
Un grupo de expertos en desarrollo sostenible post-covid ofrece un abanico de soluciones integrales a las localidades turísticas que quieran salvar la temporada de verano invirtiendo en la nueva normalidad.
Cree un Centro de Interpretación del Turista (CIT). A la entrada de la ciudad reconstruya algún torreón medieval que se encuentre en ruinas (a ser posible hágalo algo inclinado). El CIT serviría no sólo para indagar de dónde viene el turista como se hace hasta ahora sino también, mediante técnicas biométricas de reconocimiento facial e inteligencia artificial, para evaluar su capacidad de compra y si interesa o no su presencia en la localidad. En la tienda, para generar ingresos adicionales, se podrían vender llaveros personalizados con un selfie del turista sujetando el edificio.
Apadrine un turista. Practique la turismofilia, vaya a las embajadas de los países emisores y declare que quiere apadrinar a uno o varios de esos especímenes generadores de divisas. El padrino se deberá comprometer a alojarle gratis en una habitación de su casa durante al menos 15 días y a dotarle de un ingreso mínimo vital de consumición para atender sus gastos diarios en los establecimientos hosteleros de la ciudad.
Amplíe las terrazas hasta el infinito. Convierta su localidad en un terrazadómetro y no deje un solo milímetro de espacio público sin mesas y sillas. Para evitar posibles percances, a las personas mayores con poca movilidad se les proporcionará una aplicación en su móvil para moverse entre el mobiliario y evitar, mediante una sacudida eléctrica disuasoria, que tropiecen contra las nuevas barreras arquitectónicas.
Invite a sus majestades a visitar su localidad con motivo del tropecientos aniversario de cualquier cosa. Eso dará realce a su ciudad. Para dejar constancia de la real presencia organice una sesión de besamanos virtual con la presencia de las fuerzas más o menos vivas del lugar. Podrá aplicar el ingenioso lema geoturístico a su ciudad: “dónde el turista es el rey”. Luego busque un mecenas para que pague a SS.MM. un crucero secreto por el Ártico (antes de que se deshiele) o por el Amazonas (antes de que se deseque). No se preocupe, el truco no se descubrirá hasta dentro de 20 años ya que estará amparado por la ley de secretos oficiales.
Invierta en famoseo. Invite a su localidad a alguna pareja de intelectuales del corazón con suficiente garra mediática. Grabe alguna agarrada física o dialéctica entre ellos desde una de las terrazas de moda de la localidad. Llame de inmediato a las televisiones y difunda en tiempo real todo tipo de videos en las redes sociales para cubrir unos acontecimientos que se convertirán en virales sin necesidad de que se produzca un nuevo brote.