Monasterio de Santa María de Armedilla.

Inmerso en una pequeña isla con vegetación y rodeado de sembrados, aparecen las ruinas del monasterio de Santa María de la Armedilla como una visión romántica del pasado. Está a unos tres kilómetros de Cogeces del Monte, en la provincia de Valladolid. Resulta impresionante recorrerlo por sus grandes dimensiones, desde lejos se ve la espadaña con tres arcos y sobre ellos un escudo. Tan sólo se puede distinguir una parte del claustro o ciertas dependencias del monasterio, realmente es el resto de una arquitectura que ha perdido la gloria pasada y ahora parece formar parte del paisaje.

Del esplendor Jerónimo al expolio
Se trata de un monasterio medieval que en el siglo XII fue una sencilla ermita excavada en la roca, donde unos pastores encontraron una talla de madera de la Virgen que se decía que obraba milagros (actualmente está en la iglesia de Cogeces). Al existir canteras y agua en las proximidades, el señor de Cuéllar, el infante D. Fernando de Antequera, propuso su donación a los monjes de la Mejorada de Olmedo en 1402 y allí fundaron el monasterio Jerónimo.

Desde el siglo XV a fines del XVIII, el monasterio vive su época dorada con obras y reformas continuas. En el siglo XVI se construye la gran iglesia Jerónima, de la que se conserva una maravillosa portada plateresca en la Casa de Cervantes de Valladolid, el claustro con tres alturas y las dependencias monacales donde destacaba el sistema para hacer llegar el agua corriente a las celdas de los monjes gracias a conductos de ladrillo y barro cocido. Finalmente se reformó un palacio como residencia para que los Duques de Alburquerque, señores de Cuéllar, siguieran siendo durante siglos los patronos del monasterio.

El misterio del arte ausente en el Monasterio de Santa María de la Armedilla
Bóveda del Monasterio de Armedilla.

Comienza la decadencia en el siglo XIX con la invasión francesa. Las disposiciones de José I suprimieron todas las órdenes masculinas y se apropiaron de sus bienes. Lo mismo le ocurrió al monasterio de La Armedilla y sus monjes fueron expulsados en 1809. Conocemos el inventario de joyas, pinturas y bienes muebles que ya habían sufrido tras el paso del guerrillero Mario Granado. Allí se recoge la existencia de un órgano, una ‘sillería de coro de nogal de cincuenta y siete asientos altos y bajos, un facistol, un púlpito de yerro y el sombrero de madera’, seis pinturas que estaban en el coro y algunas más en la iglesia, así como unas pocas piezas de plata. También se realizó el inventario de la librería, con cerca de 1.800 volúmenes.

Con la desamortización en la segunda década del siglo XIX, es ya el golpe final, y también de los otros 46 monasterios de los Jerónimos. Miles de monjes fueron exclaustrados, se pusieron en venta todos los bienes de las comunidades. El archivo del monasterio se envió a la delegación de Hacienda y luego pasó al Archivo Histórico Nacional con la pérdida de mucha documentación. Las obras pictóricas se distribuyeron entre el Museo Nacional de Pinturas de Madrid, el Museo Provincial de Valladolid y Cogeces del Monte. La sillería del coro está en Rueda, donde se conserva una parte. La comisión de Monumentos de Valladolid determinó, en 1845, la venta del propio edificio a varios vecinos que le dieron un uso como cantera.

El misterio del arte ausente en el Monasterio de Santa María de la Armedilla
Portada renacentista. Museo de la Casa de Cervantes en Valladolid.

París, Valladolid, Segovia, Kansas
Cuatro de las joyas del monasterio que sufrieron el expolio, continúan existiendo en lugares tan diversos como el Spencer Museum of Art en Kansas, el Museo del Louvre en París, la iglesia de Nuestra Señora del Manto en Riaza o la Casa Cervantes en Valladolid.

Hoy en día resulta difícil de imaginar que se arrancara de la fachada la portada renacentista de la iglesia. Incluso se dividió y el tímpano acabó en Kansas y la fachada en Valladolid.

El patio interior del Museo de la Casa Cervantes de Valladolid es donde se encuentra esta impresionante portada renacentista de la iglesia, atribuida al maestro Hanequín, en torno a 1512. Está realizada en mampostería y talla sobre caliza blanca de las canteras de Campaspero. Un gran arco de medio punto descansa sobre sillares con pilastras, hornacinas y casetones. El arco está decorado con cabezas aladas de ángeles y lo bordea una moldura apuntada con decoración vegetal. Lo remata un jarrón sostenido por un escudo que llevan dos niños. En los laterales, acaba en jarrones de azucenas (símbolo jerónimo) y yace sobre pilastras con hornacinas vacías y coronadas por pequeños techos con grutescos (motivos decorativos de seres fantásticos, vegetación y animales que rellenan por completo el espacio), candelieri (decoración de origen italiano con formas curvas) y otros motivos platerescos.

