niños para ser alimentados, recibir formación, o aprender algún tipo de formación profesional.
En este pequeño edificio, en el que se refugiaban toxicómanos, primero lo dedicó a crear un espacio para costura para mujeres. Pero fue la penuria de muchos los que acudían a ella la que hizo que Clara Villoslada Martín centrara toda su acción en ayudar a los más débiles y necesitados. Algunos de esos niños hoy son grandes profesionales en distintas materias.
Con su ayuda creó una Fundación. Y aunque se jubiló, continuó ayudando a los demás.
Una de sus colaboradoras, Salomé Jorrillo Casellas dice de ella emocionada: “Acogió con los brazos siempre abiertos a todo el que entró por la puerta del centro Labouré. Por ello los niños y niñas llamaban al centro ‘La Casita’, porque fue para todos su hogar”. “Lo hizo posible sor Clara, con el amor que nos dio siempre”. “Creo que hablo en nombre de todos los niños y niñas de La Casita cuando digo que sor Clara es nuestro referente de vida”.
Otra voluntaria que trabajó a su lado, Eva María Cáceres Moreno, añade: “Cualquiera en Salt conoce a sor Clara. Al hablar de ella se le ilumina la cara, y aflorará una sonrisa en sus labios. Son cientos los niños y niñas que han pasado por La Casita, y quienes la estarán eternamente agradecidos” .
«Alérgica a la injusticia. Es una monja rebelde a la injusticia. Ha dado la vida a Jesucristo y a los pobres»
Sor Clara Villoslada hizo de su vida un proyecto de ayuda al próximo. La escasa herencia patrimonial que había recibido junto a sus hermanos de sus padres, que formaban una modesta familia en Fuente de Santa Cruz, decidió destinarla a donativos.
Reconocimiento
Por esta vida servicial y de generosidad fue nombrada hija adoptiva en un acto celebrado en la localidad gerundense donde ha residido estos años. En esa ceremonia se destacó como gran virtud el ser alérgica. “Alérgica a la injusticia. Es una monja rebelde a la injusticia. Ha dado la vida a Jesucristo y a los pobres”, expresó el alcalde de Salt, Jaume Torramadé, ese día.
Clara Villoslada subió al escenario emocionada, acompañada por su familia segoviana, y también por el obispo de Gerona, Francisco Pardo, para recibir el galardón, una escultura de Enric Sala. Sor Clara tuvo agradecimientos para la familia quien hace varias décadas le cedió la casa desde donde ha trabajado tantos años, y también a los alcaldes y voluntarios que han colaborado con ella. Reiteró que no había hecho nada especial para merecer el reconocimiento: “No he hecho nada. Soy hija de la caridad. Mis padres me educaron y mis hermanos me ayudaron. Es Dios quien me ha llevado por el camino poco a poco. Dios se ha valido de mí y le agradezco los dones que me ha dado”, concluyó.