Bailes, coplas y cencerros en el Carnaval de Arcones

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Casi la mitad de los bienes de interés cultural de España se encuentran en municipios de menos de 10.000 habitantes. Bienes que engloban no sólo una gran riqueza monumental sino también un valiosísimo patrimonio etnográfico, un gran conjunto de tradiciones y costumbres; inapreciable herencia cultural viva que enlaza pasado, presente y futuro.

Indumentaria, olores, sabores, bailes, coplas, sonidos de cencerros y campanas son inseparables y propios de la fiesta, de los rituales comunitarios de participación vecinal.

Momentos de encuentro entre los vecinos, que rompen con lo cotidiano y que suponen una identidad de la comunidad. Estos momentos consiguen revertir por unos pocos días, por unas horas, el “vaciamiento” que sufren los pueblos gracias a una población estacional, bien de vecinos que tienen en el pueblo su segunda residencia o de los que acuden ocasionalmente en verano y que retornan fielmente a participar en estas celebraciones tradicionales.

Todas ellas proporcionan una cohesión social esencial para el arraigo; también una divulgación de las costumbres y tradiciones que suponen un impulso al desarrollo de la economía a través de un posible turismo cultural.

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Recursos culturales y naturales forman parte del valioso Patrimonio de Arcones que merece ser conocido y protegido por los que lo poseen, por los que lo disfrutan y también por las instituciones.
Todos los protagonistas de la fiesta se sienten parte de una historia que merece ser conservada y difundida. Y esto llega hasta los más jóvenes que lo sienten como algo único, como algo propio. Les da identidad, sentido de pertenencia a un lugar, a un grupo, a una pandilla. A donde desean regresar.

Al estar participado por personas le convierte en un patrimonio vivo, que va siendo adaptado a las necesidades de cada momento por la comunidad portadora, lo que le dota de vitalidad, favoreciendo, por un lado, su continuidad, pero le confiere también fragilidad.

Para mantenerlo se precisa de la implicación de la comunidad y la trasmisión a las generaciones siguientes. También es precisa una cooperación a nivel institucional para, entre otras cosas, poder conservar ese patrimonio en su propio escenario, en sus plazas y calles, con su propia gente.

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La importancia que tienen para la comunidad de Arcones sus tradiciones, con los valores añadidos que le aportan, la cohesión social que generan y que derivan en un mayor acercamiento al pueblo o la necesidad de conservación de este patrimonio, es lo que llevó a la Asociación Cultural La Cachucha a solicitar tan preciado reconocimiento a la Diputación de Segovia a través de su Instituto de la Cultura Manuel González Herrero. Lo que vendría, en todo caso, a fortalecer y reforzar la labor que ya venía desarrollando en cuanto al apoyo y asistencia en su celebración.

Así se formó un grupo de trabajo y se invitó a los vecinos a participar en él.

Al igual que ocurre en la celebración de la fiesta de la vaquilla, la implicación vecinal fue rotunda.

Comenzó así un recorrido que nos ha trasladado hasta muchos años atrás confirmando que el rito viene realizándose desde antiguo y proporcionando datos desconocidos que ayudarán, sin duda, a recuperar elementos revitalizadores de esta fiesta propia del ciclo festivo de invierno.

Hasta el momento no ha sido posible recopilar datos en los registros municipales y aún queda pendiente el rastreo por los archivos parroquiales. Por ello que se recurrió a la técnica de entrevistas para que sirviesen de testimonio.

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Se dio voz a los vecinos más veteranos (algunos quintos en el año 1.953, nacidos en 1.932) cuyos testimonios dieron buena fe de la pureza con que la fiesta ha sido trasmitida.

Sus recuerdos y el material gráfico aportado han proporcionado valiosos registros en cuanto al desarrollo de la fiesta en sí y también acerca del recorrido que comenzaba ya en el periodo de Navidad y que era un vínculo entre los jóvenes que permanecería de por vida.