 

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Tímpano.Museo de Arte de la Universidad de Kansas.

Merece la pena investigar algo más el asombroso recorrido del tímpano de Santa María de la Armedilla y comprender cómo llegó a convertirse en “El tímpano Spencer”. Es un relieve en piedra caliza en tres piezas que representa la Piedad: el dolor de la Virgen al recoger el cuerpo de Cristo muerto tras la Crucifixión. La Virgen sostiene su cuerpo de su hijo en sus rodillas, San Juan sostiene su cabeza, y detrás aparecen José de Arimatea, Nicodemo y María Magdalena. Todos ellos se adaptan a la forma del arco. Su estilo se relaciona con el taller de Los Colonia que también realizó varias obras en Burgos, Aranda de Duero o Valladolid. Bien, pues resulta que en 1928 fue comprado por el arquitecto Arthur Byne a un anticuario en Segovia, y desde allí viajó al otro extremo del mundo, a California. Pasó a formar parte de la colección de William Randolph Hearst (magnate de la prensa que inspiró a Orson Welles para Ciudadano Kane). En 1963 fue subastado y comprado por Edward Lubin que lo regaló al Museo de Arte de la Universidad de Kansas. En esa misma ciudad se inauguró en 1978 el Museo de Arte Spencer y allí pasó el tímpano, que ahora se conoce como “El tímpano del Museo Spencer”. Es asombroso que en su cartela ni siquiera se alude a la portada del Monasterio de la Armedilla y tan sólo aparece que el autor es un Maestro de la Escuela de Burgos del siglo XV.

 

El misterio del arte ausente en el Monasterio de Santa María de la Armedilla
Retablo mayor en Riaza.

El retablo mayor, naturalmente dedicado a San Jerónimo al ser la Orden Jerónima, es del s. XVII. En 1822 fue vendido y llegó a Riaza para albergar una imagen moderna de su Virgen del Manto y colocarlo en la Capilla Mayor de Nuestra Señora del Manto. Está formado por varias pinturas barrocas con escenas de la vida de San Jerónimo con luz tenebrista. No se conoce el autor, aunque se supone que podría ser Diego Valentín Díaz que trabajó mucho en esta zona. La estructura es manierista, de madera y con tres cuerpos con tres calles separadas por columnas estriadas con capitel corintio.
La sillería de nogal del siglo XVI que poseía el monasterio fue también fragmentada y dispersada por diferentes lugares. Sus 57 asientos quedarían repartidos entre la iglesia parroquial de Rueda, el Museo del Louvre en París y el Museo de Valladolid.

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Espadña del Monasterio de Armedilla.

Restauración y divulgación por parte de la Junta de Castilla y León
La Junta de Castilla y León ha invertido más de 51.000 euros en la restauración del monasterio que ha tenido lugar en varios años. Se ha evitado la pérdida del cerramiento de la cabecera de la iglesia. Se hizo un estudio arqueológico que dejó la cripta al descubierto y que hubo que proteger para que no estuviera expuesta a las inclemencias del tiempo. Las principales intervenciones fueron: consolidar la cripta, cubrir su superficie con estructura impermeable, un sistema de evacuación de las aguas que caían de la cubierta.

Aún más significativo me parece el proyecto cultural «Monasterio de Santa María de La Armedilla». En el marco del Programa Operativo FEDER 2014-2020 de Castilla y León, desde la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León, se puso en marcha en 2019 una serie de exposiciones y programas de educación sobre la historia del monasterio de Santa María de La Armedilla. Entre ellos, un énfasis en la divulgación, a través de guías para escolares, de distintos niveles, y visitantes que ayudan a acercar y conocer mejor este precioso monasterio declarado Bien de Interés Cultural en 2007. Realmente es central poner en contexto esta ruina y hacer que los visitantes la comprendan en toda su dimensión histórica y artística.

Este gasto podría resultar polémico ante la idea de que lo que se está recuperando es una ruina. Sin embargo, es también la historia de los monjes Jerónimos y la historia de España. Y quizá sirva para recordarnos los desastres del expolio y cómo no siempre se ha valorado nuestro patrimonio y relato histórico, aunque sea ya de una lejanía inalcanzable. Cesare Brandi, leyenda en la teoría de la restauración, define la ruina como el límite extremo en el que la materia puede definirse como monumento histórico. Aun así, no hay duda de que algo de la magia original de este monasterio Jerónimo, continúa allí.