En estos días se cumplen 80 años de las últimas labores de construcción del puente ferroviario denominado ‘Viaducto Martín Gil’, una infraestructura reconocida a nivel mundial situada sobre el embalse de Ricobayo (río Esla), en la provincia de Zamora.
Se trata de uno de los más espectaculares viaductos de España y que fue el mayor del mundo de arco hormigonado en el momento de su construcción. Sobre él discurre la línea de ferrocarril Zamora-Orense, y salva una distancia de casi 500 metros de longitud; toda una proeza por entonces. Fue diseñado por el ingeniero Francisco Martín Gil, nacido en Cantalejo en 1896 y fallecido en Madrid en 1933 cuando tenía 37 años, sin poder ver su obra acabada.
Con motivo de este aniversario, la provincia de Zamora ha tributado un homenaje al creador del puente, que puede ser visitado desde ambas márgenes del río Esla, tanto en coche, como caminando o en bicicleta, disfrutando del extraordinario paisaje que le rodea, de las vistas de sus riberas y del propio río Esla convertido en embalse.
Martín Gil, que fue compañero de Juan de la Cierva, inventor del autogiro, fue recordado, junto con otros trabajadores de la obra, en un acto oficial al que asistieron miembros de la Diputación de Zamora, y de la familia del ingeniero. La ceremonia estuvo organizado por la Asociación Ferroviaria Zamorana, en colaboración con los ayuntamientos de Manzanal del Barco, Santa Eufemia del Barco y Palacios del Pan.
Aunque en principio, esta infraestructura iba a denominarse Puente del Esla, la trágica y temprana muerte de su ideólogo, Francisco Martín Gil, hizo que se le pusiera su nombre, como recuerdo.
Martín Gil fue hijo del farmacéutico que tuvo Cantalejo, Mariano Martín Bourdet. Nació en el edificio donde aún hoy pervive la farmacia y donde el Ayuntamiento briquero acordó en su día colocar una placa conmemorativa como recuerdo. Pero no se ha llegado a materializar esa promesa y acuerdo de pleno municipal.
El actual cronista de Cantalejo, Francisco Fuentenebro Zamarro, recuerda al ingeniero Martín Gil como uno de los cantalejanos ilustres. Pero a día de hoy sólo tiene hoy un trozo de calle como dedicatoria personal.
Debería ser recordado cada vez que se abre el grifo del agua, pues fue el artífice de la obra que permite que los briqueros beban agua potable desde hace también 80 años. Tampoco vio cobrados sus honorarios. Los tuvo que reclamar su viuda años más tarde.
Igualmente el ingeniero Martín Gil fue el artífice del diseño actual de la Plaza Mayor cuya fisonomía había cambiado. Lo que había sido un ágora porticada, quedó a principios de siglo esquilmada por algunos vecinos. Un proyecto de Martín Gil convirtió la fuerte pendiente, en una plaza de tres alturas, donde hoy conviven distintos espacios con escalones, rampa para carruajes, y tres llanuras para acoger al mercado, entre otras utilidades.