Se ha ampliado el fondo fotográfico del Ritual de la Fiesta de Carnaval que abarca la segunda mitad del siglo XX y el siglo XXI con el material que la asociación lleva años recopilando.
Ello ha propiciado el conocimiento de momentos de la vida social de los vecinos de Arcones, un pueblo pequeño pero con un patrimonio grande. Un patrimonio etnográfico del que poder presumir.
Los quintos de cada carnaval, las madres… y todo aquel que ha querido, nos ha abierto las puertas de sus casas, las cajas de latón en que guardan ese valioso testimonio gráfico que son las fotografías y también sus corazones, sus vivencias, recuerdos y emociones.

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Las fotografías una vez digitalizadas, fueron devueltas a sus propietarios e impresas nuevamente para entrar a formar parte de ese recorrido documental del ritual, la indumentaria, los usos de elementos de la naturaleza y las distintas formas de la participación del acompañamiento según los años, en una exposición que cada Domingo Gordo puede ser visitada por quien quiera acercarse.
Una de las mozas veteranas nos prestó fotografías en las que junto con sus hermanas salía retratada con trajes de papel seda que ellas mismas se confeccionaban; también lucían vistosos collares de agallones, esos curiosos frutos de encinas y robles que les proporcionaba el rico entorno natural de Arcones.

Muchas eran las tardes a partir de Navidad, que se empleaban en esta faena. No sólo los días de fiesta propiciaban el encuentro de los vecinos. Las mozas se juntaban al salir de la escuela, las hermanas mayores ayudaban a las pequeñas y todas aquellas horas de trabajo servían de entretenimiento en las largas tardes serranas que, desde luego, reforzaban los lazos de amistad y de unión
Importante, desinteresado y no siempre reconocido era el papel de la mujer, que, por aquel entonces, tenía vetada su participación en el rito.

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El Patrimonio Inmaterial se muestra así como ejemplo de igualdad. Hasta hace no muchos años, la mujer tenía un papel fundamental en muchas celebraciones pero relegado socialmente a un segundo plano. Estas poblaciones rurales han ido incorporando de manera natural “políticas de igualdad”, haciendo partícipes a las mujeres en muchos de sus rituales. Danzas, carnavales… son interpretados y participados hoy en Arcones tanto por hombres como por mujeres.

Aportaciones de Quintos desde 1953 hasta la actualidad nos muestran el modo de vivir y sentir la fiesta a través de los años, lo que suponían y suponen estos encuentros. El aspecto emocional que va siempre de la mano. Es diversión, es fiesta, pero es encuentro, es amistad.

Era y es una fiesta de especial relevancia para el vecindario. Era y es enteramente suya. Antaño la fiesta llegaba a durar hasta ocho días y así como la Fiesta Grande de la Virgen de la Lastra, el Corpus o las Navidades eran costeadas por el Ayuntamiento, en esta serían los quintos y los vecinos los que la sufragaban. Tan importante era que se procuraba que los quintos pastores no hiciesen ese año la Trashumancia.

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Por entonces existía una Cofradía. Y ya desde septiembre los quintos, que irían durante ese año siempre escoltados en cada celebración por un acompañante varón, abonaban semanalmente una cantidad que se destinaría a pagar los músicos el Martes de Carnaval, tras la celebración del rito. Incluso las fiestas de Navidad las pasarían juntos.
En aquellos tiempos en que “andar no costaba”, se juntaban los mozos y mozas de los distintos barrios para cantar y bailar; con botellas de anís, hierrillos y un almirez preparaban un baile. En Carnaval serían los Sastres, con dulzaina y tamboril, los que amenizarían la celebración.

Eran momentos de orgullo en la familia. Una iniciación ritual colectiva.

La emoción y el sentimiento que generan las costumbres, tradiciones, bailes… nuestra misma fiesta de la vaquilla, han ido creando la identidad de nuestro pueblo, de cada uno de los vecinos y vecinas y así un sentimiento de pertenencia que además de definir a la comunidad ha ido creando su Cultura Popular. Una poderosa herramienta con la que enfrentarnos a la arrasadora globalización.
Es una maravillosa herencia que hemos de legar a nuestros hijos para darles la oportunidad de conocer su pasado, de sentirse parte de esa cultura y cederles el testigo de la responsabilidad de recuperarla, conservarla y trasmitirla. Sentirnos, así, orgullosos de ella.

