David Yagüe Llorente, alcalde de Condado de Castilnovo

Es alcalde de un pequeño municipio que a su vez se compone de varios núcleos diseminados. Sin embargo, David Yagüe puede presumir de estar al frente de un Ayuntamiento con nombre noble y apellido que acompaña patrimonio.

Es el Condado de Castilnovo, y su alcalde, David Yagüe ensalza a su pueblo y a sus vecinos. De hecho lleva siete legislaturas recibiendo el respaldo de la gran mayoría de ellos. Y es posible que en la próxima convocatoria electoral también lo hagan. “No he decidido aún si me presentaré, pero si no nadie toma el relevo, aguantaré otros cuatro años más”, afirma David. “Hay muchas posibilidades, pero nunca se puede asegurar nada”, añade.

El Condado de Castilnovo es uno de los cuatro ayuntamientos de la provincia de Segovia que tiene un nombre para todo el municipio, pero que no es propio de ninguno de los cuatro núcleos que lo componen. La capitalidad la ostenta Villafranca del Condado. El resto son: La Nava, Torrecilla del Condado y Valdesaz. Además, cuenta con el castillo, que funciona como un núcleo más, pues hay ocasiones en que acoge a más personas que todos los barrios juntos.

Cada núcleo tiene su propia festividad. La Nava, la de San Juan Bautista (24 de junio); Torrecilla, la de San Bartolomé (tercer domingo de agosto); Valdesaz, Santa Cristina (tercer domingo de julio); y Villafranca, Nuestra Señora del Rosario (segundo domingo de septiembre). Pero todos comparten la devoción a Nuestra Señora de la Antigua, y la rinden homenaje el segundo domingo de mayo.

Con una fortaleza y un nombre relacionado con la hidalguía, el citar al pueblo traslada a quien lo escucha a la época medieval. De ahí procede este pueblo que siempre ha estado vinculado al castillo. Ha acogido a distintos personajes históricos, entre otros el condestable Álvaro de Luna o a Juan Pacheco, marqués de Villena. Fernando el Católico compró a este último el castillo y sus villas circundantes. Luego se lo entregó en dote a su hija natural doña Juana de Aragón, con el objeto de asegurar su matrimonio con el condestable don Bernardino de Velasco, I duque de Frías. Hoy el castillo sigue en manos privadas y en él se organizan eventos como bodas, celebraciones, o campamentos juveniles de verano.

David Yagüe, como alcalde, mantiene buena relación con sus dueños, y es consciente de la importancia que tiene para un pueblo el tener un castillo en su término municipal. “No deja de ser un aliciente para la zona y trae algo de negocio y vida cuando se hacen visitas”.

COLABORACIÓN
David Yagüe lucha por mantener activo el pueblo. Con él trabajan en la Corporación otros tres concejales, uno representando a cada núcleo. Además existen asociaciones vecinales en algunos de los barrios que también se implican en la organizaciones de actividades.
“Procuramos que todos los núcleos reciban alguna inversión, pero la falta de recursos es un problema”, asegura David, que además es presidente de la Mancomunidad La Sierra, integrada por trece localidades. Se unieron “para prestar de forma conjunta una serie de servicios a nuestros vecinos, buscando la eficiencia y la optimización de recursos, convencidos de que en el mundo en el que vivimos es mejor caminar unidos que en solitario”, dice con convicción su presidente.

INICIOS
David Yagüe no tenía pensado estar en la Alcaldía de su pueblo cuando era joven. Pero le convenció José Morato, de Santa Marta del Cerro, fallecido el año pasado y que ha sido uno de los alcaldes más veteranos de la provincia. David concurrió como independiente, pero hace ya unos años que tomó la decisión de afiliarse al PP, partido con el que sigue.
Lamenta que el descenso de población que experimenta su pueblo y los de alrededor no toque fondo. Esta tendencia ha hecho que se haya reducido de cinco a tres el número de concejales que se eligen en las elecciones municipales.

Pero cuando más solos se han sentido como dirigentes locales ha sido a lo largo de la pandemia del Covid. “Fue una etapa muy dura”, recuerda David. “Tuvimos mucho trabajo extra y en condiciones que aquello se parecía a una guerra”. Recuerda con pena algunos de los primeros funerales. “Sin gente apenas ni de la familia. Teníamos que estar separados, con epis, calzas…. era una escena dantesca, de película”, relata.

Por otro lado señala que la responsabilidad de ser alcalde conlleva algunas satisfacciones “sobre todo cuando te propones hacer algo y sale adelante, cuando los vecinos lo valoran y lo agradecen”.

David conoce lo que es la vida en el pueblo y en la ciudad. Ha sido emigrante, pues sus padres marcharon a Madrid cuando él era casi un niño. Pero él decidió un día regresar a su pueblo natal. Había crecido en el entorno de un negocio de hostelería que montaron anteriormente sus progenitores. A su vuelta de Madrid, en el año 1985, él lo abrió de nuevo; más moderno y orientado a las nuevas demandas de la sociedad.

Recientemente ha perdido a su madre, a quien recordó con emoción el día en que David Yagüe recibió la medalla de oro de la Diputación por cumplir 25 años de alcalde. Y es que él valora mucho el papel que las mujeres rurales desempeñan en este entorno, porque son -dice con convicción- el principal soporte de cualquier familia.