Emoción en las procesiones del viernes Santo del Real Sitio

Procesión del Santo Entierro
Procesión del Santo Entierro/FRANCISCO SÁNCHEZ

El viernes por la noche, a las 20:30 horas, salía por las calles de La Granja la Procesión del Silencio. El día no amaneció muy idóneo ya que estuvo todo el día nevando y lloviendo, lo que hacía que los nervios y esperanzas de los penitentes y miembros de las cofradías fueran aumentando. A las 19:00 horas dejó de llover y se prepararon las imágenes para salir.
Tras el rosario de los penitentes, todos cogieron su cruz, este año un poco más pesadas de lo habitual tras estar mojadas después de las lluvias y nieve de los últimos días.
Cada uno con su hábito, marrón pertenecientes a la Fraternidad de san Francisco, y negro llevado por la Hermandad del Cristo del Perdón y la Virgen de la Soledad y la Hermandad de la Virgen de los Dolores. Ceñido el cíngulo en la cintura, con el velo negro para ocultar su identidad, la corona de mimbre sobre la cabeza y el escapulario, los pies descalzos se disponían a procesionar por las frías calles del pueblo.
Estos penitentes llevan a sus espaldas cruces de robles que en muchas ocasiones pasan de padres a hijos. Llevan a todo un pueblo ya que los hábitos, coronas y escapularios están hechos por gente del municipio. Llevan madera del bosque de Valsain. Siguen con una tradición desde hace más de 200 años, en donde casi la totalidad de las familias de La Granja están representadas, porque rara es la familia que no tenga un miembro o varios que sea cofrade o penitente. 130 penitentes procesionaron por las frías y mojadas calles de La Granja.
Acompañaban al Cristo de los Alijares, el Cristo del Santo Sepulcro y la Virgen de la Soledad. Los san Juanines, faroles y estandartes encabezaban la procesión a manos de niños y jóvenes como manda la tradición. Al llegar a la Colegiata, se le cantó como la Salve a la Virgen seguida por la Saeta tocada por la banda de dulzainas. Al llegar a la plaza y tras el canto del himno a la Virgen de los Dolores, al grito de “penitentes, de rodillas” todos, cruz al hombro se arrodillaron al paso de las imágenes.
En ese momento, la hermana Ministro de la Venerable Orden Tercera les vuelve a dar la orden de “Penitentes, de pie” y todos van a dejar su cruz al patio de la Venerable Orden Tercera. Después, todos los asistentes acudieron a la Iglesia del Rosario a besar el manto de la Virgen y visitar el resto de las imágenes. Miembros de las Hermandades repartieron alfileres y estampas de la Virgen.
Se pone así fin a una tradición desde los inicios de este municipio, que ha visto cómo se va renovando con gente joven que quieren seguir con esta bonita y austera tradición llena de promesas, ilusiones, promesas y religiosidad.
No importa la inclemencias del tiempo, ni el dolor de pies ni de hombros, porque desde hoy ya se empieza a pensar en la procesión del año que viene con fervor y cariño.