El conocimiento y respeto por lo nuestro no sólo sirve para reforzar la identidad de los pueblos sino que nos lleva a la comprensión y el respeto por otras culturas.

La provincia ha ido perdiendo parte de sus elementos patrimoniales, muchos ritos y costumbres han ido desapareciendo, pero no ha sido así con nuestra fiesta de la Vaquilla que vive ahora uno de sus momentos más dulces y vitales.

 

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El último Carnaval y Fiesta de la Vaquilla, celebrado el Domingo Gordo de 2022, justo antes de la Cuaresma, ha sido testimonio del vigor de la fiesta.

Han sido 16 quintos (10 de ellos quintas) los que han participado. Casi la totalidad de los chavales que cumplían su mayoría de edad entre 2022 y 2021 en cuyo año no pudo celebrarse. Algunos muy concienciados con la fiesta y su significado. Otros arrastrados por los primeros. Pero ninguno queda indiferente ante este rito de iniciación colectiva. En todos ellos queda un recuerdo muy especial y un sentimiento de identidad y pertenencia que los traerá a Arcones en cada Carnaval. También ellos participarán ahora como portadores de la tradición, de trasmisores culturales. Recordarán sus Quintos, su participación en la Fiesta de la Vaquilla, con tanto entusiasmo como lo han hecho todos nuestros vecinos entrevistados, vecinos que desde 1953 hasta hoy nos han contado su experiencia.

Esta tarea ha supuesto, igual que la celebración del Carnaval de Arcones, un trabajo común de los vecinos, de la Comunidad Portadora. Los quintos han aportado sus experiencias, sus vivencias y han abierto sus corazones trasladándonos sus emociones, las mujeres su buen hacer elaborando para nosotros flores o escarapelas y confeccionando disfraces de papel y collares de agallones o recordando las Coplas de Carnaval que son entonadas durante los minutos que dura el ritual. Todos contando su participación como quintos, como esos llamativos y orondos personajes que son los tripudos, como “remudaos” o como acompañamiento parte del rito.

Todos ellos han contribuido a la consecución de esta perseguida manifestación. Pero también se han abierto nuevas líneas de trabajo. Como ha sido la recuperación de la Máscara de Carnaval, cuyo uso fue perdido durante la Guerra Civil. O un estudio más preciso del momento en que los Tripudos entran a formar parte del ritual. También es nuestra intención recuperar elementos de la indumentaria en desuso como los sombreros de ala, los trajes de piel destezada o el acompañamiento de dulzaina y tamboril.

Sentimos que también se abren nuevas oportunidades para recuperar el ritual de la Vaquilla en pueblos vecinos, de la Vera de la Sierra. Ello enriquecería enormemente nuestro valioso patrimonio provincial.

Muchas manifestaciones festivas han ido decayendo, fundamentalmente aquellas que no han variado su fecha de celebración adaptándola a la llegada de esa importante aportación al municipio que es la población estacional.

Eso ocurre en Arcones con la fiesta de nuestro Patrón San Miguel Arcángel, que si cae en día no festivo es celebrado por los pocos vecinos que en ese momento residan en el pueblo y que puedan dejar por unos momentos sus obligaciones diarias.

Este 29 de septiembre, día de San Miguel Arcángel, unos pocos vecinos devotos del patrón, se reunían para rendirle devoción y disfrutaban de la típica caldereta elaborada por los mejores cocineros del pueblo, los veteranos pastores trashumantes. Y mientras eso ocurría, en el Salón de Plenos de la Diputación de Segovia, el Pleno, por unanimidad tomaba el acuerdo de declarar nuestra Fiesta de la Vaquilla, Manifestación de Interés Cultural Provincial.

Es para el pueblo de Arcones un verdadero privilegio haber obtenido esta declaración, contribuyendo al reconocimiento del buen hacer de los vecinos y al impulso en nuestro ánimo para que esta fiesta continúe tan viva como siempre. Una responsabilidad que acogemos con entusiasmo.

Cuanto más patrimonio inmaterial (que necesita de la participación de la comunidad) se conserve, más vivos estarán nuestros pueblos.